La discusión

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Pietro y tú mantenían relaciones, y a pesar del hecho de que era asombroso y apasionado, le habías dicho que no podía volverse serio entre ustedes

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Pietro y tú mantenían relaciones, y a pesar del hecho de que era asombroso y apasionado, le habías dicho que no podía volverse serio entre ustedes. No querías estar decepcionada al final; y había tantas chicas corriendo detrás de él. Desafortunadamente no podías negar tus sentamientos por él y sabias que esta situación no podía durar para siempre.

Una noche, mientras el equipo y tú estaban bebiendo en la sala de Tony, Pietro entro con una chica. Ella sostenía su brazo, lo que hizo que tragaras saliva duramente.

—Chicos, ella es Miranda. Miranda, ellos son...

—Ya los conozco a todos, ¡oh Dios mío! —Ella casi grito en la habitación.

Escuchaste a Tony susurrar en tu oreja—: ¿Vas a estar bien o necesitas que vayamos a caminar un poco? Porque yo ya ni siquiera pudo soportar a esta chica.

Asentiste, incapaz de responder. Tony se levantó contigo y dijo en voz alta—: ¡Bueno chicos, nos tenemos que ir! —Todos lo miraron sorprendidos.

—¿Qué? —Pregunto Pepper.

—Tenemos... que hacerlo... —tartamudeaste con una pequeña voz.

—Quiero... que diseñe mí... ¡mi nuevo traje! No tardara mucho —Tony miro a Pepper y ella entendió.

—Ohh... ¡Oh! ¡El traje! Oh, claro. Adiós, chicos. ¡Váyanse y nunca regresen! —Pepper le dio un beso y pudiste ver que estaba preocupada por ti cuando casi saliste corriendo de la habitación seguida por Tony.

—Hey, espera —Tony atrapo tu brazo y te volteaste lo suficiente para dejarle ver las lágrimas que rodaban por tus mejillas. Él frunció el ceño y te llevo al ascensor.

—¿A dónde vamos? —Protestaste.

—Afuera. Necesitamos hablar sobre eso.

Una vez que estuvieron afuera, limpiaste las lágrimas de tus mejillas. Tony te miro y sacudió su cabeza.

—¿Cómo?

—¿Cómo qué? —Respondiste con voz apagada. Él refregó sus ojos.

—Estas enamorada de él. Me refiero, ESE hombre de cabello plateado que corre como el correcaminos¹, ¿recuerdas? —Dejaste un espacio en blanco antes de contestar.

—Si, en efecto. Lo estoy —suspiraste.

—Puedes irte si quieres. Les diré a los otros que estas enferma o algo —asentiste y él te abrazo.

—Gracias, Tony... —sollozaste.

—Ve. Y ten cuidado.

Dejaste el edificio de Tony empezaste a caminar calle abajo, finalmente respirando aire fresco. Cerraste tus ojos unos segundos, tratando de relajarte. Pero de repente escuchaste el viento y Pietro apareció frente a ti.

—¿A dónde vas? —Pregunto y casi tropezaste con él.

Esa fue la gota que colmó el vaso.

—¿Podrías desaparecerte, Pietro? No quiero verte, no quiero hablar contigo, no quiero ver a tus novias, ¡solo quiero que me dejes sola!

Él no podía encontrar ninguna palabra, pero como estabas caminando lejos de él, él atrapo tu mano y te forzó a enfrentarlo. Estabas a punto de insultarlo pero él te interrumpió.

—¿Qué es ahora? Quieres que seamos amigos con sexo, luego me odias, ¿qué mierda pasa contigo? —Podías ver la ira en los sus ojos azules pero también algo que no habías visto antes.

—No. Me. Toques —pronunciaste.

Él dejo ir tu mano.

—¿Quién es esa chica? —Preguntaste.

Pietro frunció el ceño y sacudió su cabeza, sorprendido.

—¿Qué? ¿Quién? ¿Miranda?

No respondiste su pregunta retórica, estabas suficientemente enojada. Él rodó sus ojos y rio. Impactada por su reacción, sentiste las lágrimas llenar tus ojos y corriste lejos de él, pero pronto él envolvió sus brazos alrededor de tu cintura y te acerco a él. Golpeaste su torso.

—¡Déjame sola! —Lloriqueaste.

Su sonrisa desapareció y él tomo tu rostro en sus manos para mirarte a los ojos.

—Oh Dios mío, ¿qué está pasando en esa mente hermosa..? Ella es una amiga de Wanda, nada más, nada menos —susurro.

Sus rostros estaban tan cerca que podías respirar su olor y temblaste, perdida en sus ojos azules. Su perfume te recordaba su cuerpo, y sus brazos a tú alrededor, y sus manos en tu piel sensible... y esa voz... estabas a punto de hundirte. Tragaste saliva, lista para insultarlo e irte pero nada salió de tu boca. Si no estuvieras llorando podrías jurar que sus ojos estaban mojados.

—Si me odias entonces dímelo y nunca más me volverás a ver, lo prometo —dijo en un susurro. Dejaste de respirar, totalmente incapaz de decir semejante cosa. Él continuó—: No puedo soportarlo. Debes entender... Yo era el tipo más infeliz en el mundo y tú me llevaste al cielo. Siempre recordare esa noche cuando hicimos el amor por primera vez por el resto de mi vida y recuerdo cada momento, cada suspiro, cada sonido. ¿Cómo no puedes verlo? Te tengo bajo mi piel —dijo con suavidad.

Tu corazón se saltó un latido y jadeaste, sorprendida y fascinada mientras él te contemplaba.

—No sé lo que me estás haciendo pero... no puedes cambiarlo, es demasiado tarde —finalizo con voz ronca. Presionaste tu mejilla en su mano y pasaste tus dedos por su pecho. Él estaba respirando muy rápido y podías sentir la calidez de su piel a través de su camisa. 

Al sus rostros acercarse, susurraste—: Así que...

Él inclino su cabeza para unir sus labios con los tuyos y sus miradas se cruzaron. Tu estomago se apretó, como si hubieran mariposas volando dentro de tu cuerpo. Dejaste de respirar, temiendo hacer algo mal. Sus manos se deslizaron por tus caderas, haciéndote temblar.

—¿Tienes frío? —Susurro.

Negaste con la cabeza y él presiono sus labios apasionadamente contra los tuyos, sosteniéndote firme. Tu corazón se hincho lleno de amor y deseo mientras que todo tu cuerpo se estremecía. Lo besaste plenamente en los labios y el tiempo se detuvo ya que ahora te estaba abrazando. Tus labios retrocedieron y lo miraste a los ojos.

—Pero esa chica... —jadeaste.

Él frunció el ceño y sonrió antes de darte un beso tierno para interrumpirte al gruñir tu nombre.

—¿Qué?

—Ella es gay —él sacudió su cabeza y tu reíste.

—Te odio... —mascullaste.

Él hizo una cara y se encogió de hombros.

—De todas maneras es demasiado tarde para decirme eso, nunca te dejare ir —él bajo su cabeza para presionar sus labios contra los tuyos y tu sucumbiste a su ternura, enterrando tus dedos en su suave cabello plateado. Pudiste sentir tu sangre pulsando en tus venas mientras él te besaba en el medio de la calle, con pasión, con ternura—. Estoy enamorado de ti —susurro.

Y nada sonó tan dulce; enamorado...




¹Es el personaje de la serie de llamada El Coyote y el Correcaminos, creada en el año de para Warner Brothers.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora