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—Quiero besarte, Emma... Desde hace mucho tiempo... Y no me quedé satisfecho con ese tonto beso de la olla.— Es sincero.

Ella cierra los ojos y vuelve a abrir los mismos. —Jay...— Titubea.

Está esperando encontrar alguna mueca de burla o algo que le diera la pauta de que él no esta hablando de verdad.

No obstante, en cuanto clava, nuevamente, su mirada en su rostro se da cuenta de que él no está bromeando de ninguna manera.

—Necesito volver a hacerlo, miss universo.— Pide tragando saliva, con una mueca de dolor en su rostro.

Su acercamiento se hace cada vez más oportuno, para darle la pauta de que lo que está diciendo es la verdad, y que sí ella no hace algo al respecto, lo más probable es que comience a besarla sin su consentimiento.

Por más que ahora mismo está esperando justamente eso.

—¿Para luego dejar de hablarme o tratarme mal?— Balbucea con el entrecejo fruncido.

Él sonríe mientras que muerde su labio inferior y con la cabeza no pudiendo quitar la vista de sus labios. —No se que pasara después, pero la necesidad de besarte es cada vez más inmediata y escapa de mí, Emma.— Argumenta tragando saliva.

Al punto de darse por vencido.

—Eso no responde mi pregunta, y no me da tranquilidad cómo para dejar que me beses.— Arquea sus cejas.

Quería parecer fuerte, quería demostrarse cómo una mujer fuerte y no la niña tonta que estaba enamorada del mejor amigo de sus hermanos, suponiendo que aceptaba sus sentimientos por él y ese era el punto.

—¿Pero si lo estas pensando, es que es una oportunidad, no?— Sonríe mordiendo su labio inferior.

—Egocentrico.— Murmura rodeando los ojos.

Jay sube sus manos divertido. —¡Un poco, miss universo!— Le guiña un ojo.

Emma no deja de pensar en que él quería besarla, y que dicha petición parecía ser bastante verídica.

—¡No puede ser!— Muerde su labio inferior.

—¡Estoy seguro de qué vos también querés hacerlo!— Le guiña un ojo.

No lo piensa ni dos veces y se lanza hacia sus labios para comenzar a darle un beso.

Suave, rico, sensual, en dónde sus lenguas poco a poco comienzan a jugar en sus bocas, tocando cada rincón y saboreando lo más profundo de cada uno de ellos, que hacía tiempo querían sentir, y no sé animaban en ninguna oportunidad a expresar lo que sentían de esta manera.

—Emma...— Jay suelta un pequeño jadeo atragantado por sus labios al sentir la necesidad de no poder separarse de ella.

Intenta profundizar el beso acercando su mano hacia su nuca, para evitar que se separen por más falta de aire que los dos se necesiten.

La falta de aire se hace más que necesaria y un impedimento para seguir con lo que están haciendo.

Es por eso mismo que el beso llega a su final.

Jay aleja su rostro del de Emma, con la respiración entrecortada y sus labios mojados abiertos.

Ambos se quedan observandose...

Mutuamente con una actitud de asombro recíproco, callados y asustados, sorprendidos, quizá, de esa actitud de los dos y de aquél beso tan profundo y con tanto significado para cada uno de ellos.

Emma creía que había un poco de atracción física y espiritual, que ninguno había manifestado hasta ese hermoso beso, y a pesar de que necesita seguir pensando ese beso, para intentar encontrarle una vuelta y un sentido... Jay quita poco a poco la mano de su nuca, y es en ese pequeño instante en el que la conversación entre los dos se vuelve a reiniciar, quedando muy atrás el hecho de que él se sentía mal y por sobre todas las cosas con fiebre.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora