Extra especial.

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Ray golpea débilmente el marco de la puerta.

Si hubiera sido otra circunstancia lo más probable es que estuviera burlado de la lujosa oficina que esta teniendo su mejor amigo en estos instantes.

Hoy no puede hacer más qué esbozar una pequeña mueca de melancolía, no estando muy seguros de sí se sentía a gusto en el lugar en el que se encuentra.

No obstante, por lo poco que había observado, Jay se encuentra cómodo, enfocado en cada uno de sus movimientos, sorprendiéndole la forma en la que parece mudarse de manera tan cómoda y relajada con cada una de las tareas que tiene a su alrededor.

Había podido observar todo eso desde los últimos diez minutos que se encontraba en el relleno de la puerta esperando porque Jay levantara la vista y se diera cuenta  de que se encontraba allí.

—¿Esperas una invitación formal?— Jay Murmura ronco.

Sin siquiera tener qué levantar la vista.

Había sentido su presencia, y por unos instantes de reojo se había podido percatar de quién se encontraba allí.

Ray sonríe, llevando una mano a la comisura de sus labios. —¿Golpee la puerta, eso es un llamado no?— Murmura avanzando.

Jay infla su pecho. —Siquiera lo escuché. Podés pasar y ponerte cómodo.— Suspira alzando una mano.

En una clara invitación para pedirle que tome asiento en dónde más cómodo se pueda llegar a sentir.

—Permiso, tu asistente dijo que podías llegar a estar algo atareado, pero lo que sucede acá no parece que sea algo, sino qué completamente.— Suelta una carcajada.

Jay eleva su vista hacía él.

—¡Si, es complicado, demasiadas cosas para menos de un mes e intento hacer lo posible por estar a la altura!— Esboza una media sonrisa de costado.

Que no es más que fingida para Ray.

—¿Y querés estar acá?— Carraspea incómodo.

Desde el rescate que no habían podido hablar de otra cosa que no fuera de su hermana, y si bien, continuaban enfurecidos con la sola idea de que se había acostado con ella una y otra vez. Cada vez que su mejor amigo venía a la memoria, era inevitable no ponerse a pensar en cómo es que se encontraba.

Había estado presente en el momento exacto en el que tuvo que dar la declaración para con la prefectura y los abogados que tomaron las denuncias correspondientes para iniciar con las demandas.

Y escuchar cada una de las palabras qué Jay había retractado de forma explícita había sido más que suficiente para darse cuenta de que había pasado por un montón de presión, y hasta mucha más presión qué la qué había qué tenido Emma.

Jay apoya su agenda en la mesa. Elevando sus ojos color océano hacia los de Ray. —¿Estás acá por trabajo?— Arquea sus cejas al cuestionar. —No quiero hacerte perder el tiempo y estoy más que seguro de que no tenés ganas de estar teniendo esta conversación forzada.— Agrega cínico.

Cada uno de los hermanos Sunin les había dejado más que en claro que no querían saber absolutamente nada para con él, llegado al caso de cortar la relación.

Habiendo pasado por alto el pequeño detalle de que a lo largo de este año Lucius los había estado ayudando con sus contactos para poner en movimiento la empresa, embarcándose en nuevos rumbos de inversiones, por lo cuál había sido toda una sorpresa para su hijo encontrarse de manera esporádicada a cualquiera de quienes eran sus mejores amigos rondando por dicha institución.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora