Las cinco veces que viste a Pietro antes de ser mejorado y la vez después

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La primera vez que lo viste fue cuando entregaste un par de panes en un apartamento destartalado. Él había contestado la puerta, su cabello en ese tiempo era de color castaño y sus ojos azules chispeaban con malicia.

—Hola —él te saludo con voz grave.

—Hola. Aquí están tus panes —dijiste, tendiéndole una pequeña cesta de mimbre. Él gentilmente tomo su respectivo pan de la cesta y se los puso bajo un brazo. Él te tendió la cantidad de dinero que debía y sonrió de manera brillante.

—Nos vemos, princesa —te dijo mientras te alejabas de él por el pasillo. No dijiste nada de vuelta mientras salías del edificio. Miraste hacia arriba y te topaste con que el hombre estaba en la ventana mirándote.

Resististe la urgencia de sacarle el dedo antes de correr por la ciudad hasta la panadería.


La segunda vez que lo viste, aprendiste su nombre—: Pietro Maximoff —dijo, tendiendo su mano para estrechar la tuya.

Tu respondiste tu nombre completo y estrechaste su, mucho más grande, mano. Era áspera, como si hubiera pasado años generando callosidades por hacer trabajos extraños. —¿Tu pedido? —Lo incitaste.

Pietro sonrió y nombro una lista de un par de todo lo que había. —Wanda dice "hola" —comentó.

Apartaste la mirada de tu escritura y le sacudiste tu cabeza. —No sé quién es Wanda.

—Sí, si lo sabes. Ella normalmente viene y pide la comida. Largo cabello castaño, conjuntos de ropa raros, mandona. Tú la conoces. Ella dice que te ve todos los días.

—Usualmente no se me los nombres de los compradores. Solo casas y pedidos —dijiste y continuaste escribiendo.

Pietro se recostó del mostrador. —¿Cuándo estará listo? —Pregunto, tú le diste la orden a Andrei, quien se encontraba del otro lado del mostrador y te susurro la respuesta.

—Andrei dice que dentro de quince minutos. Siempre puedo llevártelo a casa.

—Cuando lo hagas será la hora de la cena. ¿Seguramente ya habrás terminado de trabajar?

—Lo es, pero debes estar ocupado o apresurado por llegar a casa con tu esposa.

—¿Esposa? —Pregunto Pietro, claramente sorprendido.

—¿Novia? ¿Prometida? —Preguntaste.

—No tengo ninguna de esas —declaró Pietro.

—¿Entonces quien es Wanda? —Preguntaste, casi con curiosidad.

—Mi hermana.

—Oh —dijiste, sonrojándote por tu error.

Pietro sonrió como si hubiera encontrado tu error la cosa más adorable que había visto.

—Si las llevas, Wanda te hará quedarte a cenar —advirtió Pietro.

—Creo que puedo manejarlo —dijiste. Pietro sonrió y comenzó a caminar hacia la puerta.

—Nos vemos pronto, princesa —dijo Pietro y rápidamente salió por la puerta antes de que pudieras decirle algo.


La tercera vez que lo viste fue cuando le llevaste la comida que él había pedido hacía quince minutos. Él abrió la puerta y te sonrió, —Me alegro de verte, princesa.

Tú suspiraste. —Difícilmente soy una princesa.

—Pero eres una princesa para mí —dijo Pietro, sonriéndote.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora