Capítulo 63

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Son las once menos veinte de la mañana cuando el tailandés está aparcando fuera de un café en centro. Baja del vehículo y se acomoda los puños de la camisa blanca mientras ingresa al lugar.
En una de las mesas del fondo, sobre la pequeña terraza al aire libre, un hombre de cabellos oscuros está sentado bebiendo una malteada y sosteniendo un libro en la mano izquierda. «El código Da Vinci» es lo que Kunpimook lee en el lomo.

— Señor Min — carraspea.

El pelinegro le mira por sobre los lentes en el puente de su nariz y saluda sin mostrar muchas emociones.

— Señor Kunpimook, buenos días.

— Prometo que no le robaré más tiempo, solo retiro mi pedido y me marcho.

Yoongi mete una de sus pálidas manos anilladas dentro del bolsillo de su saco y extrae una caja pequeña recubierta de terciopelo negro. La deja en manos del peligris, quien levanta la tapa y observa las brillantes piezas.

— Tal y como lo pidió. Cumplí al pie de la letra cada detalle.

— Me ha dejado sin palabras. Es simplemente fantástico.

— No fue fácil, pero espero haberlo complacido, señor.

— A ella le encantará.

— Entonces, todo está listo.

— Ten.

El tailandés le entrega el cheque ya firmado.

— Disfrute su fin de semana, señor Min.

Kunpimook se retira de regreso a su coche y guarda la caja dentro de la guantera. Ahora conduce rumbo al edificio de la japonesa, quien ya lo espera en la entrada de su departamento, completamente arreglada y lista.
Él se quita los lentes de sol al verla y toma su mano para besarla a modo de saludo.
Lleva una camisa remangada y pantalones de lino que se ajustan a su pequeña cintura de ensueño.

— Te ves muy bien. Realmente hermosa.

— Gracias, la camisa te queda bien — dice ella sin mucha emoción, pero lo hace sonreír.

— ¿Necesitas buscar algo o ir al baño antes de salir?

— Tengo todo aquí.

Mina enseña una pequeña mochila. El muchacho da un asentimiento con la cabeza y la sigue hasta el coche donde abre la puerta para ella.
Allí en el auto ninguno dice demasiado, él está demasiado nervioso pensando en todo y ella sigue deseando no tener que estar en ese lugar.
Todavía sigue molesta por lo del día anterior. Ha llamado a Nayeon y ella no le contesta el teléfono, supone que no tiene demasiados ánimos de atenderla.

Sus pensamientos intrusivos le hacen perder la noción del tiempo, por eso se sobresalta cuando de repente nota que el auto se ha detenido y Bambam está afuera abriendo la puerta y tendiendo una mano para ella. Mina no entiende en dónde están, ni por qué el muchacho tiene esa sonrisa tan serena que comienza a causarle una ansiedad terrible.

Ella lo sigue, atravesando un galpón y llegando a lo que parece ser una pista con un jet prestado para el despegue. Fuera de él esperan el piloto y dos hombres que son de seguridad. El piloto estrecha su mano con el tailandés, intercambian un par de palabras y luego sus ojos marrones se posan en ella, sonriéndole y haciendo una reverencia.

— Señorita Myoui, es un gusto finalmente conocerla. Soy Lee Taemin.

— Es mi piloto.

— ¿Volaremos?

— Creo no haberlo mencionado, pero descuida, tu padre está al tanto.

— ¿Y a dónde se supone que iremos? — pregunta irritada.

❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora