—No pasa nada, sabes que me voy a divorciar de mi marido. Necesito todos los papeles. Estoy decepcionada. El marido que tengo no va a cambiar, y yo quiero ser libre a tu lado. Quiero pasar tiempo contigo. ¿Cómo está Hana? —le dijo con voz suave.
—Por suerte está bien. Mañana le darán de alta. Con respecto a tu marido, arreglaré los papeles y te divorciarás lo antes posible de él —añadió el señor Yamato.
—Perfecto, te tengo que cortar. Voy en camino a mi mansión —añadió ella.
—Cuídate —añadió él mientras ella tuvo que colgar la llamada.
Azumi andaba con una descarga de ira en su interior, por lo que aumentó la velocidad del carro al máximo. El carro comenzó a tener una falla mecánica y empezó a salir humo por todos lados.
Azumi gritó y disminuyó la velocidad hasta que el carro se detuvo. En ese momento, vio caminando a media carretera a una chica elegante. Justo cuando ella frenó y abrió la puerta del carro para seguir a la chica e investigar quién era, ya que le llamó la atención. ¿Qué hacía una mujer sola y guapa en medio de la carretera? Justo cuando Azumi dio un pequeño paso, un carro apareció de la nada y cinco tipos encapuchados, vestidos de negro, secuestraron a la chica que gritaba. Y esa voz se asemejaba mucho a la de Hana. Por poco pensó que estaba alucinando, pero no era así, era la realidad.
Azumi se congeló y decidió llamar a la policía para reportar un secuestro. Luego se subió a su carro grande y, como logró interpretar que esa zona era peligrosa, aumentó la velocidad de su carro en toda la carretera, rogando que no encontrara nada feo en el camino.
Azumi suspiró. Ella sabía que era un error garrafal.
Una hora y media después llegó a su mansión con el carro descompuesto. Resulta que terminó sacando más humo de lo pensado y cuando Azumi se bajó, el carro estaba caliente. El motor estalló de la nada y su carro comenzó a quemarse.
Azumi gritó y los vecinos salieron a auxiliarla, echando manguerazos de agua para detener las llamas del carro, pero el carro se consumió con rapidez.
En su mente volvieron los últimos gritos de aquella chica de la carretera, sonando en su cabeza de manera perturbadora.
—¿Usted se siente bien? —preguntó el vecino, interrumpiendo sus pensamientos.
—Sí —dijo ella, alzando la mirada al vecino guapo, alto, de ojos celestes, cabello castaño, hermosa sonrisa, quien le sonreía, un hombre espectacular mientras las mejillas de Azumi se sonrojaban.
—¿Segura?" —preguntó el vecino guapo.
—Sí, estoy bien. ¿Usted es nuevo en mi colonia? —preguntó Azumi, aturdida.
—Sí, recién vengo entregando. Soy su nuevo vecino —dijo la voz seductora del hombre.
—Yo vivo aquí, en la casa celeste —dijo Azumi.
—Qué casualidad. Entonces estará a la par de mi casa. La mía es roja, está a la par de la suya. La mía es número 25 y la suya es 24 —añadió el hombre, viéndola a los ojos.
—Divino —añadió ella por accidente. Solo de sentir el aliento de él, la dejaba perdidamente hipnotizada.
—¿Cómo? —preguntó el vecino elegante.
—Qué bueno que sea mi nuevo vecino. Me llamo Azumi —dijo sonriendo mientras sus mejillas estaban rojas.
—Soy Roberto y soy soltero, divorciado —le anunció el guapo.
—Qué casualidad. Mucho gusto, Roberto. Yo estoy preparando papeles para el divorcio. Con el marido que tengo no me sirve, y yo me llamo Azumi —añadió ella, sin control de sus palabras. Roberto la observaba de pies a cabeza mientras ella se derretía ante él.
—Bueno, espero que todo te vaya bien con el divorcio y puedas ser libre y encontrar a alguien. Si algún día quieres comer en mi mansión, puedes tocar la puerta."
—Claro, gracias —añadió mientras Roberto le ayudaba a ponerse de pie, y fue gratificante sentir esos dedos de él en su cadera. Jamás se había sentido así, ya que su marido actual no la toca, no la besa, no la mima.
—Estás sola? —le preguntó Roberto.
—Sí, no hay nadie en mi mansión —dijo ella con seguridad.
—Señorita Azumi, ¿le gustaría comer conmigo? Hice lasaña, me puedes decir si me quedó rica, pero primero debes probarla —le dijo con voz seductora.
—Sí, quiero —añadió Azumi.
Roberto sonrió.
Los ojos de Azumi se abrieron y se sonrojó más sin poder contenerse. Estaba roja y entró un calor extraño a su cuerpo, que no era natural.
Roberto tomó la mano de Azumi para guiarla a su mansión, pero casualmente ella se dejó, no opuso resistencia, solo se quedó observándolo por un momento, y comenzó a recordar que en su pasado había un chico que se llamaba Roberto cuando era más joven.
Cuando Azumi entró, vio un sillón color café muy acogedor, y decidió sentarse en el sofá lujoso. En eso, vio a Roberto acercarse donde estaba ella. Se acercó y los ojos de ella se abrieron aún más. Según ella, le daría un beso, pero él solo quería alcanzar una toalla que había en el respaldo del sillón, aunque los ojos de ellos se interconectaron bastante bien.
—Iré por la lasaña —dijo mirándola a los ojos.
—Sí —dijo ella mientras se les sonrojaban las mejillas.
Roberto sonrió ligeramente y fue por la lasaña. Platicaron un rato, pero la señora Azumi estaba nerviosa por Hana y el secuestro de
una chica idéntica a Hana.
Cuando Azumi salió de la mansión de Roberto y se dirigió a la suya, no se había dado cuenta de que había caído la noche y el frío se colaba por todas partes. Abrió la puerta con manos temblorosas y se dio cuenta de que no había nadie en la mansión. Atribuyó ella que era por la boda.
Azumi esperó a su marido con la esperanza de que llegara y pudieran hablar sobre el divorcio, pero su marido nunca llegó a la mansión. Por lo que ella subió a su habitación a descansar y recordar el momento en que Roberto la tomó en sus brazos, sensación que a ella le gustó. ¿Ahora qué pasará?
Azumi tomó su colcha gruesa y se arropó y cerró sus ojos para descansar.
Al día siguiente, Hana fue a la mansión de Yamato por primera vez después de salir del hospital y salvarse gracias a Yamato que la auxilió.
Al llegar a la mansión nueva, Hana se sorprendió de la lujosa mansión. Muebles, mesa, todo estaba tan aseado y olía a flores, que Hana se sentía tan especial, un espacio sin tensión.
—Nos iremos en una semana, Hana. Debemos arreglar tus papeles para adoptarte legalmente. Ya mandé el informe, solo necesitamos más datos. Me dijiste que quieres cambiarte el nombre —añadió Yamato.
—Sí, señor Yamato. Me quiero llamar Xiao. Se unirá a su apellido. No sé cuál es. Ahora que será mi padre —dijo Hana, suspirando.
—Hola, ¿ella será nuestra hija? —preguntó una voz dulce de mujer acercándose.
—Sí, será nuestra hija. Por cierto, Hana, ella será tu madre, Lían, y yo tu padre, Yamato. El apellido lo llevarás con tu nuevo nombre, entonces serás, Xiao Long —.
Hana quedó sorprendida por los tratos de ellos dos.
—Gracias, señor Yamato y señora Lían, por rescatarme y aceptarme en esta familia. Haré lo que ustedes me pidan. Gracias. La razón por la que me quiero cambiar mi nombre y cabello es porque el padre de Tomeo me quiere matar, y no se lo permitiré —dijo Hana, mientras una lágrima rodaba por sus mejillas.
—Tranquila, linda, nada te pasará. Nosotros te salvaremos siempre. Serás parte de nosotros siempre, puedes confiar en nosotros. No importa tu pasado, dejarás de vivir esa vida tan difícil que viviste, la pobreza y todo lo que te pasó para sobrevivir. Con nosotros no pasarás hambre. Ahora eres nuestra hija, nuestra única hija, y te protegeremos, linda —añadió Lían, agarrándola de las manos.
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Mamá te conseguimos un Ceo
RomanceElla oculto su embarazo, y no dijo nada a su prometido, y decidió huir lejos embarazada, el único detalle era que ella no estaba sola en el proceso de embarazo. Siete años más tarde ella regresa con trillizos en brazos que se parecen a él, ambos se...