Capítulo 61

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— En conclusión, Señorita Myoui, podemos pasar la cita con el Señor Jung para el viernes y para mañana la del señor Jeong que es más urgente, si quiere puedo dejarle anotado el número y...-

— Lalisa, llámalos tú, te pago para ello ¿No? Ahora, si no tienes más que decir, necesito trabajar — Mina eleva una ceja y resopla con fastidio.

— ¿Necesita que llame a Chanyeol?

— Vete Lalisa, es todo.

La cara de la tailandesa se vuelve un poema mientras abandona el despacho y cierra la puerta detrás de ella. Fueron pocas las veces en las que Mina se comportó tan dura con ella, incluso siquiera cuando se tomaban después de sus encuentros íntimos fue tan fría. Algo le está ocurriendo a su jefa, pero prefiere no meterse.

Mientras tanto, detrás de la puerta, la japonesa aprovecha la soledad y recuesta la cabeza sobre sus brazos. Los últimos días han sido duros, cada vez puede dormir menos y las noches se vuelven frías y solitarias. En sus sueños solo se reflejan cada uno de sus miedos y despierta sudando y buscando a Nayeon por todos lados.

Nayeon ¿Estaría ella pensando tanto? ¿Estaría soñando con ella? Desde el día que la dejó en su cama no volvieron a cruzar palabra. Sabe que seguramente su coreana se encuentra herida.
Su ¿Desde cuándo se volvió tan dependiente de otra mujer? Eso no está bien. Porque lo sabe, Nayeon no es suya, no es de nadie, pero la siente tan propia, tan impregnada en su ser que se le hace difícil pensarla lejos de ella. Ahora, después de tantos años, Mina se siente acabada y prefiere mil veces morir por un dolor físico y no puramente humano.

La puerta abriéndose la trae de regreso, Chanyeol está de pie junto al marco de madera.

— Mina, en la sala de juntas te están esperando.

— ¿Quién?

_ No me digas que lo olvidaste, los del departamento de diseño quieren hablar contigo, están esperándote.

Suspira, frustrada, lo ha olvidado por completo. Tiene que comenzar a concentrarse si no quiere echar todo a perder.

— Consigueme un café, estaré allí en un minuto.

Se pone de pie y tras tomar un par de respiraciones profundas, sale por el pasillo con la cabeza en alto.

"Eres una Myoui. Toma el control de ti misma, es como debes hacerlo"

Para cuando cruza las puertas francesas del salón indicado, los ojos de un aproximado de diez personas se posan sobre ella. Su asistente parado a un lado de la entrada le tiende su café, ella le da un sorbo y lo deja luego sobre el posavasos ya ubicado en su lugar.

— Buenos días a todos, comencemos.

[• • •]

Mina sale a la azotea un rato antes de tener que marcharse a casa. Contempla los altos rascacielos que rodean su edificio. Las nubes antes pulcras están volviéndose grises y el viento que sopla anuncia una llovizna.

Cierra los ojos por un momento. Respirando profundo y ensordeciendo sus oídos con el agitado correr de la ciudad de Seúl. Suelta un suspiro, se siente un poco mareada, no por las alturas, sino por las emociones.

Corre un poco la manga de su saco de vestir para mirar el reloj en su muñeca, las agujas marcan la hora exacta. Puntual como siempre, da una media vuelta y regresa sobre sus pasos. Un camino recto y silencioso hasta llegar a su coche.

El camino a casa es igual al de todos los días. Silencio absoluto, vista en el frente. Al llegar se repite la rutina.

Estacionar. Subir. Cambiarse.

❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora