Cliente inesperado |Pietro's imagines giveaway|

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Esto no era como se suponía que tenía que ir

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Esto no era como se suponía que tenía que ir.

Estabas en la ciudad de Nueva York —el lugar conocido por hacer sueños realidad— y aun así, la cosa más exitosa que habías podido ser capaz de hacer es conseguir un trabajo en un café ubicado en una calle cerca del Central Park.

Te imaginabas a ti misma en algo mucho, mucho mejor. No solo en un trabajo de salario mínimo.

Sin embargo encontraste esperanza. En este pequeño café había una televisión barata sobre la barra para que los clientes la vieran. Cuando el negocio estaba lento y te encontrabas barriendo, te encontrabas a ti misma pausada frente a la pantalla mirando como los titulares de las noticias pasaban. La mayoría el tiempo, en un día normal, las noticias de Nueva York daban actualizaciones acerca de los Vengadores. Después de todo, Nueva York tenía el derecho de estar orgulloso de ellos, viendo que residían en el medio de la ciudad en la Torre de los Vengadores.

Eso es lo que te daba una chispa de esperanza. Admitiéndolo, te habías convertido enteramente en una fan de este equipo de superhéroes y te encontraste a ti misma investigando y uniendo sus historias. Todos ellos habían cambiado, habían cambiado sus vidas y se habían vuelto mejores.

Tal vez, solo tal vez, podrías seguir sus pasos y hacer lo mismo.

Te identificabas cercanamente con ellos por una razón que nadie sabía excepto tú. Aunque nunca le habías dicho a ningún alma, tu misma poseías un poder. Ahora, ¿para los estándares de los Vengadores? No eras nada mayor que insignificante. Tu habilidad no estaba bien fundada y no era ni de cerca tan fuerte como las de los que cuidaban la ciudad.

Aun así era suficiente como para volverte loca. Como fue mencionado antes, no estaban bien fundadas. No había manera de que lo controlaras, esto solo aparecía cuando se sentía correcto. Esa era en parte la razón por la que te encontrabas en la ciudad; quizás, si podías convertirte lo suficientemente exitosa, podrías pagar la cura. O una investigación. Cualquier cosa que ayudara a reprimirlo o amansarlo.

Pero viendo que estabas estancada poniendo las tapas en los lattes y trapeando pisos no parecía que ese sueño fuera a volverse realidad.

La pequeña campana al tope de la puerta principal tintineo, llevando tu atención del libro que estabas leyendo detrás del mostrador al hombre que acababa de entrar.

Pusiste un viejo y roto marca libros en la página y lo cerraste, apartándolo para hacer espacio en el mostrador frente a ti. Tus cejas se unieron cuando recordaste que eras la única empleada a esta hora, era un tiempo fuera para los negocios y tú casi nunca tenías uno.

Este hombre era singular; tenia puesta una sudadera negra, unos jeans sueltos negros y —en contraste con todo esto— unas brillantes, zapatillas deportivas color verde neón. La capucha en su sudadera estaba en su cabeza y las cuerdas tiradas, haciéndote difícil el ver su cara. Sin embargo, no se escondían sus vibrantes ojos azules bajo la sombra de la tela.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora