Tiempos de Cambio: La Recuperación

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—Está bien, entiendo —dijo Xiao.

Salieron de la limusina junto con Paco y Yamato, mientras el chofer esperaba.

Enseguida, un hombre mayor atendió a Xiao y ella siguió las indicaciones. Minutos después, Xiao ya tenía todo en regla. Todo parecía estar normal, aunque Xiao se sentía un poco mal. Aun así, ella respiró hondo. Todo parecía estar bien, hasta que Xiao no se fijó en un bache en el camino hacia la limusina y de pronto el tacón de su zapato se quebró. Ella perdió el equilibrio y justo en ese momento, las manos de Paco lograron alcanzarla antes de que cayera al piso. Paco logró sujetarla, pero para su sorpresa, la nariz de Xiao nuevamente comenzó a sangrar.

—¡Mi nariz, siento que está tapada! ¡La siento tapada! ¿Cómo se supone que respiraré bien, Paco? Tienes que hacer algo, mi nariz sangra mucho. Tienes que ayudarme, detesto la sangre —dijo Xiao mientras salía sangre de su nariz. Cuando Xiao se pasó la mano por la nariz, vio que estaba llena de sangre. Esto la puso verdaderamente nerviosa, hasta el punto de sentirse mareada.

—¡Cálmate, déjame ver tu nariz! —Exclamó Paco.

—No me toques —gritó Xiao, pero de repente brotó más sangre de su nariz y era imparable.

Yamato se asustó mucho al ver ese cuadro de sangre que no paraba de salir, y ahora era más fuerte.

—¡Me siento mal, muy mal, ayuda! —decía la voz baja de Xiao, sintiendo que ya no daba más. Comenzó a ver partes oscuras y todo negro. Le entró un escalofrío. Lo último que recuerda antes de desmayarse es a Yamato cargándola entre sus brazos y metiéndola en la limusina, y por último, la cara de Paco afligido intentando detener el sangrado.

Horas después, en la cama del hospital, los ojos de Xiao se abren de par en par. Lo primero que ve son los ojos de Paco. Ahora se siente confundida.

—¿Dónde estoy? —Preguntó Xiao.

—Sufriste un desmayo. Tienes la presión muy alta. Tendrás que tomar medicamento para ello. Si te sube mucho la presión, estás bajo estrés. Necesitas descansar mucho estos días —dijo Paco.

—Um... ¿Qué haces aquí? —añadió Xiao.

—Te cuido, ese es mi trabajo primordial. Tus padres están afuera. Les avisaré que ya despertaste —dijo Paco.

—No, no vayas, no me dejes sola. Sabes que mi vida no es un cuento de hadas. No entiendo nada. A veces pienso que quizás lo que quiera hacer no se cumpla —dice Xiao.

—Tranquila, no tiene caso seguir afligiéndose. Ahora sabemos que padeces de la presión. Debes cuidarte mucho más. Deja de pensar en negatividad. Eso te hace mal —dice Paco.

—No quiero nada. La vida ya no tiene sentido como antes. Estoy cansada. No quiero esto. Tengo sueño —dice Xiao.

—Te pusieron un calmante. Llamaré a tus padres —dijo Paco, sin entender bien lo que siente Xiao, pero como está bajo el efecto sedante, piensa que ella solo está delirando.

Segundos después, Paco regresa con los padres de Xiao.

—Hija, cariño, ¿cómo te sientes? —Pregunta Lían.

—Más o menos. Aún me siento débil. Ahora resulta que padezco de la presión. Antes no me pasaba esto. No entiendo qué pudo haber desencadenado tener presión alta —añadió Xiao.

—Tranquila, creo que has estado bajo estrés, hija —dice Yamato.

—Tengo miedo, ¿y si todo sale mal? —dice Xiao.

—Hija, no seas negativa. Todo estará bien. Por ahora, debes reposar. Y el doctor me dijo que padeces sinusitis, por eso tienes la nariz congestionada. Te dejarán medicina ya que, si más se te rompe, más venas de la nariz —dice Lían.

—Lo que me faltaba —añadió Xiao.

—Descansa, necesitas reposar más —añadió Yamato.

—¿Cuándo me dan de alta? —Pregunta Xiao.

—Dentro de unas horas, me dijo el doctor —añadió Lían.

—Qué bueno —dijo Xiao.

—Estaré en la sala de espera si me necesitan —dice Paco.

—Gracias, Paco, por todo —añadió Yamato.

Paco se retiró y Yamato y Lían dejaron descansar a Xiao.

Cuatro horas después, Xiao salió del hospital y llegó a la mansión solo a seguir durmiendo y reposar. Paco estuvo cuidándola.

Una semana después.

Es de día, apenas son las 6:00 de la mañana, y lo que menos quiere Xiao es levantarse de la cama. Con gran esfuerzo, lo único que la motiva es que hoy es su cumpleaños. Así que, con esfuerzo, puso sus pies en las chancletas y caminó hacia las gradas; enseguida, Paco apareció.

—Feliz cumpleaños. Pero debes bañarte y cambiarte. Rosa, la estilista, ya está lista. A las 8:00 vendrán los invitados —dijo Paco.

—¿Invitados? ¿Cómo sabes el día de mi cumpleaños? —Preguntó Xiao.

—Tu padre me lo dijo —añadió Paco.

—No sabía que hoy iba a haber fiesta —dijo Xiao.

—Es sorpresa —dijo Paco.

—Ok, me iré a bañar —dijo Xiao, cuando de pronto sintió un ligero mareo y tuvo que agarrarse de Paco.

—¿Qué pasa? ¿Te sientes bien? —Preguntó Paco.

—Sí, estoy bien. Solo me puse nerviosa —dijo Xiao.

—¿Segura? —Preguntó Paco.

—Sí, solo que cosas así me ponen nerviosa. Siento

que voy hacia lo desconocido —dijo Xiao.

—Tranquila —dijo Paco.

—Hija, ve a bañarte ahora mismo —dijo Lían, agarrándola del brazo.

Una hora y media después.

Xiao bajó por las gradas de la mansión. Miró alrededor. Todas esas personas desconocidas, nuevas caras para ella, y al chico misterioso que le regaló el kit de belleza. El joven la miró mientras ella bajaba las gradas, luciendo espectacular con su vestido hecho en España por Victoria, una reconocida empresaria de modas.

Había algunos susurros en el pasillo. Todos pensaron que era una broma, que realmente la familia Long no tenía hijos. Incluso se burlaron minutos antes de que Yamato y Lían lo anunciaran. Nadie podía creer que Xiao, hija de ellos, fuera real. Todos la miraban. Xiao respiró hondo. La música comenzó a fluir y de pronto Xiao sintió hambre, por alguna extraña razón, necesitaba comida con urgencia. Un olor exquisito hizo desatar su hambre.

Finalmente, terminó de bajar las eternas gradas y se paró enfrente. Enseguida, Yamato y Lían la agarraron del brazo.

Toda la familia empezó a cantar feliz cumpleaños. Eso sí era raro. Mientras ellos cantaban, Xiao estaba un poco asustada al principio. Aunque la voz de la familia comenzó a aturdirle un poco, bajó la mirada y respiró. Ese minuto parecía ser horas para ella. Solo quería que eso terminara para sentarse a comer.

—Padres, gracias por esta bella sorpresa —dijo la dulce voz de Xiao.

—Familia, les presentamos oficialmente a nuestra hija Xiao, nuestra única hija —dijo Lían.

—Así es. Nuestra hija va a trabajar en la empresa y pues, aquí está de nuevo su hogar. Dicho esto, pasamos a comer —Dijo Yamato.

—Felicidades —dijo la familia unánime. Todos empezaron a esparcirse y Xiao sintió como si la observaran mientras caminaba. Como si ojos la miraran. Volteó medio para ver atrás y se encontró con el joven que no sabe ni su nombre, pero fue el que le regaló el kit.

Mamá te conseguimos un CeoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora