Capítulo 74

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Nayeon

Han pasado dos meses desde la última visita. Dos meses desde que Kai Myoui apareció en mi puerta con una oferta interesante.
Lo estuve pensando un poco durante el desayuno de esa mañana, así que decidí darle mi carta de recomendación ese mismo día, y quizá, por un impulso ansioso, o tan solo para demostrar que le había dado correctamente mi dirección de correo sin intenciones de juegos, le envié mi currículum. No hubo respuesta hasta dos días después.

Estaba nerviosa cuando abrí la bandeja de correos en el ordenador, y tras varias vueltas decidí terminar con el asunto y leerlo. Al principio me costó creerlo, él me dijo que me quería para la sucursal, que me estaba necesitando cuánto antes. De inmediato tecleé una respuesta, lo había reflexionado en esos días y llegué a la conclusión de que no tengo mucho que perder realmente. Seúl ha sido mi ciudad desde que tengo memoria, y aunque he pasado por grandes cosas aquí, no estoy segura de que podría extrañarla para siempre. Así que le respondí que me iría, apenas tuviera mi pasaporte en orden.

Me iré en un mes. Renté el departamento en el que vivo actualmente, el inquilino vendrá el día en el que mi avión salga, solo para asegurarme de que no voy a arrepentirme. Oh Dios. Si me hubiese propuesto pensar meses atrás que estaría por dejar Seúl para vivir en Londres, no lo creería. Sonaría lejano. Tan lejano como creer que trabajo para los Myoui, que su hija se ha fijado en mí. Mina. Con su barbilla afilada, los ojos brillantes, sus corbatas, esa manía de tocar el piano de madrugada, con sus gustos extravagantes. Mina y sus cincuenta sombras. Si tan solo supiera que podría amar cada parte de ella. La extraño. Todavía tengo una herida abierta en forma de su corazón. Duele, recordar sus palabras me duele, pero quisiera darle un final diferente a nuestra historia.

Kai me ha dicho todo. Eso solo hace que mi deseo por correr hacia sus brazos incremente a cada instante, quizá esa sea una razón por la que quiero irme, calmar la ansiedad, esperar. Christian me dijo que sería lo mejor mantenerme lejos al menos un tiempo.
Será difícil. Tendrá que ser cuidadoso para despistar a Akira y a Mina, ya que ella no tiene idea de que su hermano estuvo hablando conmigo en este tiempo.

Pienso de repente en cómo lo tomaría.

Cierro los ojos y lo veo, ese brillo en sus ojos, el gris ardiente. Suspiro. Casi puedo palpar sus manos encerrando mi cintura y su mano buscando la mía. “Mi dulce chica. Tan buena, y mía”. Sé que ella lo diría. Sé que buscaría dejarle en claro al mundo que soy suya tanto como ella es mía, porque aunque la angustia me haga pensar lo contrario y las noches en vela jueguen con mi mente, sé que ella no es de Kunpimook. Ese hombre jamás tendrá lo que yo tengo. Kai la cuidará, lo hará por mí.

Con ese pensamiento convivo desde hace dos meses, me permite estar tranquila. Confío en que su hermano no dejará que él le haga daño.  O seré yo misma la responsable de que no vuelva a modelar jamás.

Miro la hora en el celular. Estoy desayunando en el centro comercial. Vine porque necesito comprar un par de abrigos y quizá unas botas nuevas. Me han dicho que Londres es muy lluvioso.

Me pongo de pie y luego de votar mi vasito de café, camino en dirección a una de las tiendas que me llama la atención. Estoy un rato allí y luego de escoger un par de cosas, me dirijo a la caja para pasar la tarjeta. Realmente, no estoy asustada, el cheque que Mina me dio me permite cubrir muchos gastos. Sé que esto no es mi pago. Es demasiado. Oh Myoui idiota, estoy segura de que vaciaste la mitad de tus ganancias del día en ese cheque.

«Genero cien mil dólares por hora. Podría comprarte el mundo entero si me lo pidieras con esa mirada»

Recuerdo sus palabras en una conversación lejana, una sonrisa se me escapa. Ella siempre ha sido así de extravagante. La señorita tengo un helicóptero en la terraza y un paladar entrenado en vinos franceses. He disfrutado mucho esas cosas, la vida aburrida de ricos como ella diría. Pero mi secreto es que lo que más me encantaba era verla en casa, despreocupada. Cuando no tenía la laptop encima ni la chaqueta costosa que no arrugaría por nada. Con los vaqueros desgastados y el pelo alborotado después de la ducha.
Extraño a esa Mina. También extraño a la del Charlie Tango, pero necesito a mi señorita “intenté hacer el desayuno, pero solo pude prepararte un sándwich. Lo siento.”

❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora