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Jay se había quedado tan ensimismado en sus palabras que no podía concentrarse en volver a actuar de manera desinteresada.

—¡Realmente no lo hago adrede!— Admite subiendo sus hombros.

Agregando una pequeña mueca de dolor en su rostro.

—¡Lo sé!— Se queja frustrado.

Lo único que lo hace volver en si, y salir de lo abrumador que son sus pensamientos es el echo de que Emma lo está mirando parpadeando, cómo si quisiera, y necesitara saber que es lo que esta pasando por su cabeza.

—Yo no entiendo, que hice de malo, además de lo obvio cómo para qué estés así cuándo ya te pedí perdón.— Puntualiza.

La intriga era mucho más grande que otra cosa y no se podía permitir quedarse con la duda.

—¡No lo hagas más difícil!— Pide.

—¡No estoy haciendo nada!— Se excusa.

Jay murmura. —Justamente.— Siendo eso lo qué más rabia le generaba.

Emma en estos instantes está haciendo hasta lo imposible de esfuerzo por no preguntar, mordiendo su labio inferior y llamando por demás la atención de Jay, siendo que ese mismo gesto es el toque final para que sus sentidos se despierten y se ponga a observar fijamente cada una de sus vidas viendo cómo el barro esta haciendo efecto poco a poco.

—Lo siento, de verdad, no quería hacerte enojar.— Suelta el aire contenido en sus pulmones.

Él niega. —No importa.— Sisea.

Mira cada uno de esos detalles a la distancia, parece que poco a poco vuelve en sí recordando cómo es que había iniciado la conversación y en realidad qué es lo que sentía al momento de perderse en sus emociones y recordar que la persona que tenía delante de él lo volvía completamente loco, tanto de manera pasional y romántica.

Emma se ríe. —Si, importa.— Lo contradice.

—¡Estoy enojado con vos, no puedo creer lo irresponsable que fuiste al venir sola, no entiendo porqué no me despertaste!— Demanda arrugando su entrecejo.

Emma arruga su entrecejo, se sentía amenazada.

Conocía a Jay enojado, pero en realidad nunca había tenido la oportunidad de que el mismo le hablara de esa manera, y está más que segura de que si la situación fuera completamente otra no dejaría que él le respondiera así.

Su tono de voz elevado, por demás, le da la pauta de que las cosas van enserio y que en este preciso instante no había manera de meter algún qué otro bocadillo a modo gracioso para aminorar lo que pudiera llegar a seguir saliendo por los labios del mejor amigo de sus hermanos.

—Yo... Creí qué te había pedido disculpas.— Baja la mirada.

Emma, reconocía que se merecía ese reto... Pero tampoco le agradaban las formas ni qué  él se estuviera mostrando tan molesto, más aún, sabiendo efectivamente lo mal que la había pasado ella en estos últimos minutos.

Creía que Jay podía tener un poco de consideración, o al menos, mostrarse un poco más animado para con ella, siendo un poco más comprensible sabiendo.

—¡No, carajos, eso no importa, porqué lo hiciste igual!— Alza sus manos.

Emma achina sus ojos. —¡Solo estaba queriendo ayudar porque vos estabas cansado!— Se excusa haciendo un pequeño mohin con sus hombros.

Él sonríe relamiendo sus labios de manera irónica mientras que niega con la cabeza. —¡De ninguna manera, Emma! ¡De ninguna manera lo que vayas a decir puede llegar a sonar comprensible y menos que menos una buena excusa para lo que hiciste! ¡Ese no es el modo de hacerlo y creí que vos más que nadie lo iba a tener en cuenta!— Se queja alzando sus manos.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora