Cruda realidad

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Cansada de guardar silencio y llena de odio, Victoria decide vaciar sus celos contra su hermana, como si de flechas se trataran cada una de sus palabras.

—¡Deja de decir estupideces! Esto era lo que debía pasar, David y yo estamos viéndonos desde hace un año, desde ese tiempo él y yo nos conocemos como hombre y mujer ¿y sabes por qué? porque tú no lo llenabas, por hacerte la recatada, ¡le di lo que tú nunca pudiste! gracias a eso seré yo quien lleve su apellido, ¡yo seré la madre de sus hijos!
—¡Victoria ya fue suficiente! —Grita Víctor molesto.
—Ginebra está llena de indignación, está furiosa, lo único que le impide abofetear a su hermana es el embrazo que tiene, todo este espectáculo siembra en ella raíces de amargura.
—Y de una vez te advierto — le dice Victoria a Alejandro mirándolo fijamente, ella no te dará nada, te aguantaras las ganas hasta que la santa de Ginebra te lleve al altar, así que si solo buscas divertirte con ella, estas perdiendo tu tiempo hay muchas otras mujeres mejores que ella.
—Victoria ya cállate —David le pone un alto y la jala del brazo.
—¿Y quien dice que quiero divertirme con ella? —le responde Alejandro clavando su
mirada en ella —Para eso están las mujeres como tú, que solo sirven para calentar una cama, a Ginebra la veo como una compañera, no como a una cualquiera y eso debes saberlo muy bien, ya que no te importó revolcarte en la cama con el prometido de tu hermana, te embarazaste de un hombre ajeno a ti, al cual no le quedó más remedio que casarse contigo,
así que no, a ella la hare mi esposa, no mi amante
—Eres un... —Verónica detiene la mano de Victoria, evitando que golpee a Alejandro, viene inflada como un pavorreal, inflada de orgullo y soberbia.
—Qué bueno que vinieron a la boda, así te queda claro que lo tuyo con David se acabó, el eligió a tu hermana para que sea su compañera de vida y no a ti.
—No te preocupes mamá, no pienso quedarme, ya vi lo que tenía que ver.
—Por cierto señora, ¿no le importa hacer esperar a los invitados? —dice Alejandro en un tono burlón, y al dar la vuelta se percatan de que todos los están mirando.
—¿Ya estás contenta? ¡Arruinaste mi boda!
—No te confundas Victoria, solo me estoy haciendo responsable de mis errores, yo no quería esto.
—Eso no es verdad ¡seré la madre de tu hijo!
—Y no sabes cómo me arrepiento, vamos, terminemos con esta farsa
—Nos vemos familia, disfruten la fiesta — Ginebra y Alejandro se van dejando a Victoria parada en medio del jardín, furiosa y llena de colera destroza su ramo de novia.

—¡Deja de hacer el ridículo! Que donde David se entere que ese hijo no es suyo, tu teatrito
se te viene abajo.
—Eso no va a pasar mamá
—Entonces guarda la compostura tonta, sonríe y olvida lo que pasó, tienes a David como querías, está a un paso de ser tuyo.

Victoria se limpia las lagrimas y se dirige al altar, está apunto de unirse en sagrado matrimonio con el heredero de la familia mas prestigiosa y adinerada de valla de cobre y por fin firman el acta de matrimonio, no hubo besos, no hubo risas, solo angustia y
arrepentimientos, Ginebra y Alejandro se encuentran en los jardines de afuera, ella
sentada en uno de los columpios mientras Alejandro esta parado frente a ella.
—¿Y cuál será tu posición ahora querida humana?
—Tratare de no mirar atrás mientras el odio me ayuda a olvidarme de todos ellos.
—¿Es lo que tu corazón dice o lo que tu mente te ordena que hagas?
—¿Cuál es la diferencia? —Ginebra se deshace entre lagrimas.
En un momento David corre hacia los jardines en busca de Ginebra, solo quiere pedirle
perdón de la manera correcta, pero se detiene al ver una escena inesperada.
—Quélastima que no podamos disfrutar de esa fiesta, pero se cómo hacerte sentir mejor.
—¿Cómo?
—Así... — Alejandro besa apasionadamente a Ginebra apropósito, pues sabe que David los observa y este se va terriblemente triste y resignado.
—¿Mejor?
—¿Por qué hiciste eso? Yo... no me lo esperaba
—¿No te gusto?
—No pensé que me sorprenderías así, eso es todo...
—Bueno, espero que no te confundas, lo hice porque el idiota de tu ex estaba mirando.
—¡¿David?! ¿Cómo?
—Que le quede claro que tú eres mía.

El amante del pantano de Nil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora