Tiempo perdido y bien gastado

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Abriéndote camino por el pasillo hasta a la habitación de Pietro con cotufas y Star Wars¹ en tu mano, sonreíste alegremente

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Abriéndote camino por el pasillo hasta a la habitación de Pietro con cotufas y Star Wars¹ en tu mano, sonreíste alegremente. Hoy era noche de películas, dos noches a la semana en la que ayudabas a Pietro a adaptarse y aprender sobre la cultura actual.

Si, tal vez pensabas en poder enseñarle otras cosas acerca de la 'cultura' moderna, pero esa clase de cosas no se supone que deba pasar entre amigos. Habías visto suficiente películas románticas como para saber que tener algo con Pietro no iba a terminar bien. Pero, hey, una chica puede soñar.

Te paraste frente a su puerta para reajustar el bol de cotufas en tus brazos.

Algo estaba, ¿chirriando?

Presionando tu oreja contar el metal, sintonizaste tu oreja para escuchar el sonido de...

¿Quién carajos estaría teniendo sexo con Pietro a las siete de la noche de un viernes?

Había cuatro mujeres en el edificio: Maria, Natasha, Wanda y tú. Maria definitivamente no estaba interesada, Natasha había empezado a coquetear con Bruce y dudabas que existiera el incesto en la familia Maximoff. Y tú estabas parada al otro lado de la puerta escuchando a tu mejor amigo copulando con una extraña.

Sintiendo como tu garganta se empezaba a cerrar, tragaste y rápidamente caminaste por el pasillo hasta la cocina y pusiste el bol en el mesón de la cocina. Clint o Thor probablemente se lo comerían.

«A él no le gustas, pero no es por eso que te sientes como una mierda»,  te dijiste a ti misma. «Solo te sientes mal porque la noche de películas se canceló. Eso es todo»

Corriendo hacia tu habitación, tiraste la película en tu cama y tomaste tu teléfono, empujándolo en tu bolsillo trasero. Si Pietro no quería divertirse contigo, te divertirías por ti misma. Con mucha cerveza, preferiblemente.

Tomando un gran respiro, saliste de tu habitación, cerraste tu puerta y con un escaneado de tus ojos marchaste hacia el ascensor, casi sintiendo el alcohol en tu lengua.




Pestañeaste atontada, con el mundo girando al entrar por las puertas de vidrio de la Torre Stark. El ascensor estaba ahora frente a ti, pero sin importar que tantas veces pulsaras el botón, las puertas no parecían abrirse.

—Maldición —gruñiste, descansando tu cabeza contra el frío metal por un momento antes de estabilizarte.

Dando un paso hacia atrás, miraste de nuevo el botón y notaste que no le habías estado dando al botón durante todo este tiempo y que habías presionado una porción al azar de pared.

El viaje en el ascensor fue corto y suave, y tu parte favorita fue ver los botones de cada piso cambiar de posición y moverse en espiral, como el agua que bajaba por el inodoro.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora