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—Mis hermanos no están.— Emma murmura rodeando los ojos.

Jay, siempre ingresaba a su casa y parecía que tenía las llaves de la misma, y le molestaba terriblemente.

No podía estar en pijama, porque sabía que él siempre podía aparecerse de la nada.

—¡Hola, también para vos, Emma!— Sonríe gracioso.

—Hola.— Suspira rodeando los ojos.

—¿Veo que interrumpo, verdad?— Se burla.

—Dudo que eso te importe, pero cómo ya te dije antes, ellos no están.— Sonríe cínica.

—Lo sé perfectamente, miss universo, vengo a esperarlos y a traerle algo a Evan.— Sonríe divertido.

Emma suspira y asiente, queriendo perderse de su vista, cómo es que siempre hacía que él se encontraba en la casa.

—Genial.— Murmura.

No quería tener un enfrentamiento con Evan y que él mismo le echa la culpa de que estaba molestando a Jay, cosa que siempre era lo contrario y su mejor amigo era quién la molestaba a ella.

Era prácticamente imposible hacerle comprender a Evan de que lo que decía era la verdad.

—¿No te molesta, verdad?— Sonríe de costado.

Emma suspira. —Ya estás acá.— Comenta.

—¿Qué estás haciendo?— Tuerce su entrecejo al ver que tiene un vaso de agua y unas galletas en la mesa.

Emma suspira y cierra los ojos, siempre tan aplicada y tranquila, cómo lo era ella, para no explotar con la persona incorrecta ni responderle de mal modo.

Tampoco, tenía la culpa de que no le cayera bien que él siempre estuviera rondando por la casa, o que al mismo tiempo Emma tuviera sus propios problemas y los trasladará en que le molestaba simplemente la visita del mejor amigo de sus hermanos.

—Intento estudiar.— Señala su libro de ciencias naturales.

Jay niega con la cabeza y hace una mueca con sus ojos para señalar la especie de merienda que ella tiene sobre la mesa.

—Eso no es una merienda.— Se queja.

Emma sonríe mirando su merienda. —En realidad es mí almuerzo.— Murmura desinteresada.

Jay achina sus ojos, y se dirige directamente hacia la cocina, sin decir una sola palabra más para poder empezar, cuanto antes, a preparar algo que pueda funcionar cómo almuerzo y merienda, para que la hermana pequeña de sus mejores amigos ingiera algo saludable.

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Jay sonrie mordiendo su labio inferior.—¡Emma, más despacio, da vueltas todo!— Bufa.

Tan sólo habían pasado minutos desde la pequeña confrontación que estaban teniendo los dos, ante el hecho de que él, no le había dicho, en ningún momento, lo mal que se sentía y lo acalorado que estaba gracias a la fiebre recorriendo de punta a punta su cuerpo.

Y a pesar que no había pasado mucho tiempo ahora, Emma esta completamente descolocada en base a cómo es que él se esta comportando.

—¡Vamos, Jay!— Se queja suspirando.

Esta haciendo un esfuerzo enorme tanto de manera mental, cómo así también, con todo su cuerpo, para poder meterlo dentro de la carpa, y ni hablar de todo el esfuerzo y los movimientos que había logrado con mucha dedicación y con mucha paciencia, para llegar hasta este punto.

De regreso al océano.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora