Venas eléctricas

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Fue el parpadeo de la lámpara pequeña que estaba junto a Clint estaba mientras leía su libro lo que causó que los Vengadores empezaran a notar que algo andaba mal

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Fue el parpadeo de la lámpara pequeña que estaba junto a Clint estaba mientras leía su libro lo que causó que los Vengadores empezaran a notar que algo andaba mal. Algo estaba pasando, o mejor, alguien estaba pasando.

Pietro y tú no discutían mucho, pero cuando lo hacían normalmente terminaba rápido. Esta vez, sin embargo, no tanto. Estabas escaleras arriba en la habitación de Pietro; una simple conversación de alguna manera se había salido de control y era ahora un argumento completo, lo que explicaba que las luces parpadearan en el piso de abajo.

Era tu don: ser capaz de sentir pulsaciones eléctricas y manipularlas, pero como solo habías estado en el equipo desde que tú, Wanda y Pietro se habían vuelto en contra de Ultron hace tres semanas; no había habido mucho tiempo para entrenarte.

Usualmente estabas bien a menos de que tus emociones se elevaran, y era claro que esta discusión te estaba poniendo muy emocional. Tu poder se había vuelto demasiado como para poderlo controlar al discutir con el chico.

El equipo sabía que iba a ser difícil calmarlos a ustedes dos, especialmente porque las únicas veces que habías logrado ganar control era porque Pietro te había convencido de calmarte, pero era obvio que esta noche ese no iba a ser el caso. Se habían apresurado a ir a las escaleras para encontrar que todas las luces parpadeaban drásticamente, pero ni tú ni Pietro perecían notarlo.

—¡SI TAN SOLO HUBIERAS ESCUCHADO A TU HERMANA, NO ESTUVIÉRAMOS TENIENDO ESTA CONVERSACIÓN! —Le discutiste de vuelta a Pietro y él cerró su puño, gritándote de vuelta aún más furioso.

Te agitaste tanto que la bombilla principal de la habitación estalló porque había mucha diferencia de voltaje siendo bombeada hacia la lámpara y el fusible simplemente no pudo manejarlo. Ahí fue cuando el equipo supo que tenían que interferir, aun sabiendo que había un acuerdo pautado de que nadie debía involucrarse en asuntos que no les concernía.

La puerta fue abierta por Steve y ustedes dos voltearon furiosos a verlo. Él levantó sus manos mientras te miraba suplicante.

—Debes calmarte. Mira lo que estás haciendo —te convenció, pero no causo ningún efecto en ti. Tu rabia se había convertido en desesperación al no tener éxito al tratar de controlar tus poderes.

Al concentrarte, hubo un fuerte dolor en tu cabeza que usualmente pasaba cuando te estabas excediendo demasiado. Te tambaleaste ligeramente y Natasha pasó junto a Steve, sosteniéndote suavemente y haciéndote sentar en el borde de la cama.

Para el momento en que te las arreglaste para enfrentar el dolor y pudiste levantar la vista, Pietro ya no estaba a la vista, lo que solo te puso más triste, sabiendo que probablemente habías causado que se fuera.

Sabías que no lo merecías, ¿así que porque debería sorprenderte el que se fuera? Todos en tu vida te habían dejado, primero tus amigos, luego tu familia y ahora tu mejor amigo-novio.

Te sorprendió que el resto del equipo siguiera ahí pero sabias que era probablemente porque tus poderes aún hacían mal funcionar la electricidad. Tus manos temblaban mientras unas chispas salían de ellas —ocurría cuando te salías de control— y casi le dieron a Natasha. Ella no retrocedió, esperabas que se moviera hacia atrás, pero solo se acercó.

Sin embargo, no ayudo. Deseaste que lo hubiera hecho, pero nada nunca te ayudaba cuando perdías el control aparte de Pietro. Los científicos de Hydra habían aprendido eso rápido y te habían puesto en una celda entre Pietro y Wanda. Ellos no querían que quemaras el sistema de sus computadoras y perdieran toda la información que habían almacenado sobre ustedes. No es que importara luego de que Ultron las borrara.

Te quejaste del dolor cuando tu cabeza martilleó y te levantaste hacia adelante, acunando tu cabeza con tus dos manos y balanceándote hacia adelante y atrás. Las luces parpadeantes se pusieron peor cuando J.A.R.V.I.S. empezó a fallar porque él seguía siendo eléctrico, a pesar de todo. Hubo un fuerte estruendo y Tony corrió fuera de la habitación, sabiendo instantáneamente que era uno de sus trajes encendiéndose.

Clint puso su mano en el paralizador de su bolsillo, sabiendo que si la situación empeoraba él iba a tener que noquearte para prevenir más daño o que alguien saliera herido. Steve se volvió hacia él.

—¿A dónde carajos se fue Maximoff? —Masculló, y Clint se encogió de hombros, sabiendo que si el chico no regresaba rápido iba a tener que usar el paralizador.

A medida en que soltaste otro grito, hubo otro estallido antes de que todas las luces del piso en el que te encontrabas estallaran, dejando todo el piso a oscuras y el olor a chamuscado detrás. Todavía quedaba una luz encendida, pero incluso esa estaba parpadeando a un ritmo creciente.

Podías sentir una oleada de energía en tu cuerpo pero no tenías idea de lo que sucedía con ella. Nunca habías llegado a estar tan mal antes ya que Pietro estaba ahí para calmarte, pero él no estaba allí.

Como tus manos empezaron a chispear aún más, Natasha se vio forzada a moverse por miedo a ser electrocutada.

Justo cuando Clint cerro su agarre alrededor del paralizador y empezó a sacarlo, un zumbido azul llegó disparado y Pietro camino hacia a ti lentamente con sus manos alzadas. Al principio no querías verlo ya que todo esto era su culpa, pero al segundo en que empezó a hablar flaqueaste y te llevo a sus brazos, mascullando palabras tranquilizadoras de alivio en tu oído mientras te calmaba. El equipo miró asombrado como la última luz dejaba de parpadear y J.A.R.V.I.S. volvía a funcionar mientras Pietro acariciaba tu cabello y te abrazaba.

El equipo sonrió ligeramente antes de irse, dejándote a ti y a Pietro tener su momento. Él te sostuvo con fuerza aun después de haberte calmado y él ni siquiera te soltó cuando quisiste irte a dormir, en cambio, él fue a la cama contigo, envolviendo sus brazos a tu alrededor y prometiéndote que nunca te iba a dejar ir.

—Te amo —masculló antes de dejarse llevar por el sueño.

—Yo también te amo, Pietro —cerraste tus ojos y te sentiste segura en sus brazos.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora