Imaginas de Pietro Maximoff/Quicksilver y tú. No lo veras venir.
-¿Eres una cámara? Porque cada vez que te veo, sonrío.
-¿Pietro...?
-Shh. ¿Es tu padre un panadero? Porque tienes unos buenos bollos.
-No lo es... Real...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Pietro y tú se suponía debían tener una vida normal y una relación normal a pesar de sus respectivos poderes.
Tú podías controlar el hielo y congelar lo que quisieras pero habías decidido escondérselo al mundo y tu novio respetaba eso.
La ciudad había sido atacada por un joven chico que podía controlar el fuego. Y se había decidido que los Vengadores resolverían el problema.
Tony Stark capturo al chico mientras Pietro corría a salvarte primero. Él sabía que podías defenderte pero no podía soportar la idea de que estuvieras en peligro. Una vez que entraste al Quinjet, Tony y Natasha te saludaron. Ellos no sabían que eras la novia de Pietro, ellos pensaban que solo era una amiga.
Notaste al chico rubio sentado frente a ti y frunciste el ceño. Te preguntaste si eras más fuerte que él.
Pietro se sentó junto a ti y accidentalmente contemplo a Pyro mientras jugaba con el fuego que aún estaba en su encendedor.
Levanto su cara para mirarte y te envió una pequeña flama. El fuego era uno de tus más grandes miedos y casi gritaste cuando toco tu pierna, levantándote más rápido que nunca. Pietro rio.
—Hasta tu novio se está burlando de ti —Pyro sonrió.
Pietro se encogió de hombros y negó con la cabeza. —¿Burlándome de ti? No me gustaría estar en tus zapatos en este momento.
Trataste de controlarte pero sentiste tu mano congelarse en unos segundos y golpeaste a Pyro en la cara con una sonrisa.
—Sorpresa, perra.
Pyro cayó al piso, gimiendo, pero estuvo de pie rápidamente listo para devolverte el golpe. Pietro salto para interponerse entre ustedes, levantando su puño contra el pelirrojo.
—¿Parece que alguien está enamorado de un iceberg? —Tony rio, sorprendido.
—¿Q-que? —Pietro tartamudeo, frunciendo el ceño.
—Estoy bien Pietro... Él no hará nada —susurraste, calmándolo de una vez por todas. Pietro bajo su mano para tomar la tuya y entrelazo sus dedos con los tuyos—. Está bien, bebé.
Él asintió y escuchaste a Natasha decir—: ¡No puedo creer que no nos dijeran! ¡Y ella tiene tanto poder!
Ahora era obvio para todos que Pietro y tu estaban en una relación y tu secreto ya no era uno. Pietro rio y suspiro por la incómoda situación, besándote en la frente.
—Creo que no pude mantenerte oculta por siempre —murmuro, sonriendo.
—Creo que no... —suspiraste, sonriéndole de vuelta.
