Capítulo 64

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La respuesta llega y el tailandés suelta una exclamación de orgullo mientras se reincorpora y levanta a Mina en un abrazo apretado contra su cuerpo. Él besa su cabeza, sus mejillas, luego la mano donde desliza el anillo con cuidado. Mina está aturdida, tratando de contener las lágrimas mientras su prometido la besa y la gente alrededor aplaude contenta. Algunos están tomando fotografías, otros solo viendo la escena.

— No puedo creer que finalmente serás mi esposa — escucha al tailandés decir.

Pero Mina lo sabe. Esto no está bien.

Las personas que se aman no firman contratos con pautas que deban cumplir obligadamente.

Las personas que se aman no se miran con resentimiento y furia.

Y en especial, las personas que se aman están juntas porque sienten que no pueden permanecer separados. No huyen de su pareja porque sienten un asco profundo por ella.

Ella no lo ama, y él, lo hace de una forma muy extraña, enfermiza.

Al separarse, el hombre junto a ella toma su mano y le mira a los ojos. No hay amor, no hay adoración. Son oscuros, profundos, engañosos.

— Te amo — aun así le dice, y se inclina para besarla una vez más antes de finalmente partir de vuelta a Seúl.

Durante el vuelo de regreso, el peligris cae en un sueño profundo hasta que aterrizan. Ella, por su parte, no ha emitido palabra desde que salieron de la playa, su cabeza está demasiado agotada como para hablar.
Kunpimook, ahora más descansado, conduce hasta el edificio para dejar a su novia, intentando sacar algún tema de conversación aun cuando la chica está completamente muda.

Casas, autos, luces. La gran ciudad al atardecer es hermosa. Pero el sentimiento no es igual. Ya nada es igual.
Con los ojos pesados y la garganta en un nudo, Mina finalmente se queda dormida.

Una mano acomodando sus cabellos la despierta.

—Hola dormilona. Hemos llegado.

La chica mira a su alrededor. Están justo frente a su edificio. Se quita el cinturón de seguridad y baja lentamente del coche con un suspiro profundo. Afuera el cielo es de un fuerte color anaranjado y la brisa sopla un poco fresca.

— Gracias por traerme.

— No debes agradecerme. Seré tu conductor cuando quieras.

Ambos se quedan parados frente a frente. Mina evita su mirada y eso le molesta. Así que toma su mentón con los dedos y gira su cabeza en su dirección.

— Me gustaría celebrar nuestro compromiso esta noche. Solo un par de tus amigos, tu familia y la mía.

— Kunpimook, estoy cansada…

— No serán muchas personas. Lo prometo.

Ella suspira audiblemente.

— No tengo ganas de discutir, está bien. Pero será aquí, no en tu casa, en un club o en alguna otra parte.

— Perfecto ¿Entonces a las diez?

— Cómo quieras. Subiré a darme un baño.

Sin despedirse, la castaña se ajusta la correa de la pequeña mochila al hombro y pasa a su lado dejándolo con una mano extendida.

El modelo ve la espalda de la mujer alejándose y solo toma aire con fuerza, tratando de calmar el sentimiento de enojo que ha llenado su cuerpo al notar que la japonesa no está tratando de colaborar en lo más mínimo.

«Sé que no me amas, pero haré que te quedes»

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❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora