Las sirenas de Alcatraz, última parte

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Beatriz está llena de angustia, se han llevado a Ginebra a lo profundo del lago, llena de

desesperación comienza a disparar a todos lados, las detonaciones han llamado la atención de

Fernando, el cual rema de prisa dirigiéndose al lugar de los disparos.

—Maldición, le dije a ese hombre que no interviniera.

Fernando sigue remando con fuerza, tiene su arma lista, preparado para asesinar a esas

criaturas del lago. La niebla rosa la superficie de las aguas, el frio entume sus manos y de repente, una dulce voz llama su atención, una bella canción es entonada solo para él, es tan suave y delicada que parece un susurro, la canción es tan tierna y sublime que se siente como una caricia al corazón y esto provoca que Fernando deje de remar.

—¿De dónde viene esa canción? No logro distinguir lo que dice, ¿qué clase de idioma es ese?

Fernando mira a todos lados y no logra ver nada, de repente su bote se inclina sutilmente, algo se

ha recargado en uno de los bordes, se trata de una hermosa chica de cabellos largos y castaños, el

héroe de Valle de cobre la mira detenidamente mientras la misteriosa mujer le sonríe con dulzura

y encanto, sus ojos son grandes y brillantes están adornados con pestañas largas, su rostro es

pequeño y sus rasgos son muy finos, sus labios carnosos y rosados la hacen perfecta, la bella

mujer estira su mano y acaricia los dedos de Fernando y este no deja de mirarla pues está

desnuda, ella le hace una invitación para bajar al agua y el héroe se inclina hacia la mujer, le

acaricia el rostro con suavidad y se dirige a ella con las siguientes palabras.

—Eres una belleza, la última vez que me topé con una mujer como tú resultó ser un verdadero

fastidio, lo bueno es que no me dejo guiar por las apariencias, eres una embustera, maldito

pescado de coladera.

Fernando le dispara en la cabeza sin que esta pudiera reaccionar y se sumerge violentamente en

el lago, unos disparos sacan a Fernando del frenesí y ve a lo lejos un bote y rema con todas sus

fuerzas para acercarse a él y le grita con fuerza a la silueta que ve entre la oscuridad.

—¡Dispárales en la cabeza! ¡voy para ya!

Beatriz se encuentra desesperada, Ginebra lleva varios minutos en el agua, ha escuchado la voz de Fernando, sabe que va a su rescate.

—¡Maldición, Es él! Si esas cosas lo huelen se lo comerán, aunque... eso sería un beneficio para

Mí, así me dejarán en paz... ¡ay que estoy diciendo! Si viene distraerá a esas escamosas y así

podré salvar a Ginebra.

Beatriz espanta a las sirenas con uno de los remos, pero una de ellas lo parte a la mitad de una mordida.

—¡Aaaaaay! —Beatriz grita temerosa. —¡oigan apestosas! ¿ven eso? Es un hombre ¡vayan por él! Es guapo, seguro se divertirán en grande ¿Qué no me escuchan viscosas? ¡él es más sabroso

que yo!

—¡Agáchate!

Fernando comienza a disparar hiriendo a varias de ellas ahuyentándolas por unos breves

El amante del pantano de Nil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora