P2. Capítulo 13

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Neteyam intentó moverse pero pronto se percató de que estaba atado de pies y manos, además  le habían amordazado para que no gritara y le habían colocado vendas alrededor de los ojos para que no pudiera ver donde estaban.

Neteyam se retorció un poco intentando soltarse pero no hubo manera.

No oía a nadie a su alrededor y eso en parte le ponía los pelos de punta, porque no sabía dónde podía estar ni si alguien o algo lo acechaba.

Aonung, mientras tanto caminaba detrás de Zilaw. Por el camino fueron apareciendo atokirinas, lo cual Aonung captó como señal de que ese camino era el correcto, ya no necesitaba a Zilaw.

Los atokirinas seguían un camino en específico,  al ver que Zilaw iba en otra dirección, le tiró de la trenza redirigiendole a esa dirección.

-Por aquí- dijo Aonung empujandole para que continuara caminando.- vuelve a intentar desviarte y te corto la trenza.

Zilaw rodó los ojos de malhumor y siguió caminando.

Caminaron por un rato largo, hasta que el rastro de atokirinas desapareció.  Entonces Aonung dejó de caminar y miró alrededor, no veía a Neteyam por ningún  lado.  Entonces Zilaw rió.

-Me da a mí que tu diosa te ha abandonado - dijo Zilaw. Aonung le miró mal y acerca  la daga a su cuello.

-Mejor callate no vaya a ser que te tenga que callar yo. -dijo Aonung.

Luego miró a su alrededor.

Neteyam oyó los pasos, al escuchar la voz de Aonung intentó llamarlo, pero era imposible con la mordaza puesta. Resulta que  habían metido a Neteyam en un hueco que había  en el suelo debajo de las raíces de uno de los árboles.

Aonung al escuchar movimiento, miró a todos lados de nuevo y se fijó en las raíces medip sueltas del árbol. Miró  a Zilaw, entonces lo ató a otro árbol. Después se dispuso a acercarse a las raíces del árbol, cuando se agachó  a mirar y vió a Neteyam, rápidamente bajó para sacarlo de allí.  Le quitó la venda de los ojos y la mordaza, luego le desató pies y manos.

Neteyam se pasó  las manos por las muñecas porque le dolían un poco de tanto forcejear.  Aonung le abrazó justo después de terminar de soltarlo.

-Menos mal que estás bien... - dijo abrazandole.

Neteyam se abrazó a él.

-Gracias por venir a buscarme- dijo para luego mirar hacia la salida, al escuchar movimiento cerca se puso tenso, entonces se separó de Aonung unos segundos. - ¿Hay alguien afuera?

-No, solo Zilaw... pero está atado a un árbol.  - dijo Aonung mirandole, entonces Neteyam tomó  la mano de Aonung y se acercó rápidamente a la salida, pero en ese momento, Zilaw junto a otros cuatro na'vis, colocaron una miedra tapando la salida para que no hubiera forma de que escapasen, ya que alrededor de las raíces que estaban descubiertas habían colocado más piedras.

-¡Mierda!- dijo Neteyam golpeando con su puño la piedra.

Aonung miró a otro lado, se sentía estúpido por haber pensado que nadie estaba cerca, cuando era obvio que lo iban a estar.

Todo volvía a estar a oscuras excepto por pequeñas grietas de luz que había entre una roca y la siguiente. Pero pronto entre las piedras empezaron a meter tierra.

Neteyam al ver la arena caer empezó a ponerse nervioso. Si nadie los sacaba de allí pronto... ¿Quién les garantizaría que salieran de ahí vivos?

Aonung miró la arena y miró a Neteyam, también estaba preocupado y asustado en cierto modo, porque quizás estls serían sus últimos momentos y sería un final horrible, en el que los enterrarían vivos.

Neteyam intentaba mover las rocas para salir, pero él solo no podía.

-Por favor... por favor, muévete aunque solo sea un poquito - suplicaba Neteyam para que la piedra se moviera. Aonung le intentó ayudar moviendo la piedra, pero aún así no consiguieron nada.

Neteyam miró a Aonung, estaba muy asustado, sus ojos estaban llenos de lágrimas producto de la desesperación.

Aonung también estaba asustado aunque intentaba mantenerse tranquilo. Al verlo así, se acercó a él  y lo abrazó en silencio.

Neteyam lloró acurrucado a él. La arena seguía cayendo y ellos no podían hacer nada para impedirlo. No conseguían apartar las piedras y no tenían nada para tapar todos los agujeros por los que caía arena.

Además de que no veían casi nada.

Aonung intentaba consolar a Neteyam pero sin que él estuviera tranquilo, no podría ayudarlo. Solo rezaba para que Lo'ak llegara pronto y los sacara a tiempo. El reloj ya estaba empezando la cuenta atrás. Cada minuto en el que no estuviera Lo'ak, sería un minuto que estaban más cerca del trágico final.

Aonung intentó mantenerse positivo, miró a Neteyam y le secó las lágrimas.

-Vamos a intentar tapar algunos de los agujeros, así ganaremos un poco más de tiempo.

-Pero si vamos tapando los agujeros... nos quedaremos sin aire para respirar...- dijo Neteyam preocupado secandose las lágrimas.

-Es eso o esperar a que la arena termine se cubrirnos por completo... - dijo Aonung mirandole.

Neteyam asintió levemente y se agachó al suelo buscando cosas con las que poder tapar los agujeros, pero la caída de la tierra apenas le dejaba poder tantear el suelo.

Aonung empezó a buscar también por el otro lado, sin éxito.

Lo'ak y Jake estaban cerca. Cuando llegaron al asentamiento, Lo'ak buscó a Neteyam y Aonung, pero no los encontró por ninguna tienda. Entonces él y su padre salieron a buscarlos por el bosque. Lo'ak estaban con su arco el cuál había aprendido a usar mejor con el paso de los años.

Jake iba al lado de su hijo con un arma de los hombres del cielo. Estaban caminando en silencio atentos en todo momento, cuando derepente escucharon unas risas provenientes de un descampado que había rodeado de árboles. Se oían cinco voces diferentes, entre ellas la de Zilaw.

-Qué ganas de que se los trague la tierra ya, no sabes que coñazo me han dado estos días. Nunca he vivido con gente tan vomitaba- dijo quejándose Zilaw.

Los otros rieron.

-El jefe va a estar orgulloso de nosotros cuando le llevemos esto- dijo mostrando la prenda que Neteyam solía  llevar para señalar que era el olo'eyktan.

La Ira Del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora