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Su madre aprieta sus labios moviendo su cabeza hacía un costado.

Una pelea más.

Una nueva mueca de disgusto por parte de Lucius, dejando más que en claro qué no esta para nada de acuerdo con la actitud de su único hijo.

Jay, de ningún modo, tenía intenciones de hablar de ese tema, incluso creyó que el portazo que había dado en su habitación había sido más que suficiente para que su madre comprendiera cómo indirecta que en ese momento no estaba disponible para tener una charla maternal y menos que menos para recibir a nadie en su habitación.

—¡Carajos!— Bufa.

Ama a su madre, y no había nada ni nadie que pudiera llegar a cambiar de parecer lo que él sentía y pensaba por ella.

Su madre era una persona qué lo comprendía, que siempre intentaba poner un punto medio a toda esa infancia qué Lucius quería que su hijo tuviera, de igual manera, que a esa adolescencia en la que lo obligaba a tomar tantos cursos.

Lamentablemente, no podía comprender que su padre no era mala persona, que simplemente pensaban de forma diferente.

Qué había modos de decir las cosas, y modos de poder expresar las decisiones, qué ninguno de los dos sabía expresarse con certeza, qué necesitaban clases de comprensión, y ante todo, necesitaban poder entenderse el uno al otro, sin juzgarse, poniéndose, de verdad, en el lugar de la otra persona.

—¿Podemos hablar?— Pide con una pequeña sonrisa en su rostro.

Su hijo solo suspira, negando con la cabeza, moviendo el mouse enojado, con la mandíbula trabada, dejando más que en claro qué lo que menos quería era hablar.

—¡No creo que sea conveniente ahora mismo!— Sisea rodeando los ojos.

Su madre sonríe. — Solo serán unos minutos cielo, luego tengo que a ir a la empresa a ayudar a Esteban.— Explica con voz dulce.

Aquella voz de la que Jay no podía decir absolutamente nada, con la que cedía ante todo, porque encontraba en ella qué no había maldad, qué lo estaba pidiendo de corazón.

—Siempre que ambos expresamos nuestras discrepancias, y vos querés hablar conmigo, es nada más y nada menos que para ponerte del lado de Lucius, así que la verdad prefiero evitar ese paso.— Escupe con algo de recelo.

Su madre sonríe dulcemente.

—¡No me pongo del lado de nadie, corazón, tan sólo quiero poder entender porque les cuesta tanto poder entenderse los dos, incluso estoy más que segura de que son padre e hijo y eso debería de ser suficiente para que cada uno ponga de su parte!— Sube sus manos de manera delicada.

Jay sonríe, amaba cuando su madre se movía de aquella forma, ella solía ser una mujer muy refinada, delicada y modesta, era un encanto de personas, y le encantaba poder fijarse en cada uno de sus movimientos, sonríe, incluso, cuando ella los hace.

Creía poder recordar dichos movimientos en algún momento, creía qué si la recordaba de esa manera no se enojaría cada vez que su madre le diera un consejo para una mejor comunicación para con su padre.

Al mismo tiempo que sabía que lo hacía pura y exclusivamente porque se preocupaba por ambos, porqué habían querido formar aquella familia, ambos lo deseaban, y que hoy en día eso fuera un echo era realmente todo lo que estaba bien, un sueño cumplido, un proyecto familiar que avanzaba paso a paso.

Por eso mismo, también, es que ella se tomaba de manera muy personal que su hijo y su esposo no pudieran congeniar, en algunos momentos.

Era algo que le dolía horrores ver, que quería poder involucrarse hablando con ambas partes, para que las mismas fueran un poco me la frías y duras con el otro lado.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora