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Esta sorda de tanto dolor y tanto placer a la vez,  realmente quería explotar y explotó a puras lágrimas.

De la nada comenzó a llorar, mientras que Jay se sentía cada vez más miserable, sin embargo, quería que ella creyera en sus palabras, que el dolor era momentáneo, que disfrutaría lo que seguía, y es por eso mismo que se decide a besar sus ojos delicadamente.

—Ya pasa... Ya pasa...— Promete.

Besando y recorriendo cada una de sus lágrimas, para luego besar sus mejillas y continuar con la penetración, sacando y metiendo suavemente su pene en su vagina, no dándose cuenta, de que poco a poco, el dolor ya no existía y justamente gracias a eso a los pocos minutos, Emma llegó a un orgasmo, sintiendo que su vagina ejercía presión en el pene de Jay, lo cual pudo notar que a él le fascinaba.

—Te dije que te gustaría.— Suelta con un suspiro entre jadeos.

Ella sonríe mordiendo su labio inferior. —Si... Me duele mucho menos, pero me gusta, no pares.— Pide pérdida en su excitación.

Sorpresivamente Jay quita su pene de su vagina y comienza con su lengua a acariciar su clítoris, teniendo su cuarto orgasmo en su cara, no dejando de recoger cada uno de ellos, para, luego, subir a su rostro a darle un beso, luego con sus dedos acaricia poco a poco los labios de su vagina, y le succiona a más ya no poder su clítoris.

Quería calmar su dolor.

—Quiero que ahora seas vos quién lo meta.— Exige.

—No, hacelo vos.— Responde tímida.

Jay sonríe —Todo corre por cuenta tuya ahora, miss universo.— Responde.

Le sonríe y se recuesta a su lado.

Emma traga saliva y valor para colocarse encima de él... Con sus manos pequeñas toma su pene, y con algo de miedo y dificultad se penetra a ella misma, algo que tenía que reconocer que era por demás súper excitante.

—Carajos.— Murmura, él, completamente caliente.

Jay sonríe al colocar sus manos a ambos lados de sus caderas para marcar el ritmo, a medio de su necesidad de acabar y de no poder, por mucho tiempo más, soportar la presión de su pequeño centro apretado alrededor de su pene.

Es por eso que ajusta los movimientos con una mueca completa de excitación y comienzas tener su primera descarga adentro de ella.

Emma podía sentir, cómo su líquido caliente iba mezclándose con los de ella, al mismo tiempo, qué jadea completamente exitado, cómo si fuera un completo animal, que se contenía, porque Emma sabía que se estaba conteniendo para no dañarla.

—Mierda, Emma.— Demanda.

Suspira juntando su frente con la de ella, mientras que la atrae hacia sus labios, tomándola desde su nuca para besarla...

Estaba agotado, la fiebre y tener sexo no era, en absoluto, una buena combinación, pero él estaba sabiendo llevar el ritmo de manera profesional, al mismo tiempo que disfrutaba completamente de todo lo que estaba pasando.

Emma cae sobre su pecho con un suspiro y pequeñas gotas de sudor en su rostro.

—Sos hermosa.— Acaricia su espalda por unos minutos, haciendo círculos en la misma, para dejarla descansar por unos instantes, porque no pararía allí, estaba deseoso de más, más de ella.

—No lo creo, estuve horrible.— Se burla de sí misma rodeando los ojos.

—Quiero que me masturbes.— La sorprende.

Emma traga saliva y levanta su vista para encontrarse con sus ojos.

—¿Cómo lo hago?— Cuestiona con un pequeño puchero en sus labios.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora