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—¿Es bueno estar en casa, verdad?— Logan le guiña un ojo.

Ella infla su pecho suspirando y observando a su alrededor. —Es raro y completamente lindo a la vez.— Sonríe.

Tenía que admitir que sí, la última semana había sido una completa locura hasta que pudo salir de la clínica.

Y todavía no se sentía lo suficientemente relajada cómo para poder poner sus ideas en orden.

—¡Lo sé, es extraño, también para nosotros!— Sube sus hombros.

—¿Alguno volvió? Digo, mientras nosotros estábamos en la isla.— Pregunta mordiendo su labio inferior.

Evan sonríe. —Ellos dos si, yo no pude.— Admite pasando una mano por su nuca.

Emma, tiñe y sus mejillas de colorado al empezar a relacionar un montón de cosas que va hilando a través de su hermanos.

Esta muy conmociona por el cambio radical que había tenido Evan para con ella, lo mejor de todo es qué era tan genuino que creía qué estaba viviendo una realidad con la qué siempre había soñado.

—Alguien tenía que ponerse a trabajar y por supuesto que no iba a ser Evan, ya sabemos que al enano le va más lo de fumar y tomar cafe bajo el sol.— Logan bromea.

El menor sonríe de costado. —Imbecil.— Murmura gracioso.

Emma sonríe, levemente, para luego su sonrisa comenzar a descender a una mueca fina de sus labios apretados. —Debio de ser difícil para cada uno de ustedes, lo siento realmente, no puedo dejar de pedir disculpas.— Lo míra.

Logan tuerce su entrecejo.

Evan aprieta sus labios. —Lo bueno es que estamos todos acá, son cosas del pasado qué hay qué empezar a superar, con el tiempo será una anécdota para contar en alguna cena.— Murmura.

—Lo se.— Afirma apretando sus labios.

Su psicólogo había estado a su disposición desde el primer momento en el que abrió los ojos en la clínica, y Emma, no había dudado ni un sólo segundo en poder recurrir a su ayuda.

Probablemente eso, fuera, una de las mejores decisiones que había tomado.

Se esta tomando las cosas con mucha soltura, y todo parecía funcionar, exceptuando sus pesadillas.

—No hablaremos de todo esto si te hace mal, tomara el tiempo qué tenga qué tomar, estaremos bien ahora qué estamos todos juntos.— Ray suspira.

Ella sonríe. —Solo recordaba, los días en la clínica, en realidad.— Murmura.

Había podido ponerse al día mientras que su cuerpo se iba preparando, poco a poco, para poder recibir el alta.

Ray, había sido el encargado de entregarle un nuevo teléfono celular, y su tan apreciada tablet, teniendo que admitir que había sido gracias a Jay, qué la habían podido traer.

Contando lo que Evan le había dicho, del rescate y de cómo se había preocupado cuándo su padre trajo todo.

El mismo, se había ocupado de poder filtrar los mails más importantes, y quitar todo el amarillismo posible de su computadora.

Habían contactado con su psicólogo, para poder tener alguna referencia de cómo empezar a ambientarse en el mundo actual, siguiendo alguna que otra recomendación de ver videos de personas que estaban en realities en las que estaban alejados de sus familiares, o a las que les había pasado de este tipo de situaciones lamentables.

Gracias a este contacto, habían podido llevar la situación de una manera mucho más sencilla, iniciando por las buenas noticias.

Emma era un furor en las redes sociales de los lectores apasionados de las plataformas virtuales.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora