La vampireza de Galia

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Todo se ha cubierto de niebla, los hombres de Fernando, han huido despavoridos dispersándose entre el brumoso paisaje, la vampiresa de Galia, ha sacado las garras y uno a uno les da cacería provocando confusión y desesperación entre ellos, ¿cómo puede ser tan rápida? Se mueve con tanta libertad, aún sin ver nada, pareciera que le basta con seguir el olor de sus víctimas, el aroma del temor y la sangre agudizan los sentidos de la bestia quien destripa a todo el que encuentra, los gritos desgarradores se apoderan del lugar, Fernando, puede escuchar como sus compañeros claman misericordia y no quiere disparar al aire por miedo a darle a uno de ellos, la rabia y la impotencia se apoderan de él.

—¿Qué clase de demonio eres? —pregunta Fernando, enfurecido. — ¡Sé que no eres humana, lo supe desde que te vi!

—Tienes buen ojo cariño. —Le responde Esmeralda.

Fernando siente la voz de la mujer cerca y mira a todos lados sin lograr verla.

—¿Eres una bruja? —pregunta sin titubear.

—¿Cómo puedes creer eso? Las brujas no son hermosas, adivina que clase de demonio soy.

Esmeralda suelta una risa burlona la cual recorre todo el lugar, ha terminado de asesinar al último policía dejando su cuerpo despedazado he irreconocible.

—Te daré una pista —dice la vampiresa entre risas.

—No tengo tiempo para tus juegos, acabaré contigo a la primera oportunidad. —Dice Fernando, amenazante.

—Vamos, te gustará jugar conmigo, soy hija de la noche, maldita al no poder envejecer, obtengo la inmortalidad gracias a la sangre de los inocentes y la oscuridad es mi cobijo. ¿Sabes quién soy?

Fernando, se niega a creer que aquella mujer sea una hija de la noche, pero su destreza y su fuerza sobre natural no le permiten engañarse, ella no es humana.

—Eres una vampira... —responde atónito.

—¡Adivinaste humano!

—Se supone que ustedes no existen.

—Pues yo soy muy real —Esmeralda sonríe orgullosa.

—Banshees, duendes y ahora tú ¿Cómo demonios aparecieron de repente?

—¿De que hablas? Nosotros siempre hemos estado aquí.

—¿Cómo es que jamás se había sabido de ustedes?

—En la antigüedad, nuestro pueblo dominaba esta tierra, ustedes los humanos nos temían y nos servían de alimento, nos llamaron ángeles, demonios, incluso dioses y finalmente vampiros, éramos servidos y respetados como deidades, todo el mundo nos temía, pero un día nuestro rey desapareció, el señor de los vampiros había caído en un profundo sueño provocando que nuestra gente invernara con él, solo algunos orillados por la desesperación y el anonimato salieron a la luz. Para serte sincera, no creo que esta sea la primera vez que tienes un encuentro paranormal y lo más raro de todo es que en ningún momento he percibido miedo en ti.

—Tienes razón, no eres el primer demonio con el que me encuentro.

Esmeralda, se para frente a Fernando y camina lentamente hacia él, acariciando sus brazos para después acercarse a su boca.

—Nuestro rey ya despertó y nosotros con él, el mundo volverá a inclinarse ante nosotros, seremos temidos y adorados y volverán alimentarnos hasta llenar nuestras barrigas con su sangre y su carne, pero tú no tienes que perecer con el resto de los humanos, a pesar de ser un simple hombre, me pareces lindo e interesante, podría convertirte en mi amante, apuesto a que me amarás con el primer beso. —Esmeralda, está apunto de besar a Fernando, pero él le hace un agujero en el estómago con su arma.

—Ya te lo dije antes y te lo vuelvo a repetir, no me gustan las mujeres pálidas y menos las que matan por diversión.

—¡No seas idiota humano! ¡Tu arma no puede lastimarme!

Fernando, se aleja de ella y sigue disparando, pero Esmeralda se burla de él mientras deja que la persiga, solo está jugando con el valiente héroe, Fernando, busca ganar tiempo para acabar con ella.

<<Necesito encontrar un trozo de madera, lo que sea para atravesarle el corazón y aun si eso no funciona, buscare la manera de distraerla hasta el amanecer.>> —Fernando está decidido en acabar con aquella vampiresa.

—¿Por qué te estás haciendo el difícil cariño? Eso no es muy considerado de tú parte, ¿Qué acaso no me vez? Ninguna humana iguala mi hermosura, si te sigues resistiendo te convertirás en mi obsesión, a no ser que prefieras morir, tú sangre debe ser deliciosa, sería un desperdicio asesinarte, tienes una cara muy linda.

Esmeralda se queda quieta, sabe que Fernando, está detrás de ella y le entierra un trozo de madera en la espalda, antes de que él le ponga otra mano encima ella lo golpea con fuerza y lo arroja contra un árbol, provocando que Fernando quede inconsciente.

—Lo siento cariño, pero eso no fue muy caballeroso de tu parte, después vendré por ti, ya decidí que serás mío.

La vampiresa se va de ahí, se dirige al pueblo a buscar a la vampira que ha usurpado su lugar como amante oficial del rey de los vampiros.

—No me será difícil encontrarte, tú repugnante aroma debe estar contaminando el delicioso aroma de Alejandro, cuando te encuentre te arrancare la cabeza, me encargare de destruir ese vinculo y así recuperare a mi preciado rey.

Ginebra, acaba de salir de la casa de su padre, tuvo una larga platica con él, lloraron juntos, se abrazaron y todo el dolor por el que han pasado los ha hecho más fuertes. El frío le eriza la piel, Ginebra, desvía sus pasos para dirigirse a su antigua casa, su padre había comparado dos collares iguales cuando ella era más joven y el día de su cumpleaños numero dieciséis le regaló uno, cuando Ginebra, dejó esa casa no se llevó nada con ella y quería recuperar ese valioso regalo, aunque esa casa seguramente le traerá amargos recuerdos.

<<No sé que tan buena idea es ir a esa casa, está helando aquí afuera, si la niebla crece no podré regresar a mi casa, realmente quiero recuperar ese collar... si no lo hago ahora no tendré el valor de regresar otra vez, me daré prisa antes de que la niebla avance.>>

Ginebra apresura sus pasos y después de unos minutos llega por fin a su vieja casa, un mar de emociones se apodera de su corazón ¿En qué momento su familia se vino abajo? ¿Por qué su madre y su hermana se dejaron seducir por la ambición? Si bien, Ginebra siempre sintió el rechazo de su madre y el descontento de Victoria, al menos tenía una familia, le bastaba con el amor de su padre, pero ahora ya todo quedaba en el pasado, su madre fue devorada por los cocodrilos del pantano y Victoria murió en sus brazos de una manera violenta y su padre lucha con la depresión, si ella no tuviera a Alejandro, probablemente ya se habría suicidado.

—Una vez juré que no regresaría a esta casa, no sé cómo tuve el coraje de venir, ahora entiendo por que mi padre quiso abandonarla, intentó venderla, pero nadie en el pueblo la quiso, dicen que estamos malditos y talvez tienen razón los Borgues, traemos calamidad a quienes nos rodean.

Ginebra, acaricia el barandal de las escaleras, todo está cubierto de polvo y hojas secas, la casa está intacta, pero se ve tétrica y tenebrosa, el lugar donde creció, donde dio sus primeros pasos, el lugar donde contadas veces jugó con su hermana a escondidas de su madre, la casa donde David pidió su mano y donde le rompió el corazón, el lugar de donde Alejandro la rescató, tantos recuerdos en esa abandonada casa, Ginebra entra y sube a su habitación, recorre su cuarto como si fuera el de un extraño, acaricia la cama, revisa su closet y ahí estaba su vestido de novia, empolvado y arrumbado, el vestido que alguna vez le causo ilusión ahora es un simple pedazo de tela.

El amante del pantano de Nil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora