Cosas que dijiste cuando estabas ebrio

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Suspiraste al ver a Pietro

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Suspiraste al ver a Pietro. Él se tambaleaba mientras se hacía camino hacia el bar y sabias que era la hora de detenerlo.

Parecías ser la única que le prestaba atención al monstruo de la velocidad de cabello plateado. Los demás estaban igual de ebrios —o en camino a estarlo— que él. Aparentemente derrotar algún tipo de amenaza para el mundo significaba que podían emborrar su hígado a muerte al día siguiente.

—Creo que has tenido suficiente, Pete —dijiste, caminado hacia él. Tiraste de su brazo en un esfuerzo de captar su atención pero el solo frunció el ceño, tratando de apartarte.

—'Toy bien —gruño, al tu no dejarlo estar.

—Estás ebrio —sacudiste tu cabeza, su comportamiento te divertía ligeramente. Toda su guardia usual estaba baja y nada sobre él se correlacionaba con el generalmente distante y sobrio Pietro Maximoff—. Vamos a llevarte a casa, ¿sí? Te apuesto a que te quedaras dormido tan pronto como tu cabeza toque la almohada —trataste de engatusarlo para que se fuera voluntariamente.

—No quier-o ir a c-asa —mascullo. Su acento tan marcado que fue difícil para ti entenderlo.

Dejaste salir un suspiro.

—Me temo que no tienes otra elección, Speedy —dijiste con afecto—. Estas borracho y necesitamos llevarte a la cama. No se puede tener a alguien así corriendo por la ciudad.

—Ella tiene razón, chico —Clint acordó desde atrás de la barra que estaba manejado. Él parecía ser la otra persona sobria aparte de ti en el lugar. Le sonreíste gratamente.

—¿Me estás sacando? —Pietro hipó.

—Me temo que sí. Ve a descansar —Clint te asintió.

—No 's justo —hizo un puchero, apoyándose pesadamente sobre ti. Abrazaste su cintura con tu brazo, esperando ser capaz de mantenerlo de pie el tiempo suficiente para llevarlo a su habitación.

—Vamos, Speedy —gemiste—. Tendrás que ayudarme aquí. Tú eres como, todo músculos y yo... bueno, yo —frunciste el ceño.

Pietro pareció entender así que empezó a caminar sosteniendo algo de su peso para no derribarte.

Solo lograron llegar hasta las puertas de su destino cuando te diste cuanta de que habías dejado las llaves de la parte de habitaciones de la Torre. Gruñiste unas maldiciones antes de volverte hacia Pietro, esperando que él tuviera las suyas.

—¿En dónde están tus llaves? —Le preguntaste lentamente.

—En mi bolsillo tras'ro —rio—. Tendrás que tocar mi tras'ro —continuo con su risa mientras dejabas salir un suspiro de exasperación.

—Francamente... —mascullaste, sacudiendo tu cabeza cuando alcanzase la parte trasera de sus jeans y sacaste un llavero—. Vamos —dijiste, luego de abrir la cerradura de la puerta.

Imaginas | Pietro Maximoff/QuicksilverDonde viven las historias. Descúbrelo ahora