Días de enfermedad (Parte 2)

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Habían pasado unos días desde que el resto de los Vengadores se habían ido a la misión. Te encontrabas mejor pero Pietro aun no te dejaba salir de la cama. Él atendía cualquier necesidad que tuvieras. Si querías el control remoto de la televisión él te lo daba antes de que pestañearas. Si querías comer él intentaba cocinar algo para ti y te lo traía hasta la cama. Él incluso había tratado de llevarte al baño una vez y tuviste que molestarte para que parara. Sabías que él solo estaba tratando de ayudar, y muchas personas pensarían que lo que estaba haciendo era asfixiarte, pero por alguna razón a ti te gustaba. Pensaste que se sentía bien que alguien se preocupara por ti. En este punto estabas segura de que él estaba enamorado de ti, podía notarse en esos ojos azules. Pietro se acababa de ir a conseguir cotufas antes de que comenzaran a ver una película. Él volvió minutos después con un tazón lleno.

—¿Te importaría si yo...? —Él hizo una seña hacia la cama—. ¿Para que podamos compartir la...? Uh...

Te moviste a un lado y él se deslizo bajo las sabanas junto a ti. Pusieron la película que los dos habían escogido aunque probablemente Pietro accediera a ver esa solo para hacerte feliz. Era una película de acción que tu habías querido ver desde hace un tiempo. La película era más aburrida de lo que esperabas que fuera y te quedaste dormida. La oscuridad que había engullido tu mente lentamente se convirtió en un sueño; estabas sentada en un campo de flores. Con el rabillo de tu ojo pudiste ver el cabello plateado de Pietro destellando bajo el sol. Te volviste hacia él y le sonreíste. Él dijo algo pero no pudiste escucharlo. Su rostro parecía solemne. Él te acerco hacia él y forzó una sonrisa. "¿Que va mal?" trataste de decir, pero nada salió de tu boca. Él sacudió su cabeza, repentinamente sentiste que algo mojaba tu mano. La miraste y viste sangre brotar de su camisa. Justo cuando comenzaste a gritar, te despertaste. Tu cabeza descansaba sobre el pecho de Pietro y su brazo te rodeaba. Sospechaste que la mala película de acción había terminado porque ya no la escuchabas. Las lágrimas corrían por tu cara, mojando la camisa de Pietro. Te sentaste en donde habías yacido y limpiaste tus lágrimas. Sentiste tus mejillas calentarse por lo cerca que habías estado de Pietro.

—¿Qué pasa, ljubezen¹? —Te pregunto mientras que las lágrimas seguían cayendo. Era demasiado terrible siquiera pensar en la posibilidad de que Pietro falleciera. Ese fue el momento que de verdad te lastimo. Fue el momento en que supiste por verdaderamente que estabas enamorada de él, también. Él limpio una lágrima con su pulgar y su mano se quedó en tu mejilla por un momento demasiado largo—. ¿Por qué estas llorando?

—Fue solo un sueño que tuve —dijiste. Estabas tan contenta de que estuviera vivo y que tú sueño no fuera una terrible verdad que ahora querías ser tú la que lo protegiera de los terrores que el mundo aguardara.

—¿De qué se trataba? —Cuestiono. Te tomo un momento responderle. Las palabras parecían no querer salir de tu boca. Finalmente las forzaste a salir.

—Eras tú —pronunciaste, sin mirarlo a los ojos—. Eras tú, muriendo —levantaste tu cabeza lentamente para mirarlo a los ojos. Él pareció perturbado pero sentiste que era porque tú lo estabas también. De alguna manera podías leer todo lo que él estaba sintiendo. No tenías la habilidad de hacer eso con nadie más. Los dos tenían una clase de conexión.

—¿Adivina qué? —Pietro te miro a los ojos—. No me iré a ninguna parte.

Sus ojos bajaron a tus labios por un momento y tus ojos miraron los de él. Ese era el momento que los dos habían estado esperando: seguridad de que los dos querían la misma cosa. Él se inclinó hacia adelante y tú inclinaste tu cabeza para que sus narices no chocaran. Sus labios se encontraron con los tuyos y se formaron a su alrededor. Él levanto su mano y la paso por tu cabello mientras que la otra estaba posada en tu espalda y tu mano se posaba detrás de su cuello. El beso fue delicado y dulce. Justo cuando pensaste que ya no podías respirar te apartaste de él. Sus frentes descansaron una con la otra mientras que los dos respiraban pesadamente gracias a la ausencia de aire.

—¿No lo viste venir? —Pronuncio su línea entre alientos, haciéndote reír.

—No, no lo hice —le dijiste y él sonrió.

Justo cuando estaban a punto de besarse de nuevo la puerta de tu habitación se abrió. Te separaste para encontrarte con una Wanda aturdida.

—Yo solo, uh... Vine a chequear como seguías —te hablo—. Pero aparentemente los dos están bien —dijo con una sonrisa y entonces cerró la puerta detrás de ella. Podías sentir tus mejillas tornándose de un brillante rojo, causando que Pietro sonriera.

—¿Avergonzada? —Pregunto con la misma sonrisa que Wanda tenía en su cara.

—No —respondiste con rapidez.

—Yo creo que lo estas —comenzó a hacerte cosquillas implacablemente. Te reíste con fuerza e intentaste hacerle cosquillas también, pero fue muy rápido para ti. Así es como debería ser. Los dos juntos sin seguir escondiendo lo que sentían realmente el uno por el otro.


 


¹Amor.



Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora