Capítulo 1

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Nayeon

Papeles aquí y allá, la laptop encendida y a mi lado una taza de café a medio terminar. El ruido típico de teléfonos sonando, pisadas que van de un lugar a otro, voces y maldiciones en voz baja.
El ambiente de una oficina un martes por la mañana.

Con la vista puesta en la pantalla de la computadora, me dedico a leer las gráficas de barras que aparecen en ella, anotando los datos en un pequeño cuaderno que tengo a mi lado. Aparto de mi rostro, los pequeños y rebeldes mechones que han decidido soltarse de mi coleta hecha un tanto de prisa.

Mientras hago el trabajo, puedo sentir que alguien me mira con extrema cautela, como si necesitara hablar conmigo, pero no deseara interrumpirme.

—¿Qué quieres Mark?— pregunto sin levantar la mirada, pensando que se trata de uno de mis colegas.

— Nayeon

Al escuchar esa voz siento que mis mejillas comienzan a tomar cierto grado de temperatura y quizás un visible color carmín. La persona de pie al otro lado de mi escritorio no es ni más ni menos que el jefe.

— ¿Qué necesita, señor Chou?— repito la pregunta pero con algo más de respeto

—Ven a mi oficina a las once, debemos hablar de algo importante

—De acuerdo, estaré allí — asiento, y él solo me da un último vistazo antes de irse.

— Qué buen susto eh — molesta entre risas la chica a mi lado, una linda extranjera de cabellera rojiza y larga.

— Calla, Roseanne.

Cada una regresa a su tarea, compartiendo leves diálogos cada tanto para romper ese silencio abrumador que suele crearse cuando todos están ocupados.

Y sin darme cuenta, las agujas del reloj parecen girar sin control hasta detenerse muy cerca una de otra, sobre el número once y número doce. Once en punto, la hora en que mi jefe me había pedido verlo.

Me levanto, acomodo mi cabello y plancho la falda con mis manos, dejo los lentes sobre el escritorio y me dirijo a la sala que se encuentra saliendo por el pasillo y girando hacia la derecha, cerca del ascensor.

Afirmo los nudillos en la madera pulida de la puerta y doy dos suaves toques, no pasa mucho para que escuche un fuerte «adelante» de su parte. Bajo mi mano hacia la perrilla y abro la puerta para poder entrar.

— Por favor, ciérrala y toma asiento—indica, mientras se acomoda sus lentes y termina de organizar unas carpetas.

Algo nerviosa me acerco y me siento en una de las sillas, él por su parte adopta una posición erguida y firme, manteniendo su rostro con una expresión suave.

— Señor, ¿podría saber para qué me llamó?— indago, no muy segura, temo que sea como en esas películas estadounidenses en dónde el jefe te cita para replicarte sobre cada una de las cosas que has hecho mal y cuanto te desprecia.

—Tranquila, todo a su tiempo — responde.

— Lo siento

— Solo le diré que no se preocupe, es una buena noticia — una leve sonrisa brota de sus finos y claros labios, lo que me hace sentir enormemente aliviada.

❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora