Apuesto a que no lo viste venir

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—Trataste —Pietro chasqueo su lengua y salió corriendo al tu tratarle de hacerle una broma por enésima vez.

Él siempre te atrapaba, lo que te dejaba extremadamente triste. Él salía corriendo después y escucharías sus carcajadas resonando por el pasillo.

Así que planeaste un día devolverle las incontables veces en que te hizo bromas; fuera enlazando las trenzas de tus zapatos o harina en tu secadora de cabello.

Tony y Bruce, científicos profesionales y gente brillante, dijeron que te ayudarían a hacerle una broma, porque ¿qué más iban a hacer en su tiempo libre? Les tomo una semana de lluvia de ideas. Una mala idea tras otra pero finalmente se te ocurrió una perfecta: pastel de gloobo. Cuando la víctima fuera a picarlo, le explotaría en la cara. Tony y Bruce no podían creer que les tomo tanto para que se te ocurriera eso, y menos podían creer que ellos fueran parte de ello.

—¿Es esa en serio la idea que se te ocurrió? —Dijo Tony mientras tiraba de su cabello, mirando la lista de ideas. Sonreíste y empezaste a inflar tu globo. Luego lo pusiste en una bandeja y lo cubriste con glaseado y chispas de colores, tratando de hacerlo parecer lo más posible a un pastel. Bruce mojo su dedo en la taza de glaseado y golpeaste su mano para alejarla, causando que te sonriera. Escribiste una nota indicando que el pastel era para Pietro y le agradeciste a los dos hombres por ayudarte. Con cuidado llevaste el pastel hasta la cocina y lo pusiste en la barra, poniendo la nota junto al pastel.

—¿Qué es esto? —Pregunto Clint mientras pasaba su dedo por el glaseado y lamia su dedo. Lo contemplaste y trataste de arreglar el error—. Es una broma —respondiste con una sonrisa, mirando tu obra—, para Pietro —Clint resoplo y soltó una risa.

—Él se dará cuenta, sabes —dijo Clint. Se inclinó hacia la barra y movió su café con una cuchara.

—No si tú no le dices —replicaste y te diste la vuelta para empezar a caminar—. No lo piques. No dejes que nadie lo pique a menos de que sea Pietro —Clint rodó sus ojos pero luego accedió a asegurarse de que nadie lo tocara a menos de que fuera Pietro. Sonreíste y te dirigiste a tu oficina para archivar unos papeles.

Lo que se sintió como millones de papel y horas después, escuchaste un fuerte estallido, y asumiste que fue que picaron el pastel. Te sonreíste a ti misma y rápidamente te hiciste camino hacia la cocina, en donde Pietro estaba parado cubierto de glaseado y fragmentos de globo.

—¿Tu hiciste esto? —Te pregunto con tono acusador y señalándote con su dedo. Sonreíste y te paraste junto a él, tratando de contener tu risa.

—¿Qué fue ese ruido? —Pregunto Sam entrando a la cocina, viendo el gran desastre que habías creado.

Empezaste a reír, y Sam sacudió su cabeza y se escabullo fuera. Miraste a Pietro limpiar su cara llena de glaseado y arrojarlo a la bandeja con disgusto.

—No puedo creer que hayas hecho esto —Pietro se mofo y se limpió la camisa. Pasaste tu dedo por la bandeja y lamiste el glaseado con una sonrisa.

—Apuesto a que no lo viste venir —reíste y Pietro te contemplo con fastidio—. Finalmente te atrape —te burlaste con una risa—, y es probablemente la mejor broma del mundo. No te pongas muy adelante, campeón. La harina en el secador de cabello fue muy buena, si me permites decirlo —Pietro hincho su pecho y rodaste tus ojos—. Como sea, como sea... —Murmuraste.

—¿Entonces, me darán un pastel real o...? —Pietro sonrió y tú lo empujaste juguetonamente, sacudiendo tu cabeza.

Pietro: 3.

Tu: 1.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora