Capítulo 49

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— Te ves hermosa.

Su sonrisa sincera me transmite calma, acaba de terminar de colocarme un collar y me pide que de un par de vueltas frente al espejo del tocador.

— ¿Tú qué opinas?

— Me… Gusta — admito, el vestido, realmente es hermoso, pero me apena que haya tenido que dármelo. — ¿No crees que es mucho para mí? Mina, este vestido cuesta miles de dólares y tú siquiera lo has usado una vez.

Ella frunce el ceño desde su lugar en la pequeña banqueta acolchada, se pone de pie y pronto la encuentro detrás, con sus manos firmemente puestas en mis hombros. Los largos dedos me acarician con cariño.

— Eso es lo menos importante, quiero que tú seas la primera en utilizarlo. Este color queda tan bien contigo

Sus ojos brillantes me inquietan, un pequeño espasmo me hace saltar cuando sus manos pasan por mis curvas sobre el vestido salmón. Ella acerca el rostro y me besa la curvatura del cuello.

— Quiero que todos vean a la licenciada Im y queden atónitos por lo bella que es.

Mis labios se curvan en una sonrisa. Ella es dulce como una copa de Malbec, pero así también es peligrosa, si no tienes cuidado te embriagas demasiado rápido con su labia.

— ¿No mencionaste que está lleno de viejos babosos? ¿Si alguno quiere algo conmigo?

— Diré que no estás disponible, tranquila, voy a cuidarte bien.

— Eso espero Sharon, no quiero terminar siendo la señora de tengo setenta años y problemas de incontinencia.

La risa de Mina es exquisita, tan jovial y suave. Si tan solo los demás pudieran escucharla más seguido, Nayeon cree que entenderían por qué ama a esa mujer.

— Es casi hora de irnos ¿Quieres beber algo mientras?

— Si no es molestia.

— Estaré abajo.

Me quedo un momento revisando los últimos detalles, tales como qué bolso usar y si los zapatos son lo suficiente cómodos para aguantarlos un par de horas. Tras comprobar que todo va en orden, apago la luz de la habitación y salgo por el pasillo rumbo a la cocina.

Las escaleras me reciben con una suave melodía, la voz masculina me hace sonreír impresionada. Frank Sinatra. Mi padre lo amaba.

Mina sale por la cocina con dos vasos pequeños, es una bebida rosada y burbujeante. ¿Limonada tal vez?

— Hola — me dice, al tiempo que me entrega en vaso.

— Hola.

Le doy un sorbo, oh, es gaseosa de pomelo, la tenue acidez junto a las burbujas lo hacen agradable.

— Gracias.

— No hay por qué.

Nos quedamos unos segundos en silencio, solo bebiendo y mirándonos de vez en cuando. Creo que ella espera que diga algo.

— Frank — reconozco —. No pensé que tendrías ese gusto.

— A veces puedo ser una mujer de gustos variados, señorita Im.

Sus ojos abrazadores me observan de nueva cuenta, deja su vaso sobre la mesita junto al sofá y aprovecho también de apoyar el mío. Ella se acerca como una pantera, ágil, rápida, y en un pestañeo la tengo junto a mí. Las yemas de sus dedos me recorren el rostro en una caricia que se siente como un chispazo en todo el cuerpo.

— Baila conmigo — susurra con voz melosa.

Es un dos por tres, la música sube, la voz de Sinatra en «Wichtcraft» nos envuelve. Mina me dedica una sonrisa risueña, esos ojos tan profundos tienen a mi corazón latiendo a su alrededor. Me tiene cautivada, embrujada.

❝𝑭𝑰𝑭𝑻𝒀 𝑺𝑯𝑨𝑫𝑬𝑺 𝑶𝑭 𝑴𝒀𝑶𝑼𝑰❞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora