Los mellizos de Katar

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Ginebra les ha contado a sus amigos la verdad sobre Fernando y han llegado a la conclusión de
que los mellizos de Katar están detrás de lo que pasó, están sumándose más enemigos a la fila y esto puede ser preocupante para nuestros héroes, por otro lado, Fernando, se encuentra en el jardín de su gran mansión, acaba de tener una reunión con el jefe del periódico el cual lo ha entrevistado y piensa sacarlo en la primera plana como el hombre que promete paz y prosperidad al pueblo de Valle de cobre.

—Entonces me retiro joven Fernando, fue un placer charlar con usted, en lo personal espero que usted resulte ganador y se convierta en nuestro próximo alcalde.— le dijo aquel hombre con sinceridad.

—Le agradezco su apoyo, mi único deseo es ayudar a mi pueblo a crecer y aprovechar nuestros recursos.—le contestó Fernando con amabilidad.

—Lo sé y el pueblo lo apoya por completo, es una lástima que este compitiendo con su padre,
pero así son las cosas en la política.

—Así es, señor Hernández, me alegro que lo vea de ese modo.

—Bueno, lo dejo descansar, sé que es un hombre muy ocupado.

—Le agradezco, mi mayordomo lo acompañara a la salida.

—Gracias, espero entrevistarlo el día en el que lo declaren oficialmente nuestro alcalde.—exclamó el señor Hernández con una sonrisa brillante.

Fernando se despide cordialmente del jefe del periódico y una vez que este se ha ido se dirige a
su habitación con la orden de que nadie lo moleste, Fernando entra y tira todo lo que está cerca de él, está lleno de frustración, confusión y enojo pues no entiende lo que pasó la noche que estuvo con Ginebra.

—¿Cómo es esto posible? ¿El que estaba en la cama con Ginebra era yo? Esto es una estupidez yo jamás la lastimaría... no a ella, si a alguien quiero destruir es a ese maldito vampiro ¿Qué es lo que paso esa noche?

Fernando, se agarra la cabeza, está cansado de pensar y no encontrar respuestas, él le dio ese té a
Ginebra, pero jamás le añadió una droga para abusar de ella, si bien quiere casarse con ella y quitársela al vampiro no es propio de él actuar de esa forma contra una mujer.

—Debes odiarme con todas tus fuerzas ¿Cómo te explico que ese hombre no era yo? ¿Cómo conseguiré que te enamores de mí así?

Como de costumbre los días en Valle de cobre son fríos y nublados y hoy no es la excepción mientras Fernando está lamentándose en su habitación un fuerte viento abre su ventana de par en par y se sorprende al ver a un hombre encapuchado junto a él.

—¿Quién diablos eres? ¿Y cómo entraste aquí?—le preguntó sorprendido y con el corazón acelerado.

—Eres un humano muy cauteloso, pero ya deberías saber que esa arma no puede lastimarme.

—Eres uno de ellos, un sucio vampiro ¿Qué es lo que quieres?

—Queremos ofrecerte un trato. Mi hermano está observándonos desde afuera, él no quiere entrar, teme contaminarse con tu presencia, es un poco quisquilloso, no le gustan los humanos.

—Yo no hago alianzas con tu especie, estás hablando con el hombre equivocado.—le dijo Fernando de mata tajante.

—¿Qué tal estuvo tu noche con la humana?—le preguntó el vampiro con una sonrisa.

—¿Qué?

—¿La pasaste bien? ¿disfrutaste del espectáculo?

—¿Cómo sabes eso?—lo cuestionó Fernando intrigado.

—Eres bastante feroz a la hora de aparearte.

—¡Yo no le hice nada! ¿Tú tuviste algo que ver? ¡maldito demonio! ¿Qué es lo que hiciste?

El amante del pantano de Nil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora