Capítulo 32

1.5K 154 89
                                    

Mina

Estoy inmovilizada, totalmente ausente mientras dejo que me bese, mi respiración es errática, ya que inconscientemente estoy conteniendo el aire desde hace unos momentos.  Sus manos suben por mis muñecas y se instalan en mis antebrazos, pronto las lleva a mi cadera y aprieta, sacándome un jadeo de sorpresa que me permite respirar y finalmente apartarme del contacto.

Me paso el dorso de la mano por la boca, le miro asqueada a la vez que impacto mi mano contra una de sus mejillas, es todo tan rápido y automático que apenas tengo tiempo de darle una última mirada a sus sorprendidos y molestos ojos. Veo que se sostiene el lado derecho del rostro, al quitar su mano examina que tiene un poco de sangre en las yemas de sus dedos, le abrí un pequeño corte con uno de mis anillos.

— Eres un imbécil — le espeto con repulsión.

Él tan solo balbucea y aprieta los puños por lo bajo.

— ¿Qué pasa por tu retorcida mente? ¿Qué te da el derecho de besarme de esa manera?

Estoy molesta, tanto que podría darle otra bofetada en la mejilla sana.

— Se supone que yo te gusto ¡No debías rechazarme y mucho menos golpearme! — cólera comienza a notarse en sus palabras.

Oh vaya, así que aquí estamos, en el típico embrollo de siempre con un chiquillo guapo y adinerado.

— ¿Eso crees?, pues que equivocado estás, no me gustas, no veo y nunca he visto el mínimo interés en ti.

Mis palabras son duras, y estoy más que segura de que algunos ya están mirando la escena con detenimiento, su voz chillona no es precisamente la más discreta, y su actitud irritante es igual o peor a la de un niño de seis años en plena rabieta.

—¡Es imposible, soy jodidamente irresistible, todo el puto mundo sabe eso.

— Pues, niño bonito, yo no soy todo el puto mundo, soy alguien que jamás se fijaría en esto que eres.

Rechina sus dientes, parece que humo va a salir de sus orejas, pero solo levanta el dedo índice acusadoramente y me pica el pecho.

— Tú, mujer, no sabes de lo que hablas y de todo lo que te estás perdiendo, mi amigo Yugyeom me lo advirtió una vez y no quise creerle, quizá si eres una desviada como lo dijo, no hay otra explicación.

Suelto una risa sarcástica, joder, que clavo tan difícil de quitarme de encima.

— Claro que la hay, eres insoportable, te escondes en ropas de diseñador y toda esa mascarilla plástica que seguro eres, siquiera puedo tomarte en serio cuando estás golpeando el suelo con tu pie como un bebé.

Parece que en cualquier instante va a abalanzarse sobre mí, pero solo levanta las manos en señal de rendición y murmura con claro veneno en su voz.

— Está bien, vete a follar a esas mujeres que no podrán darte ni la mitad del placer que yo podría.

¿Tanto le han subido el ego a este idiota? Pobre infeliz.

— Escucha, Príncipe Encantador o quién sea que te creas, es mi jodido problema lo que haga con mi vida, yo decido si quiero follarme a una mujer o a un hombre, no pienso perder el tiempo en gente como tú que no sabe utilizar ninguna de sus dos malditas cabezas.

Me giro sobre mis pies sin prestarle más atención, y de inmediato las personas que observan se apartan como insectos ante un pesticida. En tan solo minutos escucho un par de ruedas rechinar seguido del coche acelerando, se ha ido, por fin.

Subo a mi despacho sin decir nada a nadie, incluso a Lisa que no pregunta nada al verme llegar, Chanyeol entra detrás de mí y me encara poco contento al ver mi rostro.

❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora