Capítulo 36

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Aonung miró a Neteyam, entre que apenas había dormido y Neteyam no paraba de hacer tonterías,  Aonung se puso de los nervios, estaba muy enojado. Le miró a los ojos.

-Más te vale que te apartes ahora mismo Neteyam, no voy a volver a pedírtelo.

Neteyam le miró y negó levemente.

-Tú lo has querido. - dijo Aonung, soltó  la daga y se acercó a Neteyam, luego antes de que él pudiera escaparse, le tomó  de las muñecas con fuerza y le obligó a tirar la daga. - Ya me he cansado de tus tonterías, no hay que tener compasión con esta rata traidora, no vamos a dejar que intente matarte y luego se vaya de rositas como si nada. Me da igual tu opinión Neteyam, esta es mi tierra y aquí mando yo, y mientras así sea se hará lo que a mí me salga de los huevos - dijo molesto, luego miró a Lo'ak- me lo llevo, haz con el otro lo que consideres oportuno.

Neteyam intentaba soltarse.

-Sueltame, me haces daño. - se quejaba.

-Ahora te aguantas. - dijo Aonung sin soltarlo, luego empezó a caminar tirando de él.

Neteyam dio un tirón y se zafo de su agarre luego se pasó las manos por las muñecas. Le dolían. Aonung le miró cuando se soltó,  se volvió a acercar a él  pero Neteyam retrocedió, rápidamente se agachó  y cogió la daga que no estaba demasiado lejos, después le amenazó con ella.

-No me toques.- dijo Neteyam

Aonung paró en seco y miró a Neteyam sin poder creérselo.

-Esto es increíble... lo único que quiero es protegerte y así me lo pagas.

-Yo no te he pedido nada. - Le dijo Neteyam

-Claro que no, porque esto es lo que se supone que debes hacer por alguien a quien quieres, no hace falta preguntar nada.

-Pues para variar podrías hacerlo, porque esto no es lo que yo quiero.

-Me da igual si lo quieres o no, esto no está a tu elección.

-Ponle una sola mano encima y te juro por eywa que te arranco los ojos.

Aonung no podía creérselo, rodó los ojos y le miró.

-Sabes qué, haz lo que te dé la gana - dijo Aonung dándole la espalda- pero no quiero saber nada si te hace algo.

Aonung se fue de allí,  molesto, estaba empezando a cansarse de ser el que siempre tiene que dar marcha atrás,  y que fuese Neteyam el que tenía que hacer siempre lo que le daba la gana.

No quiso decir más,  pero estaba muy enojado con Neteyam.

Neteyam se quedó allí  y obligó a Lo'ak a marcharse. Luego habló con Spider.

-¿Por qué has hecho eso?- dijo Spider.

Neteyam se miró las muñecas y luego miró a Spider.

-Porque te entiendo... Si tú hubieras matado a mi padre yo también hubiera intentado matarte a ti. Si que me duele lo que has hecho, pero no puedo culparte  por ello... - guardó la daga y recogió del suelo la de Aonung. -No me sirve de nada intentar matarte, eso no lo arreglaría... solo aumentaría la carga que llevo en mi conciencia por todas las muertes que he provocado...

Neteyam le miró en silencio unos segundos y luego se sentó en el suelo.

-Todo el tiempo que estuve solo, pude pensar mucho en ello... yo también lo maté... no sé ni si quiera porque... no estoy seguro... quizás era porque tenía miedo de que nos hiciera daño, a mí,  a Aonung, a Lo'ak... no puedo decirte que lo maté por razones justificables... esas las tienen mis padres, pero yo no. Lo único malo que me ha hecho a mí,  fue dispararme y bueno, cuando secuestró a mi familia... pero eso no justifica una muerte... Nosotros no tenemos el derecho de elegir quién muere y quien no... eso solo lo debería tener eywa... sin embrago, nos metemos en guerras sin sentido, solo porque tenemos miedo e ira y no sabemos controlarlos....

Negó levemente mirando al suelo y luego se rascó la nuca.

-No necesito que lo entiendas, ni tampoco que lo entiendan ellos...

Spider le miró.

-Lo siento Neteyam... - murmuró.

Neteyam miró a Spider.

-Está bien, yo ya te he perdonado Spider, ya ha acabado todo... ahora... solo puedo pedirte que huyas... porque aquí no vas a estar a salvo.

Spider asintió  levemente y se fue.

Neteyam se quedó ahí sentado, se abrazó las piernas, y de quedó sumido en el silencio, intentando convencerse a si mismo de que eso era lo correcto.

Pasó horas allí, cuando decidió volver, se levantó y empezó a caminar entre los árboles pasando su mano sobre los troncos. Cuando salió del bosque, empezó a caminar hacia la tienda de Aonung, al ver que sus cosas estaban fuera, no se molestó en entrar, las tomó y se fue de allí,  luego fue a buscar a su ikran.

Necesitaba estar solo un tiempo, y esa iba a ser la mejor opción.

Cuando su ikran aterrizó,  le colocó las cosas encima, y luego se subió encima de él y se fue de allí con el ikran.

Necesitaba despejarse y nada le ayudaría más que sentir la suave brisa rozando su piel. 

Después de un rato sobrevolando el bosque, decidió volver a donde estaba la tribu, bajó del ikran ya algo más tranquilo y fue a buscar a Aonung para tratar de explicarle lo que había sucedido.

Fue a la tienda de Aonung pero le escuchó hablando con alguien, así que decidió no entrar, y se quedó afuera escuchando lo que decían.

-Estoy tan cansado. No sabes lo frustrante que es, desde que está aquí solo peleamos todo el tiempo, yo no quiero seguir así, no puedo. Ya no lo aguanto más.

Neteyam cuando escuchó eso, agachó las orejas y miró al suelo, triste, se lo había buscado él solito. Con la cabeza, las orejas y la cola agachas, salió de allí y se fue a la playa. Se sentó en la arena, ya estaba llegando el eclipse. Así que se abrazó las piernas contemplandolo, luego se abrazó a sí mismo, acurrucandose.

No dejaba de darle vueltas a todo, llegando a la conclusión de que quizás era demasiado para Aonung, pero en el mal sentido. Sentía que era demasiado impulsivo, demasiado quizás infantil para él.  No lo sabía muy bien, solo sabía que todo había sido culpa suya y que si seguía cagandola al final Aonung ya no iba a querer verlo más.

La Ira Del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora