Capítulo 41

1.4K 110 38
                                    

El tailandés está sentado sobre su cama, entre las manos tiene un pequeño y llamativo objeto, juega con él mientras piensa en lo ocurrido hace unas horas, aún se siente molesto, tanto que podría golpear a alguien tan solo para desquitarse.

Siento el orgullo herido, su paciencia está acabada, ¿cómo pudo enamorarse de ella alguna vez? Se pregunta, está molesto consigo mismo por el simple de hecho de un pasado que aún es difícil de olvidar, alguien a quien determinó sacar de su vida pero entrometiéndose en la suya como si no hubiera un mañana.

Cierra los ojos y recuesta la cabeza sobre el respaldar acolchado de la cama, las imágenes se le vienen a la mente. Su torpe niño de doce años yendo en bicicleta hasta su casa bajo la lluvia y a escondidas de su padre, su estúpido y hormonal versión de quince años comprando flores y robándole besos cada tarde luego de la escuela, su maldecido y arrogante espíritu de diecisiete, casi dieciocho años amándola con locura y entregándole todo. Y ahora, su frágil e intocable yo adulto, discutiendo a muerte cada segundo con la mujer que más había amado y ahora detesta.

Flashback

Al acabar la sesión fotográfica se encamina a los vestidores en la parte trasera del estudio, cruza el corto pasillo y entra en uno de los cuartos. Comienza a desvestirse, se quita la camiseta y afloja el nudo de sus shorts de baño.

Los tiene a media cadera cuando alguien abre la puerta y se mete al lugar como si fuese el dueño. La intrusa cierra con pasador y se apoya en la madera blanca, dándole una indiscreta mirada.

— Qué mierda contigo, ¿No sabes tocar? — se acomoda el traje de baño.

— Perdona, creí que no era necesario si quería sorprenderte, aunque creo que la sorprendida fui yo — muerde su labio de forma juguetona sin quitarle la vista del abdomen bajo.

Para ser delgado, Kunpimook tiene un torso muy bien trabajado.

— Eres desagradable, ¿no puedes dejar de acosarme ni un minuto?

— Cariño, tú mismo me dijiste que no se llama acoso, se llama captar la atención, ¿Acaso no lo recuerdas?

— Captar la atención de personas a las que le interesas, olvidaste esa parte y está más que claro que yo apenas te soporto, lo nuestro ya murió hace tiempo.

— Eso podría cambiar, estamos solos aquí, ¿no quieres que te ayude con el resto de tu ropa?

— Me ayudarías yéndote ahora mismo. Largo de aquí.

Señala la puerta, notablemente irritado, Minnie se ha vuelto tan insistente en los últimos meses que ya realmente se hace molesto. Admite que es linda, que aunque no quisiera podría tener las mismas ganas de follar con ella como antes, pero por alguna razón siente que estaría fallando a sus ideas, y sobre todo, a su futura esposa.

— Por favor, solo dame una oportunidad para demostrarte que puedo ser mejor que ella.

— ¿Mejor que quién?

— Vamos, hace tiempo hiciste obvia tu obsesión con Myoui Mina, soy una mujer atenta por si lo olvidas.

— Oh, pues que bien que lo sepas, así no seguirás perdiendo tu tiempo tratando de tenerme otra vez como una puta mascota.

Ella solo le mira sorprendida, el chico es tan patético a su vista.

— Kunpimook, ¿no recuerdas aquella vez que nos besamos en tu oficina?, estuvimos a punto de hacerlo sobre tu escritorio si no fuera por tu amigo. Aún le tengo resentimiento a Yugyeom por eso, pero ahora, estamos solos.

El chico tarda en reaccionar, apenas se da cuenta de la situación cuando las venenosas manos de la tailandesa se están escurriendo por su vientre rumbo a sus shorts y bóxer.

❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora