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—No puede ser...— Susurra.

Emma sale prácticamente huyendo de la zona en la que creía que eran los baños, no podía sacar de su mente las muecas de Jay mientras que aquella chica lo  estaba masturbando con sus labios, y lo peor de todo, fue creer haber visto que él levanto la vista y la vio antes de salir despavorida.

Aunque, para Emma, lo peor de todo es cómo realmente se encontraba ahora mismo, con su entrepierna vibrando de placer y con todo su cuerpo tenso y tiritando no pudiendo controlar el sentirse así de ninguna manera.

Solo espera que Jay este tomado para que no recuerde aquel pequeño accidente, porque sabe que no se lo va a dejar pasar así de fácil si se lo propone, y la verdad es qué creía que no estaba lista para eso de ninguna manera.

—¿Algo loco en tu cabeza, bonita?— Sisea maldicioso.

Todo su mundo parece caerse a pedazos cuándo escucha qué la llama y viene hacía ella con una mueca muy divertida en sus labios.

Emma no puede no observar su cabello húmedo dándole la pauta de que se había dado un baño y todo en aquel catamarán.

Algo qué, claramente, la ponía incomoda, por sobre manera.

—¡Hey, miss universo!— La llama, tomándola por completo por sorpresa.

Ella lo mira inflando su pecho, e intentando no pensar en lo que había visto hace unos minutos, poniéndose por supuesto más que nerviosa ante la situación y por sobre todas las cosas de tener al morocho frente a sus ojos mirándola como si supiera lo que estaba pensando ahora mismo.

—¡Ay… No!— Murmura bajando la mirada.

Él la llega a escuchar y sonríe divertido relamiendo sus labios de manera lenta y constante, quería descolocar a la rubia de cualquier manera e iba a lograrlo con poco esfuerzo según él.

—¿Acaso te escuche quejarte?— Sonríe tomando uno de sus cachetes para apretarlo en un tierno gesto.

Emma se aleja quitando su mano.

Jay abre sus brazos en son de paz.

—¿No deberías de estar drogándote por ahí, quizás?— Murmura queriendo perderlo de vista de inmediato.

Incluso, se odia al saber que están solos en aquella pequeña área del catamarán.

—¡Yo no me drogo, miss universo!— Le recuerda divertido.

A lo que ella alza su barbilla apretando sus labios a la vez que mira hacia el exterior con su cuerpo temblando de miedo de que toque un tema no deseado. —¡Aha, cómo sea…!— Coloca sus ojos en blanco.

—Como sea no, miss universo. Yo no necesito meterme esas mierdas para ser cool, ya lo soy naturalmente.— Se señala y le guiña un ojo de manera fanfarrona.

A lo que ella suspira apretando sus labios.

—¿Eso es todo?— Indaga frunciendo su frente.

Jay finge pensarlo y luego le saca la lengua en un gesto divertido. —¡Nop!— Le sonríe al responder finalmente.

—¡Me estas incomodando, así que si no te molesta te voy a pedir que te vayas y me dejes tranquila!— Le hace saber con un movimiento de mano para que se retire.

Jay suelta una carcajada y acaricia la comisura de sus labios con una sonrisa de costado bastante traviesa. —¿En serio?— Relame sus labios acercándose a ella de manera algo peligrosa para el punto de vista de la rubia.

—Si.— Parpadea al responder.

—¿Estás segura de verdad?— Achina sus ojos al insistir.

Emma no puede hacer más que suspirar y apretar sus labios incomoda. —¡Perfectamente Jay, solo ándate!— Sentencia apretando sus labios y manteniéndose firme por sobre todas las cosas.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora