Lágrimas

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Pelear; se sentía como si tu vida entera nunca hubiera estado en calma

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Pelear; se sentía como si tu vida entera nunca hubiera estado en calma. De hecho, estabas tan acostumbrada a ello y completamente imperturbable por ello que te habías vuelto insensible a los gritos y palabras duras a través de tu vida. Así que cuando estuviste peleando con tu mejor amigo Pietro, tu solo te apagaste. Sus palabras no tenían ningún efecto porque solo eran silabas, solo sonidos básicos y las letras no llevaban significado.

Pietro estaba molesto porque te habías ido por tu cuenta en el medio de la noche sin decirle a nadie, y francamente solo querías alejarte de todos y no podías entender porque él no podía aceptar eso. Pietro nunca en su vida te diría porque estaba siempre tan preocupado y tu asumiste que era porque tenía una hermana que era su mundo, y por eso él siempre estaba preocupado por las personas.

—¡Escúchame! —Te grito, cerraste tus ojos y bloqueaste sus palabras, él trataba desesperadamente llamar tu atención pero no estaba funcionando. Pietro estaba furioso, él solo quería mantenerte a salvo pero tú no lo dejabas. Tomando esto como tu oportunidad, corriste hacia el baño de tu habitación y bloqueaste la puerta,

Pietro no se dio cuenta hasta que hiciste lo que intentabas hacer, de otra manera él te hubiera detenido fácilmente, pero esto se añadió a su enojo.

BANG. Constantes golpes hacían la puerta sacudirse, los puños de Pietro siendo la causa, él había dejado que la ira llenara lo mejor de él y exploto contra la puerta.

Suspiro tu nombre, eventualmente su voz sonando casi lacrimosa.

—Escucha: toda mi vida he querido mantener a las personas a salvo, mi hermana, Clint, y especialmente tú, no sé qué haría sin ti. Tu eres mi roca y me preocupo mucho por ti porque, mierda, te amo —hablo tratando de contenerse las lágrimas que habían comenzado a caer incontrolablemente.

Abriendo la puerta te arrojaste a sus brazos, sollozando mientras te enterrabas en su pecho.

—Te amo —lloraste en su camisa llena de lágrimas—, jodidamente mucho —continuaste levantando tu rostro y posando un beso sobre sus labios. Él abrió sus ojos para mirar a los tuyos igualmente inyectados en sangre.

Quitando una pestaña que había caído en la mejilla de Pietro besaste en donde había estado posada.

—Lo siento, debí haber sabido que te molestarías —hablaste, acariciando su cabello.

—Está bien, princesa, solo tengo miedo de que vayas a dejarme —su voz se quebró de nuevo.

—Nunca, Pietro. Nunca lo haría.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora