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Jay había terminado, nuevamente, de dejar las prendas de Emma a un lado de la fogata, para que no corrieran riesgo de incendiarse.

—Supongo que podría ser peor.— Susurra ante el invento que había echo con el fuego a su alrededor.

Deseaba que los encontrarán, no específicamente porque él se encontraba mal respecto a la supervivencia, sino porque sabía que la que la estaba pasando terriblemente mal era Emma.

Ël podía tolerar aquella vida por unos meses, teniendo en cuenta que era imposible que no pudiera dar con ellos.

No tenía idea de a dónde los había llevado la marea, estaba más que seguro de que tampoco el océanos era tan extenso cómo para que las aeronaves o aviones no pudieran adentrarse hacia dónde se encontraban.

—Si, puede ser peor.— Sonríe con esperanza.

Era cómo un retiro espiritual, y de ese modo es qué se esta tomando toda la experiencia.

—¡No pierdas el eje, Jay!— Se dice a si mismo.

El anhelo de ser encontrados era pura y exclusivamente dedicado a que pudiera ver el momento exacto en el que la sonrisa y la mirada de asombro y de felicidad por parte de Emma de hicieran presentes.

Que recordara cuándo quiso darse por vencida, cuando hacia berrinches llorando noche tras noche al creer que sus hermanos jamás los encontrarían.

Qué tuviera presente todo lo que Jay había echo para lograr la permanencia de los dos, para cuidarlos y para qué no le faltará nada dentro de lo esencial.

Que se reducía a comida, baño y un lugar cálido dónde dormir.

—¡Uno menos!— Sacude sus manos exsausto. —¡Maldición!— Se queja, frustrado.

Intentaba no pensar en las perfectas piernas que Emma tenía desnudas en aquella carpa a muy pocos metros de él.

—¡Es la hermana de tus mejores amigos!— Gruñe.

Su mente le juega una muy mala pasada a todo momento, volviendo a recordar qué es lo que había sentido cuándo la vió.

Incluso, se había dispuesto a realizar cualquier cosa que estuviera a su alcance para poder tener la mente ocupada en otra cosa y por más que había intentado ir al océano a echar un vistazo para ver si podía pescar algo, lamentablemente las olas rompían con demasiada fuerza, gracias a la tormenta.

—¡No puedo con esto!— Sisea.

Recalca una y otra vez que los pensamientos impuros que está teniendo son completamente una locura...

Se cree que es una mala persona por estar pensando de esa manera y de esa forma de la hermana pequeña de sus mejores amigos.

Lo único en lo que debería de pensar respecto a ella es en un cuidarla y protegerla, que ningún baboso o desubicado tenga los mismos pensamientos que él está teniendo en estos momentos.

—¡Sos un imbécil, Jay, un imbécil!— Demanda.

Se siente sucio y confundido y no puede hacer nada al respecto para no pensar.

—¡Voy a enloquecer!— Sisea mordiendo su labio inferior.

Mira hacia la carpa y traga saliva al volver a observar la silueta reflejada de Emma estando en la misma posición en cuanto él la dejó.

—Mantene tu cabeza fría, Jay.— Sisea entre dientes.

Su cuerpo de lo obnubilado que se encuentra por sus pensamientos sexuales, no se da ni idea de el frío que tiene y de cómo está respondiendo el mismo ante todo lo que estuvieron pasando durante estas últimas horas al exponerse de esas maneras.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora