Capítulo 43

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El domingo es un día calmo que las amantes dedican para una salida de día de campo junto a Baekhyun y Chanyeol. Pasan parte de la mañana y casi toda la tarde en las afueras de la ciudad en un bonito complejo dónde el padre del novio del pelinegro es socio.

Regresan al atardecer, luego de una jornada ocupada de excursión, pesca y algunas zambullidas en las piscinas. Baekhyun conduce su camioneta con calma, su acompañante delantera es Myoui, mientras que sus parejas se acurrucan como dos niños en los asientos traseros y permanecen dormidos todo el trayecto por ruta.

Ya en la ciudad, el muchacho en el volante deja a cada uno en casa, menos a su novio, ya que vuelve con él a su departamento.

Esa noche, tanto Mina como Nayeon descansan con los recuerdos de haber tenido un lindo fin de semana juntas y con la ilusión de una próxima escapada romántica en el barco de la magnate.

Para en lunes se encuentran renovadas y listas para regresar a sus tareas diarias. Mina está feliz en la oficina, todos se sorprenden por la hermosa sonrisa que adorna su boca, nunca nadie la ha visto sonreír de ese modo y muchos admiten que llega a causar un poco de terror.

La alegría de la japonesa se extiende toda la mañana hasta la hora del almuerzo, es puntual en recoger a su chica de su despacho para llevarla a comer. Comparten un almuerzo tranquilo hasta que es hora de regresar.

Mina aparca el R8 en el estacionamiento y se queda allí ordenando unas cosas. La contadora se adelanta e ingresa al edificio, tiene órdenes de esperar a la menor en su oficina.

Mientras la coreana se va, la nipona termina de recoger sus cosas en el vehículo y le pone la alarma. Se mete las llaves en el bolsillo de los pantalones grises y sale, se adelanta para tener tiempo de encontrarse con su novia, aunque sea lunes sabe que tiene un par de cosas pendientes con ella para su viaje el fin de semana.

A paso un poco apurado cruza por el jardín delantero, varias personas la esquivan para llegar rápido, saben que tienen un horario qué marcar al entrar y salir. Baja la cabeza por unos minutos, en el suelo ve unos zapatos de hombre que vienen hasta ella, pero es tarde cuando alza la mirada, torpemente choca con el muchacho y causa que sus cuerpos queden levemente unidos.

Está vestido con un traje a rayas, la camiseta blanca debajo pegada a su pequeño torso, los lentes de sol con un claro armazón gris le cubren los ojos. Una sonrisa surge de él, se pasa la mano por los cabellos platinados antes de hablar.

— Señorita Myoui.

Más que un saludo, es una burla, una que no cae muy bien a la empresaria. Ella se pone recta, alza el mentón y de forma dura le pregunta.

— ¿Qué haces aquí? Creí haberte dejado en claro que no quería verte más. 

— Wow, relájate, no todo gira en torno a ti.

Dice aún sonriente, hay una mueca irritante en su rostro que la nipona desearía poder borrar con su puño.

— Vengo en buenos términos cariño, no te descontroles.

Dando un paso más hacia adelante, cierra los escasos centímetros entre ellos y le toma por los hombros, sus tibias manos huesudas envueltas en ella con firmeza. Mina se remueve incómoda y se aleja.

— Te pregunté qué haces aquí, no me importa si es con buenas o malas intenciones.

— Vine a buscar un reloj, uno de tus trabajadores me lo prometió. Me dijo hace unos días que ya estaba listo, pero apenas pude desocuparme.

La castaña alza una ceja, incrédula, tiene que estar bromeando.

— Deja de poner excusas baratas.

— No es una excusa.

❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora