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Emma arquea sus cejas ante la actitud que está tomando Jay para con ella al haberle admitido qué se sentía un poco afiebrada.

—¡Eso es algo qué me tenés qué decir, Emma!— Pasa una mano por su cabello frustrados.

—¿En serio te vas a poner así por una fiebre?— Cuestiona asombrada, manteniendo las formas.

Siente unas inmensas ganas de soltar una gran carcajada, se da cuenta de qué no es el momento correcto, que llegando a realizar aquel gesto puede lograr conseguir por parte del mejor amigo de sus hermanos una respuesta completamente negativa.

—¿Te estás escuchando?— La mira furioso.

Emma arquea sus cejas. —¡No podes actuar de esa manera porque no te dije como me sentía!— Murmura con enojo.

Ya había tenido suficiente con la pelea que habían compartido ambos en las ollas.

No estaba dispuesta en volver a pasar por una situación similar en un lapso tan corto de tiempo, poniéndose a pensar en futuro con la incertidumbre latente de no saber cuánto tiempo se iban a quedar en aquella Isla sin acceso a las demás y a sus necesidades básicas y a sus rutinas.

—¡Esto no es ninguna estupidez y el hecho de que vos estés desvalorizando y restándole importancia a que tenés fiebre me deja muy sorprendido!— La señala con el dedo, mantiene su entrecejo completamente fruncido.

Dando una clara advertencia de los enfurecido qué ya se encuentra, tomándose muy a pecho la situación.

Jay se sentía completamente culpable todo el tiempo por lo que esta ocurriendo, le gustará o no le gustará a Emma, él se iba a seguir sintiendo de esa forma y no iba a poder calmar su ansiedad hasta que fueran rescatados de aquella isla.

Obteniendo, cómo resultado final, siendo esa su intención, que la había podido mantener a salvo y lejos de cualquier peligro pertinente que se llegara a presentar de manera imprevista.

—¿Por qué estas esperando algo de mí cómo si yo estuviera obligada a comportarme de ese modo y dándo a entender que me conoces tanto?— Sonríe mordiendo su labio inferior.

Jay suspira cerrando los ojos. —Porque tu salud es importante, Emma... Y tener fiebre no es una tontera, estás llena de heridas, con fiebre y toda mojada. ¡¿No es suficiente para vos tener en cuenta eso?!— La mira arqueando sus cejas.

Emma se ríe negando mientras que observa hacia los árboles moverse con impetud. —¡Estás exagerando!— Se queja suspirando y alzando sus manos.

Él sonríe pasando una mano por el puente de su nariz, estando más irritado con el hecho de que ella estuviera dando entender que era un exagerado.

—¡Es tu salud y no estoy exagerando! ¡Así que no hagas como si esto no es importante!— Pide con vos ronca y una mueca en su rostro.

Esta  abrumado con todo lo que está sucediendo, la caída al océano de Emma, que sean más de cuatro días y qué aún no los hayan encontrado, el echo de que ella está cada vez más impaciente, su accidente, sus heridas, el clima, no haber pescado ningún pescado para poder comer, entre otras cosas...

No puede hacer nada para hacer entrar en razón a Emma y explicarle el verdadero motivo por el cuál se demuestra de esa manera.

—¡Me lo tendrías que haber dicho, carajo!— Se queja frustrado.

Ella solo puede sonreír, mientras que sube sus hombros y mueve su cabeza hacia un costado. —¿Ya lo sabes ahora y no podes hacer absolutamente nada al respecto, verdad? ¡Y es justamente por eso que no te lo dije porque no cambia nada!— Lo mira perspicaz.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora