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Evan se siente flotando en estos instantes, parecía que cada vez que avanza, la isla, la niebla, e incluso tanto Emma cómo así también Jay, parecían estar cada vez más lejanos a él.

—Mierda.— El dolor en su tobillo empezaba a hacer algo de efecto y eso alentaba su caminata.

—¡Evan!— Había escuchado que su hermana lo había reconocido a través de la niebla...

—¡Emma!— Suelta ronco.

Eso había sido el impulso principal para poder seguir continuando, a pesar del dolor, y a pesar de la dificultad.

Necesitando estar frente a ellos, tocarlos, poder saber que se encontraban en perfectas condiciones, cerciorarse de que eran efectivamente ellos dos, de que no era un sueño, de que esta sucediendo en realidad, qué había sido ese día que todos habían estado esperando, que sé había hecho esperar de una manera verdaderamente desorbitante.

—¡Sólo un poco más!— Demanda a si mismo.

Su cuerpo tiembla, y ya no tenía ni la menor idea de si era debido al frío, a las náuseas o simplemente era un producto de su imaginación por todo lo que esta sucediendo.

Se sentía enfermo, podía sentir cómo la cabeza le dolía horrores y cómo no había forma de que pudiera continuar avanzando si no soltaba un grito desgarrador desde lo más profundo de su pecho.

—¡Carajos!— Insiste.

Lo primero que visualiza cuándo llega a la orilla es su mejor amigo tirando de él, mientras que le extiende una mano, con una mueca de costado en una especie de sonrisa irónica.

—Me alegra que seas la primer persona que vemos.— Demanda tirando de su mano para que pueda subir a la arena.

Evan, traga saliva arrugando su entrecejo y sintiéndose absolutamente confundido, estaba desesperado por verlo, y ahora que lo tenía enfrente, no podía gesticular una sola palabra.

—Alguien te necesita.— Le guiña un ojo.

Evan la mira.

Quería lanzarse a sus brazos de forma desesperada, incluso, esta gritando a los cuatro vientos para sus adentros lo mucho que le agradecía a Jay dicho gesto.

Valía más que cualquier cosa, esta teniendo la posibilidad de abrazar a su hermana pequeña, de contenerla entre sus brazos, de demostrarle lo mucho que la había extrañado, de demostrarle la felicidad que tenía por estar frente a ella al corroborar qué esta viva, que no se habían equivocado en pensar aquello, qué habían hecho absolutamente todo lo correcto al no rendirse y seguir peleando, buscando investigando hasta agotar todos los medios y puntos de partida.

—¡Emma!— Suelta.

No pasa por desapercibido que había sido su mejor amigo el que le había entregado a su hermana, teniendo una idea de cómo es que él lo había pasado durante todo este tiempo, conociendo a la perfección su historia y como él se había comportado para cuidar la pequeña, pero al ser su mejor amigo, comprendía perfectamente que había sido el más afectado por todo esto, y aquello hablaba de una manera verdaderamente gloriosa sobre Jay.

Aquello era algo de lo que Evan no se olvidaría nunca jamás, había mantenido a su hermana con vida, no obstante, el hecho de qué Jay se hubiera hecho a un costado...

Sabiendo lo mucho que se habían extrañado y lo mucho que se necesitaban, quedando en un segundo lugar, tan solo para que él pueda abrazar a su hermana, le daba la pauta de qué no había mejor amigo que el que pudieron haber obtenido de la vida.

—¡No puede ser!— Sisea.

—Evan.— Emma llora.

—¡Tranquila!— Evan, traga saliva acariciando su mejilla. —¡Tranquila, estoy acá...— Suspira cerrando los ojos sin poder dejar de tocar sus mejillas.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora