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Jay, angustiado, obvserva con detenimiento a su alrededor, no hace más que evaluar cuáles son sus posibilidades.

Emma se sigue recuperando de la subida.

No hace más que estar recostada en el suelo con sus brazos sobre su pecho, agotada suspirando y recuperando el aire que intenta llegar a sus pulmones de manera real.

—Estás demasiado pensativo.— Murmura.

A pesar de que le cuesta respirar y no pudo recomponer su aliento, no puede dejar de mencionar aquello.

Tampoco podía dejar de estar al pendiente de cada movimiento que hacía Jay a su alrededor,  pensando todo el tiempo en ese beso y lo que había significado para ella, no pudiendo callar su mente al desconocer que es lo que había significado para él, siendo el detalle más fundamental y del cuál más preguntas se hacía.

—Solo me estoy tomando unos momentos para apreciar lo que tenemos a nuestro alrededor... A pesar de que no sea en las mejores condiciones, me gusta estar siempre al pendiente de lo que sucede.— Explica apretando sus labios.

—Espero que eso sea algo bueno, aúnque se escucha cómo algo malo... Supongo que ya fue más que suficiente con el numerito que hice por el día de hoy con mi torpeza.— Continúa.

—Observar no tiene nada de malo, miss universo... Y a veces creo que lo hago por tener control de las cosas que me rodean.— Explica deliberadamente.

Hace una mueca con sus labios al no darse cuenta de que está dando, por demás, demasiada información sobre él.

Algo qué endulza los oídos de Emma y se sorprende de que Jay este hablando de esa manera tan profunda para con ella, sabiendo que no hace más de unos buenos minutos estaban discutiendo por la frustración que ambos tenían.

—¿El control?— Murmura algo atragantada.

Jay sonríe. —Me gusta tener el control.— Agrega mirándola fijamente.

Su mirada es directamente fuego y logra dejar callada a la hermana pequeña de sus mejores amigos sin necesidad de volver a tener que hacer siquiera otra mueca.

—Ya veo.— Susurra delicadamente.

Jay vuelve a reír. —No te asustes, miss universo.— Le guiña un ojo.

Por su cabeza pasa todo el tiempo la idea de tener que estar agradecida para con Jay, debido a que se había esforzado, preocupado y ocupado de poder mantenerla con vida.

Emma desconocía cómo es que había terminado en el agua, se encontraba completamente fuera de su conciencia y desmayada, gracias a los golpes con las rocas en la caída.

No se había dado cuenta de cuánto tiempo había durado en la misma posición.

—¿Estás bien? No me refiero de ánimos sino que de estado corporal.— Cuestiona parpadeando ante el silencio de Emma.

Solo se escucha su respiración agitada, podía ver como su tórax subía y bajaba con gran precisión, al no estar trabajando a ritmo normal.

—Me siento mareada.— Admite débilmente.

Jay aprieta sus labios. —Estás algo pálida... Puede que sea la falta de azúcar y el hecho de que todavía estés temblando de miedo.— La analiza.

Mira su cuerpo pálido temblar, de manera delicada y calmada, se agacha hacia ella y aprieta sus labios.

—¿Temblando?— Titubea.

Emma sigue cada uno de sus movimientos con sus labios entreabiertos, no queriendosé perder detalle alguno de los mismos, llegando a pasar por su mente la demente idea, y necesidad, de querer que él la volviera a besar.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora