El camino hacia un nuevo hogar

7.6K 317 2
                                    

—De felicidad porque tendré padres, o sea tenerlos a ustedes como mis padres adoptivos, aunque ahora soy legalmente su hija como si fuéramos de la misma sangre —Hana mintió.

—Todo va a salir bien, tranquila. Cuando subamos a ese avión, las cosas cambiarán —dijo mientras veía que Paco tenía las maletas de ella en sus manos.

—Todo está listo —interrumpió Paco, el guardaespaldas de la familia.

—Puedo llevar mi maleta por mí misma —añadió Hana.

—Para eso estoy yo, para ayudarle —añadió Paco.

—No necesito ninguna ayuda de su parte, así que es mejor que me dé las maletas. Puedo valerme por mí misma —se acercó a Paco.

—Eso es lo que usted dice, pero mire cómo está, ni siquiera tiene fuerzas para levantar el peso de una maleta. No puede ni arrebatarme la maleta de mis manos —añadió Paco.

—No voy a discutir con un hombre como usted, así que fuera de mi vista —exigió.

—Hija, no tienes que hablarle de esa forma al pobre muchacho —añadió Lían.

—Lo siento, solo quiero largarme de aquí. No soporto más esto —Hana añadió indignada.

—Es mejor si nos subimos al avión, es hora —añadió Yamato cuando de pronto un elegante hombre guapo se acercó donde estaba Yamato.

—Señor Yamato, la inversión ha sido un éxito, felicidades —dijo entregándole el papel en las manos a Yamato. El hombre de voz simpática sonrió al ver que la esposa y la chica nueva estaban juntas. Así que decidió esperar a que Yamato leyera el papel mientras se quedó observando detenidamente a Hana, quien estaba de mal humor. Al menos aprovechó en observar los rizos de Hana.

—Todo está en orden, gracias —dijo Yamato mientras Hana estaba inquieta moviendo su pie.

—Que tengan un hermoso viaje juntos, el día de mañana les llegaré —dijo el joven.

Hana no quería ver al joven, ya le había quedado claro que los hombres tóxicos o hombres naturales solo les gusta jugar con las mujeres, y eso le había quedado claro a Hana.

Lían subió al avión con Yamato y Hana, quien necesitaba con urgencia un cambio de imagen personal. Se sentaron en el asiento y Paco posicionó las maletas.

—Si me necesitan estaré cerca, atrás de ustedes —añadió Paco.

—Gracias —dijo Lían y Yamato. Hana se quedó callada unos segundos hasta que abrió la boca.

—Prométanme que nadie volverá a lastimarme y mucho menos quererme matar —dijo en voz baja Hana.

—Hija querida, no pasará nada, porque estarás con nosotros —añadió Lían.

—Es lo más hermoso que nos pasó en la vida y te cuidaremos —añadió Yamato.

—Para nosotros eres la prioridad —añadió Lían.

—Tengo miedo —añadió Hana, respirando hondo.

—No hay de qué preocuparse —añadió Yamato.

—Solo te ayudaremos a hacer todo lo que tú quieras —dijo Lían.

—Gracias, y la señorita Azumi ¿qué pasará con ella? —preguntó Hana de forma curiosa.

—Ella se contactará en unas semanas con nosotros —dijo Yamato.

—Espero que todo le salga bien. Pobre mujer, su marido es el peor —dijo Hana en voz baja.

En ese momento, la azafata dio las indicaciones del vuelo.

—Buenos días, señores y señoritas pasajeras, el comandante y todos nosotros, les damos gracias por elegir este vuelo de la compañía con destino a Italia. Nos complace darles la bienvenida. Por motivos de su seguridad y para evitar interferencias con los instrumentos de vuelo, les recordamos que sus teléfonos móviles deben permanecer apagados. Ahora sí, pueden abrochar sus cinturones de seguridad, mantener el respaldo de su asiento en posición vertical y no está permitido fumar en el avión. Gracias por su atención prestada y buen viaje —dijo la azafata del vuelo.

Hana observó a la azafata con determinación e intriga.

La azafata se acercó a Hana y la observó.

—Señorita, póngase su cinturón. No queremos que salga volando si el avión tiene desperfectos mecánicos. Le traeré unos kleenex, veo que de su nariz le sale sangre —añadió la azafata mientras Yamato y Lían se acercaban para ver.

—¡No es nada, ya solo es sangre recorriendo por mi nariz! ¡No me toquen! —añadió Hana un poco arisca.

La azafata se acercó a Hana.

—Tome —dijo la azafata.

—¿Raquel? —preguntó Hana.

La azafata suspiró.

—Sí, me llamo Raquel, mi gafete lo dice —añadió.

—¿Tú estuviste en mi boda, verdad? —preguntó Hana con angustia.

—No sé de qué me habla, está muy alterada, y te está saliendo más sangre. Necesito que se calme —añadió moviendo su mano para llamar a otra azafata.

La siguiente azafata se acercó y vio que salía sangre, entonces la otra azafata Raquel gritó: —¡Alguien, un doctor! —

Un hombre apareció de inmediato al escuchar el grito.

—Yo soy doctor —dijo el tipo alto de ojos celestes y de perfume caro.

—Qué bueno, a ella le sale mucha sangre de su nariz y no entendemos por qué —dijo Raquel.

—La revisaré de inmediato —dijo el doctor.

Yamato y Lían se asustaron mucho.

Mamá te conseguimos un CeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora