P2. Capítulo 23

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Los restantes intentaron apagar el incendio, pero apesar de lo consiguieron, el bosque ya no era lo mismo, estaba destrozado... había cenizas por todos lados y no había una sola hierba en el suelo que no se hubiera quemado. 

Aonung, que era ahora el nuevo líder de los omatikaya, decidió,  muy a su pesar, que lo mejor era irse de allí y buscar otro sitio.

Así que luego de buscar a los niños y avisar a Norm, salieron todos de allí para buscar un nuevo hogar lejos de ese bosque.

Neteyam padecía debajo del árbol,  las cenizas que flotaban en el aire después del incendio, fueron cubriendo su cuerpo poco a poco. El thanator, se había acostado a su lado, se negaba a irse si no era con él.

Lo'ak les ofreció a Aonung y a los omatikaya, que mientras no tuvieran un hogar estable que siempre estarían invitados entre los metkayina.

Así que eso hicieron. Se mudaron al arrecife metkayina. Allí todavía no sabía nadie lo sucedido y de hecho les pilló por sorpresa ver a los omatikaya aproximarse.

Neytiri salió de la tienda para ir a recibir a Jake, al ver que llegaban todos pero no ver a su hijo en ningún lado se extrañó pero no quería preocuparse antes de tiempo, así que fue a donde estaban todos esperandoles.

Tsireya por su parte estaba con Keia en brazos y Zoawrey sujetandola de la mano, esperaban a su padre al que hacía algunos días que no veían.

Cuando Lo'ak bajó de su ikran, miró a Tsireya y sonrió levemente,  pero a pesar de eso en sus ojos se podía ver una enorme tristeza. Zoawrey salió disparado hacia su padre, el cual le tomó en brazos dándole un beso en la cabeza.

-Papiii - sonríe feliz de volver a verlo.

Lo'ak le revolvió  el pelo y le abrazó acurrucandolo.

-Yo también  te extrañé mi pequeño. - dijo mirando a su hijo, al cual no podía parar de asimilar a Neteyam.

Zoawrey al ver a Aonung sonrió aplaudiendo entusiasmado.

-Tío Nung - dijo sonriendo.

Aonung le miró a los ojos, pero no pudo sonreírle por mucho que le hubiera gustado. Solo miró a otro lado.

Zoawrey hizo una pequeña  mueca y se acurrucó a su padre, luego le miró.

-¿Dónde está Tío Teyam?- preguntó el pequeño, todos los allí presentes miraron a Lo'ak, el cual se mordía el interior de la mejilla aguantando las ganas de llorar, sentía que se la había formado un nudo en la garganta.

Jake, se acercó a su hijo y colocó una mano en su hombro intentando mostrarle que no estaba solo.

Lo'ak le miró unos segundos y luego miró a los demás, después miró a Zoawrey, no le quería contar la verdad así que solo soltó una mentira piadosa ya que Zoawrey era demasiado pequeño para afrontarse a lo que había sucedido.

-Tío Teyam tenía unas cosas que hacer... así que no ha podido venir esta vez, pero quiere que sepas que te quiere mucho

Zoawrey asintió a las palabras de su padre. El resto ya sabían lo que había pasado y Neytiri al oír la noticia, tuvo que irse a la tienda empezando a llorar. Jake, al verla, salió detrás de ella para ir a consolarla.

Lo'ak abrazó a Zoawrey acurrucandole más para consolarse a él que por dar mimos a su hijo. Luego, se acercó a Tsireya, que miró a su marido a los ojos, con cierta tristeza en su mirada.  Lo'ak apoyó su frente sobre la de su esposa.

-Lo siento... - dijo Lo'ak y luego la abrazó acurrucandola a él.

Neytiri estaba en la tienda llorando con las manos tapandole la cara. Jake se acercó  y la abrazó por detrás acurrucandola a él.

-Lo siento...  lo siento mucho cielo... - dijo abrazandola

Neytiri se acurrucó a Jake y escondió la cara en su pecho.

Aonung en tanto momento de recibimiento y de entusiasmo por los reencuentros, salió de allí,  a seguir sobrellevando su dolor. A él no le interesaba nadie de los allí presentes, solo le interesaba una persona y esa persona ya no estaba.

Fue a la orilla de la playa sentándose en la arena, se abrazó las piernas mientras miraba las olas que rompían en la costa.

Siempre se había dicho que Eywa daba pero también quitaba, no pensaba que le fuera a dar a Neteyam para luego quitarselo en tan poco tiempo. Ahora que parecía que la vida tenía un sentido para él,  ahora que ya estaba en paz con el mundo y había conseguido lo que tanto anhelaba... se había esfumado. Se le había escapado de entre las manos por no saber aferrarse lo suficiente.

Se le empezaron a caer unas lágrimas,  esta vez de culpabilidad. Habría podido ayudar a Neteyam si hubiera estado con él, si le hubiera seguido, habría podido cambiar tantas cosas, pero sin embargo, no lo hizo.

Miraba el agua cristalina recordando los grandes momentos que había disfrutado allí,  no sólo con sus amigos sino también con Neteyam. Cerró los ojos intentando grabar en su corazón cada uno de esos momentos para no olvidarse de ningún solo detalle.

Al menos, sino lo tenía con él en persona, lo podría seguir teniendo en sus recuerdos.

Rotxo que lo había seguido, se acercó  y se sentó al lado de su amigo colocando una mano en su hombro.

-Lo siento mucho - dijo Rotxo mirando a Aonung y luego  le abrazó.

Aonung no dijo nada, solo miraba al mar, sentía una presión en el pecho que le hacía sentirse inquieto.

-Ya no está... - dijo Aonung- no pude ayudarlo... no pude salvarlo

-Aonung... - dijo Rotxo- no te culpes por esto, nada le dolería más que verte diciendo esas cosas... él no piensa así y tú tampoco deberías

-¿Cómo lo sabes eh? ¿Cómo sabes que no está enfadado o decepcionado poeque le empujamos a ser algo que no quería?

-Porque Neteyam no es así Aonung, Neteyam asumió ese cargo porque os quería y quería proteger a su pueblo y a muerto haciendol hasta el último segundo. Él no quiere que te sientas así,  él hizo lo que debía y no esperaba que se lo impidieses.

-Dices eso para intentar consolarme, pero dime... ¿Qué sentirías tú si fueras él?

-Dolor, al verte sufrir y culparte de esta manera por algo que simplemente tenía que suceder y que se escapaba de tu poder. - dijo Rotxo mirando a su amigo- es duro, lo sé... no te pedimos que lo aceptes y nos pongas buena cara... no te pedimos nada de eso... solo queremos que sepas que no es culpa tuya... no es culpa de nadie...

-Ya empezamos con el rollo pacifista,  mira, no me toquéis las pelota porque esto tiene un culpable, culpables, mejor dicho - se levantó  alejándose de Rotxo- dejarme en paz de una vez, no pido que me entendáis o me hagáis compañía en un duelo que ni si quiera entendéis

Aonung salió de allí secandose unas lágrimas.

La Ira Del BosqueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora