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Emma había finalizado su escritura hasta el momento.

Le había dado tiempo de poder retratar por el capítulo que había pertenecido al día de ayer.

—¡Qué podría ser peor qué contar tu experiencia al mundo, fingiendo qué nos vos!— Se burla, rodeando los ojos.

Esta extrañada de qué Jay no hubiera vuelto.

Además, de qué reconoce estar completamente aburrida y cuándo es eso sucedía, era un problema, ya qué su cabeza se toma el atrevimiento de comenzar a pensar en Jay.

—¿Y por que no volvió?— Hace un leve puchero.

Mira la hora en la tablet, con una mueca de disgusto en sus labios, al saber que le queda muy poco de batería y que el día de mañana debería de poder contar con un poco de sol para que la misma pudiera recargarse.

Al menos, si ya podía asegurarse de que no hubiera lluvia y aquella terrible tormenta eso podía llevar a ayudar a que la misma se recargara un poco al menos para poder continuar con sus escritos.

—Es suficiente por hoy, hablar tanto tiempo sola y escribír basado en un personaje ficticio cumplió su cuota diaria.— Susurra.

Muerde su labio inferior, y sonríe al guardar la misma en su cartera.

Había sido un regalo por parte de los tres hermanos, y no podía dejar de sentir cierta melancolía al respecto de todo lo que estaba ocurriendo.

—Los extraño tanto, sólo espero que no estén sufriendo cómo lo estoy haciendo yo.— Remoja sus labios.

No quiere llorar, y se mentaliza para que no ocurra ahora mismo.

Revuelve su cartera buscando su bálsamo labial y su crema de día.

Coloca un poco en sus mejillas, pero más que nada en sus manos.

Guarda la crema y vuelve a soltar un suspiro sintiendo su piel mucho más amena, repartiendo el excedente en sus brazos, otro punto muy sensible de su cuerpo que necesita a gritos un poco de cuidado.

Las heridas ardían, pero la sensación de tener su piel suave era mucho más satisfactorio que aquel pequeño ardor...

—Quiero verlos, realmente quiero estar con ustedes, y quiero que esto se termine, ni siquiera sé cuántos días vamos y ya parece que son tres meses.— Bufa.

Aprieta sus labios y toma su bálsamo labial en forma de huevito en color verde pastel, para colocar el mismo directamente desde el envase, ya que para eso mismo estaba diseñado.

La sensación de la menta chocando con sus labios era realmente admirable y algo que la ponía de buen humor.

—No puede estar pasándonos esto.— Demanda frustrada.

Quería bañarse, sentir su cabello suave y su cuerpo limpio, y a pesar de que en las últimas horas había pasado mucho más tiempo mojada y dentro del agua que fuera de la misma, eso no significaba que Emma no se sintiera sucia todavía.

Anhelando y deseando un gran baño caliente.

No exigía baño de espumas ni una bañera llena de sales o pétalos de rosa, sólo quería agua caliente contra su cuerpo y una bata abrigada sobre sus hombros al finalizar.

—¿Tan difícil es traer baños quirúrgicos?— Se burla de sí misma.

Y si bien, siempre sus hermanos y su mejor amigo, con el que ahora estaba compartiendo estadesgracia, se habían burlado de qué siempre llevaba en su cartera cosas extremadamente innecesarias, ahora mismo, no podía dejar de pensar en que un baño quirúrgico le hubiera venido de maravillas en esta situación.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora