—¿Recuerdas con cuántos hombres te acostaste y dime sus nombres? —preguntó, agarrándola de la barbilla.
—No lo recuerdo, fue hace mucho —respondió ella.
Entonces, Tomeo se llenó de ira. Con ojos oscuros, la miró fijamente y la bofeteó hasta que el fuerte golpe hizo que sus mejillas se pusieran completamente rojas. Ella sostuvo su mejilla con una mano, levantó la cabeza y le devolvió la bofetada con la otra.
—Todo es un malentendido. No crees en mí, está bien, eso habla del poco hombre que eres —le dijo.
—Un malentendido tus nalgas, Hana. Eres la de la foto, punto. No creo que tengas una gemela idéntica que se parezca a ti. ¿Por qué no me dijiste la verdad de tu vida? No fuiste sincera. ¿Qué quieres que piense? —preguntó molesto. Su voz era un globo a punto de estallar de furia.
El cuerpo de Hana comenzó a temblar cuando él sacó un cuchillo. Ella estaba desolada, no sabía de dónde había sacado ese cuchillo en un abrir y cerrar de ojos. El arma apuntaba a los ojos de Hana.
La cara del hombre destilaba rabia. Ella lo vio sin pensar, suplicando porque ese cuchillo no fuera clavado en su rostro. Recordó estar con él, haciendo el amor y disfrutando, solo pasaba por su mente Tomeo.
Las fotos seguían pasando con distintos hombres, y nadie hacía nada por quitar esa pantalla grande con las fotos de ellas. Toda la gente y los familiares murmuraban descaradamente.
Hana se sintió desnuda por un momento. Entonces, Tomeo agarró la barbilla de Hana, la movió y la puso en posición donde el cuchillo apuntaba. Todos se quedaron sorprendidos ante la reacción de él.
—Para, ¿qué pasaría si tuviera un hijo tuyo? Si me matas, nunca podré tener un bebé.
—No metas al bebé. Eres una actriz de primera —dijo él, viéndola con odio. En ese momento, el cuchillo fue arrebatado por el padre de Tomeo.
—Ensuciaste a mi hijo. Mereces la muerte. Te mataré yo misma. Eres una mala influencia para mi hijo, eres una prostituta y mereces morir —dijo el padre de Tomeo, sujetando a Hana del brazo.
—¡Basta, por Dios! —exclamó la madre de Tomeo, arrebatando el cuchillo de las manos de su cruel esposo.
—¿Qué haces? —preguntó su esposo.
—Me encargaré yo. Alguien que apague esa pantalla. ¡No más fotos! —gritó como nunca lo había hecho. Todos se quedaron viéndola con sorpresa.
Tomeo se descontroló y le tiró una patada a Hana. Se inclinó y quiso desnudarla, arrancó su vestido violentamente.
—¿Qué haces? No, mi vestido, no me lo quites —dijo ella. Sin embargo, él no hizo caso y la dejó sin su vestido. Entre dientes se rió, ella estaba completamente desnuda. El mesero estaba estupefacto, agarró un mantel de la mesa y se apresuró a ponérselo en la piel de Hana.
—Yo no te he enseñado a maltratar a las mujeres. Tú y yo hablaremos seriamente, hijo —añadió su madre.
—¡No me toques! —espetó él.
—Llévala al tercer piso del restaurante, subiré en seguida —dijo la madre de Tomeo.
Todos voltearon a ver.
—Yo la llevaré, señora —dijo el mesero, sacando a Hana de ese lugar tan horrible. Hana se aferró al mantel lujoso, y el mesero se la llevó.
El cuerpo de Hana temblaba sin control alguno.
Cuando llegaron al tercer piso, Hana se aferró a la lujosa habitación.
—Señorita, ha pasado por mucho. Lamento que todo esto haya pasado. Realmente, ese hombre no vale la pena. Te golpeó y a él no le importó.
—Lamento que hayas tenido que ver esas fotos y que también hayas tenido que ver mi desnudez. A pesar de tener ropa interior, me sentí desnuda. Gracias por el mantel —sus lágrimas comenzaron a caer.
—Tranquila, señorita. ¿Tienes adónde ir? —preguntó el atento joven mesero.
—No, es decir, creo que tendré que vender la casa donde vivía para obtener dinero. Ya que mi ex prometido no me permitirá seguir trabajando para él en la misma oficina, me quedaré sin dinero. Tengo miedo —dijo Hana desanimada.
Antes de que el joven respondiera, un hombre y la madre de Tomeo llegaron.
—Señorita Hana, tiene que saber que mi hijo ya decidió despedirla de la empresa y del trabajo. Yo le dije que no, pero no pude hacer más nada. Mi esposo quiere matarla, y no lo permitiré. Te conseguí ropa, necesito que te cambies rápidamente. Escuché que tus padres murieron, te investigué un poco, no te culpo. Ahora sé por qué trabajaste de prostituta. En fin, no quiero perder contacto contigo. Si tuviste sexo con mi hijo y tienes a mis nietos, quiero tener la oportunidad de conocerlos. También debo hacerle un favor a alguien. Él se llama Yamato, es un hombre rico, poderoso y necesita adoptar una hija para dejarle una herencia billonaria. ¿Quieres que el señor Yamato te adopte? Podrás ser su hija, y él será tu padre, y nadie podrá tocarte, mucho menos maltratarte —dijo ella.
Hana no dudó en pedir ayuda, era su única oportunidad, así que abrió su boca.
—Acepto ser la hija del señor Yamato, y quiero que él sea mi padre adoptivo. Adópteme, por favor —dijo Hana, con lágrimas en sus ojos.
—Bueno, señorita Hana, es más fácil de lo que pensé.
—Por cierto, soy Azumi, y todo estará bien. Te dejaremos sola. Te esperaremos en la puerta. Cámbiate rápido, tengo que sacarte de aquí o mi esposo es capaz de matarte —añadió.
El mesero habló y dijo: —Cuídese, señorita Hana.
—Gracias —dijo ella.
El mesero salió y Hana se cambió rápidamente. Sintió un leve dolor en su estómago y recordó la patada de Tomeo. Su abdomen estaba morado del impacto. Como pudo, se puso los tacones y salió de la habitación.
—Estoy lista —dijo Hana, sintiéndose un poco mareada.
—¿Te sientes bien? —preguntó Yamato.
—Me duele el estómago —dijo ella. Yamato, de 45 años de edad, vio a Hana pálida. Entonces, para apurarse a sacarla del tercer piso y salir por la puerta de emergencia, él, sin pensar, la tomó entre sus brazos y Hana se desmayó.
Azumi salió por la puerta de emergencia. Al llegar a la camioneta de lujo, los guardaespaldas y el chofer se apuraron. Yamato puso a Hana en el asiento, quien estaba inconsciente, y dijo al chofer que se dirigiera al hospital lo antes posible.
Yamato miró por última vez a Azumi. —Ten cuidado con tu esposo. No reveles nada de información —advirtió.
Azumi asintió con la cabeza y regresó al restaurante.
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Mamá te conseguimos un Ceo
Roman d'amourElla oculto su embarazo, y no dijo nada a su prometido, y decidió huir lejos embarazada, el único detalle era que ella no estaba sola en el proceso de embarazo. Siete años más tarde ella regresa con trillizos en brazos que se parecen a él, ambos se...