Mina
Es cómo si me persiguiera por todas partes ¿Es este el castigo divino del que hablan? ¿Es esta mi cruz eterna? No quiero vivir mi vida siendo un mártir. Estoy cansada, cansada y apagada. Mi voz no es escuchada, no tengo el poder del que hablan. Estoy atada y sin escapatoria.
Hace un par de horas que recibí un correo y momentos después un hombre estaba dejando un paquete en mi puerta. Es un vestido. Un vestido blanco y sencillo. Como si se estuviese burlando de mí y preparándome para lo que es obvio. Lo miro en la caja que está sobre mi cama, la tarjeta deja más que en claro quién lo envío.«Quiero verte en él. Sería un pecado no usarlo»
Arrugo el papel en mis manos y lo lanzo lejos. No quiero usarlo. No porque sea feo, es hermoso, realmente bonito para una cena, pero inapropiado para mi futuro esposo. Con tan solo mirarlo sé que no cubrirá mis rodillas, que la escasez de la tela no será más que una invitación para él y sus manos. Para sus asquerosas manos.
Me estremezco de solo pensarlo y mi estómago se comprime en un vacío ansioso ante el recuerdo de su cercanía. Maldito cerdo que hace llamarse hombre.Odio las cenas y él lo sabe.
Odio los vestidos cortos y él lo sabe.
Odio la idea de casarme con él y lo sabe.Él lo sabe todo y por eso lo disfruta.
Me siento en la cama. La puerta de mi habitación está abierta y puedo ver el comedor, exactamente aquel lugar en el que noches atrás podía verme bailar con ella. Casi puedo apreciar su imagen viva, con su vestido rosado, aquel que había quedado olvidado en mi armario. Aquel que todavía conserva su perfume de aquella velada.
Me froto los nudillos en una acción inconsciente para detener el llanto. Recuerdo su confesión esa noche. Una sonrisa se me escapa, el recuerdo de un fantasma que me acecha. Se sentía segura en sus brazos.
Oh idiota, maldita idiota. Si tan solo se lo hubiese dicho en aquel momento.Nayeon, mi dulce Nayeon, yo también estoy segura en tus brazos. Eres mi hogar. Estoy enamorada de ti y te entregaría esta y más vidas para que te quedaras conmigo.
Ahora soy una cobarde, una cobarde que no quiere enfrentarse a la vida que yo misma he construido por el miedo. Podría estar en la cocina, sirviendo algún vino y viéndola cocinar, llenando mi vacío con su risa. La extraño tanto que duele. Duele recordar.
Miro la hora. Las siete treinta. Podría tomar un vuelo y escapar. Sacar el Charlie Tango y no regresar en mucho tiempo, pero a dónde vaya será como no haberme movido jamás, porque lo único que anhelo no está en otra ciudad, no está en ningún lugar.
La carta de despido sobre mi tocador. La he leído más de una vez solo para intentar hacerme creer que esto es real. Sobre ella está el cheque, aquel que no quiero darle, porque no quiero perderla de nuevo. Dos pérdidas, no podría soportarlas.
Estoy pensando demasiado y los oídos me zumban. Resignada, tomo una toalla y me dirijo al baño. Una larga ducha para ahogar largos pensamientos. Quiero mantener la mente en blanco, necesito despejarme si no quiero arruinarlo todavía más.
Mientras el agua caliente cae sobre mí, dejo fluir el dolor que me tensa. Mañana será otro día, solo debo sobrevivir una noche más. Tendré mi primera sesión con el doctor Ahn después de mucho tiempo y espero pueda encontrar una solución para mí.
Tras la ducha comienzo a arreglarme. Mientras me bañaba me llegó un mensaje de Akira diciendo que estaría pronto con Kai aquí para ayudarme a arreglar el comedor antes de que los Bhuwakul lleguen. Y tal como dicen, a las ocho treinta estoy abriendo la puerta para recibir a mi padre y mi hermano. Akira me ve con una sonrisa.
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❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞
Fanfiction𝐌𝐈𝐍𝐀𝐘𝐄𝐎𝐍┆━ Im Nayeon, una joven coreana de veintidós años recién graduada de la carrera de contaduría recibe un cargo de suma importancia; trabajar unos días en una de las empresas más importantes de Seúl, perteneciente a la empresaria japon...