Capítulo 80

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Nayeon

En la ducha ella me pasa el gel de baño.

Inmediatamente, abro los ojos y los clavo en los suyos. Me mira intensamente con sus preciosos y brillantes ojos oscuros.

— Puedes lavarme.

— ¿De verdad?

— Ya lo hiciste una vez. Puedes hacerlo de nuevo. El pintalabios no se quitará solo.

—De acuerdo.

Bien. Respiro profundo y me acerco a ella. Vierto el gel sobre mi palma y las froto para generar espuma. Luego las pongo sobre su estómago y subo despacio, le acaricio las zonas donde el pintalabios le ha ensuciado.
Levanto la cabeza para mirarle con semblante escéptico. Ella responde frunciendo el ceño.
Con dedos temblorosos le acaricio cuidadosamente los hombros, frotando para eliminar todo rastro carmín de su piel. Ella traga saliva y se mantiene muy quieta. Suspira profundo y siento que el corazón se me encoge. Es abrumador. Sentir su dolor.

Yo me detengo y ella se relaja un momento.

— La espalda — murmuro, buscando su aprobación.

Mina se voltea y me echo un poco más de jabón. Coloco con suavidad las manos sobre sus omóplatos y la siento sacudirse un momento. Ella vuelve a quedarse paralizada mientras me permite tallarle la piel con toda la calma posible. Su respirar pesado y los pequeños temblores cuando desciendo me superan. Sin darme cuenta, tengo los ojos aguados. No puedo pensar el daño que le han hecho a esta mujer maravillosa, perdida e imperfecta.

Con cada respiración entrecortada, sus hombros suben y bajan. Su cuerpo emana oleadas de tensión a medida que le borro las líneas. Si pudiese borrar su dolor lo haría. Haría cualquier cosa para borrar su horrible pasado oscuro lleno de abandono.

Sin esperarlo se me escapa un sollozo. Me aparto y ella se gira, mirándome con tanta preocupación en sus ojos que el llanto me recorre las mejillas y se mezcla con el agua tibia. Cogiéndome por sorpresa, me rodea con los brazos y me sujeta firmemente. Yo me aferro a sus pequeños bíceps.

— Oh Yeon, por favor, no llores —susurra con voz angustiada mientras me envuelve con fuerza.

Y estallo en sollozos, escondo la cara en su cuello, mientras pienso en una niña que vio por última vez a su madre y la esperó noche tras noche oculta en una habitación para evitar que su padre le encontrara. Su imagen herida, asustada. El solo pensar la cantidad de madrugadas que sufrió por abusos y nadie pudo detenerlo me hace abrazarla con tanta fuerza que casi puedo sentir su piel volviéndose la mía.

— Shh, mi dulce Yeon. No llores por mí. Fue hace mucho tiempo. Anhelo que me toques y acaricies, y… aunque me supera, sé que podré soportarlo porque eres tú.

—Yo también quiero tocarte. Más de lo que te imaginas. Verte así… tan asustada… me hiere profundamente. Te amo tanto…

Me acaricia la espalda con cariño.

—Lo sé, lo sé.

—Es muy fácil, quererte. ¿Es que no lo entiendes?

Ella aparta la cabeza y me mira. Sus ojos tristes.

— Es difícil creerlo.

— Pues hazlo. Porque yo te quiero, Chanyeol también y tu hermano. Él te ama. Eres una mujer buena y no lo dudes. Mira lo que estás haciendo por mí. Lo conseguiste.

Baja la vista y me mira, con ojos muy abiertos y cálidos.

— También te quiero. Eres preciosa — la escucho decirme y me río entre pequeños hipidos.

❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora