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Jay aprieta sus labios acercándose hacia Emma, la misma juega con el agua, mientras que hace muecas con su rostro.

Jay se había ido a bañarse y cómo ella no había tenido ánimos para hacerlo se habia quedado a un lado del océano cargando su tablet, con la luz solar, para poder continuar con su escritura.

Tenía que reconocer que había avanzado un montón en la misma y que queda vez se encontraba más inspirada en seguir contando parte de su historia, hablando desde la perspectiva de dos personajes completamente ajenos a ellos.

Aquella había sido su propia condición para poder darse el placer de escribir y concentrar su mente en otra cosa que no fuera estar pensando y lamentándose por completo ante el hecho de que todavía nadie los había rescatado, y que peor aún no había novedades ante que los estuvieran buscando.

Si bien, si hubiera un simple indicio de que los estuvieran buscando, ellos mismos se hubieran dando cuenta de inmediato y hubieran puesto en acción la fogata que tenían programada y armada desde hace meses.

Incluso Jay era quién corroboraba todos los días de ocuparse de que a la misma no le entrara humedad y se mantuviera seca y al resguardo para poder encenderla en el momento adecuado.

—¿Estás bien?— Cuestiona achinando sus ojos.

Al mismo tiempo que deja un beso en su cabeza antes de tomar asiento a un lado de ella.

Emma sonríe sin que dicha sonrisa llegue a sus ojos, es por eso mismo que las sospechas de Jay se hacen aún más visibles, temiendo que algo malo le esté sucediendo ahora mismo. Cuándo en realidad ellos, entre los dos, estaban muy bien, y se podría decir más que bien, en realidad.

—Solo estoy algo pensativa.— Comenta queriéndole restar importancia.

No obstante, para Jay, que ella de encuentre distinta a lo que siempre es, ya es un echo para darle importancia y actuar completamente a todo lo contrario que ella quiere insinuar.

Relame sus labios, y observa su tablet, la misma está encendida y en capitulo que está escribiendo el día de hoy, cuándo Jay presta un poco más de atención se da cuenta que es el capítulo número treinta, queriendo decir que ya llevan, justamente, un mes en dicho lugar.

Un mes perdidos, un mes sin ver a sus familias, un mes en el que no saben que está ocurriendo allá afuera, y un mes en el que Emma tuvo más días de altibajos que buenos días.

Una cosa es cuándo están juntos, que a pesar de que es la mayoría del tiempo, suelen tener momentos en soledad, y es justamente allí  cuándo todo lo bueno que Emma había obtenido de estar con Jay se caía poco a poco a pedazos al recordar que estan en el medio de la nada, que anhelaba a su familia y que se moría de ganas de poder ver una vez más sus rostros y darles un fuerte abrazo a cada uno de sus hermanos.

—¿Treinta días, eh?— Infla su pecho y coloca sus manos por encima de sus rodillas.

Emma suspira.

No quería que él tuviera que soportar una conversación de esa índole.

Siempre que tenía altibajos era la única persona que estaba así para ella, para poder apoyarla y para poder recordarle que todo iba a estar bien.

Se sentía que era una carga completa, todo el tiempo esta triste y refunfuñando al respecto de que nadie los iba a rescatar, y no podía creer que hubiera pasado tanto tiempo en el que las búsquedas no fueran efectivas.

Lo cuál la lleva a pensar qué, no tenía ni la menor idea, de dónde es que ellos se encontraban o qué podían a llegar a estar realmente mucho más lejos de lo que se imaginaban de dónde vieron por última vez el catamarán.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora