El monstruo del pantano de Nil

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CAPÍTULO I

La noche era helada, un frio inusual inunda las calles de valle de cobre llevando un viento murmurador a cada rincón del pueblo.
Toda mi familia está reunida al igual que los amigos más cercanos de mi padre, el motivo de esta reunión es mi compromiso con David Landez, un hombre alto y esbelto, de cabellos
castaños y ojos marrones, de hermosa sonrisa; unos bellos hoyuelos le adornan la cara y eso
combina muy bien con su personalidad amable y varonil, tal vez por eso estoy tan enamorada de él. Mi padre es dueño de un viñedo, el cual nos ha alimentado por años, pero desde hace varios meses mi padre se metió en una deuda grande por querer rescatar el patrimonio familiar, lo cual lo endeudo aún más, y con las deudas hasta el cuello tuvo que
pedir ayuda, haciendo a un lado su orgullo. El padre de David nos ayudó pagando toda la deuda al banco, y de alguna manera mi padre creyó que mi mano sería una muestra de
gratitud a cambio del favor que los Landez nos dieron, algo así como un matrimonio arreglado pero, no es que nos casemos sin amor o por interés, él y yo realmente nos queremos, ya que si esto del compromiso no llegaba a suceder, David y yo habríamos planeado huir juntos y casarnos en algún pueblo vecino, de modo que esto no puede ser
más emocionante para ambos, ya que a mis veinticinco años, es un sueño normal querer tener mi propia familia, a lado del soltero más codiciado de todo Valle de cobre. Justo ahora estamos todos sentados a la mesa, la cual está repleta de deliciosos manjares, también bebemos el vino de la casa, famoso por su sabor y aroma dulce.

Cada vez que mi padre bebe, cuenta la misma historia de hecho, todos en el pueblo lo hacen, la leyenda del
monstruo del pantano de Nil.
—El clima de esta noche se presta bien para recordarles a jóvenes y viejos lo que atormentó
a este pueblo por más de doscientos años, y por qué hoy en día ningún habitante de valle de
cobre va más allá del pantano.
—¡Ahí va de nuevo! Papá no deberías asustar a los novios con esas vieja historias.
—Oh querida, no son solo historias. Mi abuelo y su abuelo contaron lo mismo, de generación a generación, el monstruo de Nil es más que una vieja historia.
—En lo personal, concuerdo con Victoria, creo que son solo cuentos para asustar a los niños y a los borrachos del pueblo. —David sonríe mientras mira a su padre y a su suegro.
—ja ja. Completamente de acuerdo con mi cuñado. —Victoria observa fijamente a David y luego disimula.
—¡Como sea! Tendrán que escuchar esta historia o este viejo no podrá dormir. Todo comenzó años después de la fundación del pueblo, cuando aún la gente se movía en carretas, se dice que a Valle de cobre llegó un hombre muy apuesto, de cabellos rubios y largos, sus ojos eran hechizantes, fue muy envidiado por los varones de esa época, pues sus esposas, novias y prometidas se sentían irremediablemente atraídas por el joven noble.

Era muy rico, tenía muchos criados y esclavos bajo su poder, lo más extraño era que jamás se le veía de día, solo aparecía en las noches luciendo su hermosa piel blanca, tan pálida que parecía muerto. Habiendo muchas mansiones en el pueblo decidió construir una justo en medio del pantano, sus esclavos y criados se veían constantemente afectados por ataques de pánico y crisis de ansiedad, curiosamente llevaban extrañas cicatrices en el cuello y las
muñecas. No obstante todas esas extrañezas eran dejadas de lado al ver la increíble belleza y elegancia de aquel noble, sin embargo un día comenzaron a aparecer algunos cadáveres
en el pueblo, incluyendo los cuerpos de algunas doncellas niños y animales, parecía que les
habían drenado hasta la última gota de sangre, entonces todo Valle de cobre se llenó de miedo, en poco tiempo la mitad del pueblo había desaparecido y poco a poco los cuerpos sin vida fueron hallados cerca del pantano de Nil, los pueblerinos decidieron ir hasta el pantano y quemar la mansión junto con su dueño, pero aquellos valientes nunca regresaron
y nadie más se atrevió a adentrarse en la profundidad de ese oscuro pantano, por el miedo de perecer en el intento. Y así nuestros antepasados tuvieron que vivir temerosos de ser los siguientes en la lista de ese hombre, al cual llamaron el monstruo del pantano de Nil.
—¡Ahhh! Como dije, solo es un cuento. ¿Tú que dices, hermanita, te dan miedo estas
historias?
—La verdad no son de mi gusto este tipo de historias, en especial las de terror.
—No te preocupes mi amor, no hay nada que una escopeta en la cabeza no resuelva, además, si esa cosa existiera no dejaría que se te acercara. —David le da un beso en la
mejilla.
—Sí, esa es Ginebra, siempre tiene qué depender de los demás.
—¡Hija!
—Es broma. —dice Victoria con un notable disgusto en la cara.
—No, está bien. Iré por otra botella de vino. —Se levanta de la mesa apenada.
—Te acompaño, está helando allá a fuera, además hace un viento ridículamente fuerte.
—Hijo, deja que tu prometida valla sola, tendremos que discutir con el señor Borgues qué día se llevara a cabo la celebración de la boda. Tu novia estará bien.
—No te preocupes, no tardaré. — dice al tiempo en que esboza una tímida sonrisa.
—Está bien, planeamos que la boda se realice el próximo fin de semana.
—¿Tan pronto?
—Cuanto antes mejor. Ya no son unos niños.
Victoria aprieta los puños con fuerza y David la mira de reojo.
Ginebra se dirige a la bodega de vinos que guarda los vinos de su familia.

—¡Odio el ruido que produce el viento, es aterrador, como si hablara! Como si contara codiciables secretos a aquel que se atreva a escucharlo. ¿Me pregunto si a Victoria le agrada la idea de mi compromiso con David? Tal parece que le da lo mismo, a pesar de ser mi única hermana no nos llevamos bien, soy su hermana menor pero aun así parece que me odia.
Victoria Borgues era preciosa, una mujer de belleza voluptuosa, de cabello oscuro y corto, de personalidad soberbia y arrogante. Actualmente había terminado una relación con un soldado, conocida por romperle el corazón a los hombres, una mujer popular en el pueblo.
En cuanto a Ginebra, ella era delgada, de cabellos castaños y ojos encantadores, un tanto menos llamativa que Victoria, aun así, era absolutamente hermosa. Una mujer amable y

decorosa, la candidata perfecta para ser una buena esposa y madre. Victoria y Ginebra eran indudablemente las dos mujeres más deseadas de Valle de cobre.
—Victoria debe sentirse mal porque seré yo, quien se case primero. Como hermana mayor se supone que mi padre debió elegirla a ella como esposa de David y no a mí, pero ese sí habría sido un matrimonio arreglado y ninguno de los tres habríamos sido felices, yo no
habría soportado la idea de verlos juntos, el simple hecho de pensarlo me deprime.
De pronto David llega corriendo hasta Ginebra.
—David, ¿Qué pasa?
—Vamos, entra a la casa.
—¿Estas todo bien?
—Debo irme, nos han avisado que encontraron a varios trabajadores muertos afuera de la
mansión de mi padre.
—¿Qué? ¡No puede ser!
—Lamento irme así, pero te prometo que mañana te compensare todo.
—No te preocupes, si puedo ayudar en algo, solo házmelo saber.
—Gracias, siempre eres comprensiva, por eso sé que serás una muy buena esposa. —David le besa la frente y se marcha.
—¡Por favor cuídate! —Ginebra se queda pensando sobre lo sucedido. —¿Qué habrá sido eso, un animal salvaje, un asesino? ¡Dios! Qué horrible, espero que pronto atrapen al
culpable.
Al salir de la bodega Ginebra ve a David discutiendo con Victoria, esta le golpea el pecho en repetidas ocasiones a modo de queja.
—Al menos me hubieras dicho que pensabas casarte con ella.
—Sabía que si te lo decía actuarias tal y como lo estás haciendo.
—¿Y cómo quieres que reaccione?

David se ha marchado y Victoria se queda llorando cerca de la puerta trasera.
—¿Qué está pasando, me quedo aquí, o debería volver?
—¡Maldición! Estúpida Ginebra. —Victoria llora llena de rabia. Entonces, Ginebra se
acerca a ella.
—Victoria, te ví discutir con David. ¿Está todo bien, te hizo algo? ¿Acaso te enfadaste con él?
—¡Que te importa! Largo de mi vista, siempre lo arruinas todo.
—¿Qué? ¿ahora qué fue lo que te hice? —De pronto su madre interviene.
—Ya fue suficiente Ginebra, ¿no te basta con deshonrar a tu hermana de ésta manera?
Seguro ya estás muy feliz, ¿verdad? Harás que todo el pueblo se burle de ella, jamás pensé que aceptarías casarte con David, tu hermana es mayor que tú, pero eso te lo has pasado entre las faldas.
—¿De qué hablas mamá? —A lo lejos, el padre de Ginebra las ve discutiendo he interviene.
—¡Ya basta! Yo soy el jefe de ésta familia, y si acepte que David y Ginebra se
comprometieran es porque los dos se aman, esa estupidez de la hermana mayor está de
más, ¿entendido?
—¿Alguna vez vas a ponerte del lado de tu primogénita?
—¿Y tú, alguna vez estarás de parte de Ginebra?
Verónica se lleva a Victoria a su habitación, mientras Víctor se queda en la sala de estar con Ginebra.
—¿No se supone que mi madre y mi hermana deberían estar felices por mi compromiso? —dice Ginebra entre lágrimas.
—No les hagas caso, mi amor, ya sabes lo estrictas que pueden llegar a ser con esos temas.
—¡Pero me tratan como a una traidora! Me casare con el amor de mi vida, pero parece que eso está mal.
—¿No te alegra lo feliz que yo estoy por ti?
—¡Ay papá! Por supuesto que sí, tu siempre me apoyas.
—Aun si ésto no te bastara, mira lo que te compre para tu boda.
—¿Qué es?
—Es un hermoso vestido blanco con perlas.
—¡Es bellísimo! No tenías por qué gastar tanto en mí.

—Claro que sí, quiero que seas la mujer más feliz del mundo el día de tu boda. No sabes cuánto soñé con este momento, cuando por fin te entregue en el altar.
—También yo. Conozco a David desde hace mucho tiempo y siempre anhele el día en que me pidiera matrimonio.
—Y fue un tonto por tardarse tanto. ¡Animo hija! Que nadie apague tu felicidad.
—Gracias papá.
—No tienes nada que agradecerme, ahora ve a dormir, porque mañana te espera un día pesado.
—Lo sé. Papá, ¿Qué fue lo que pasó en la mansión de los Landez?
—Eso es algo que tu prometido está resolviendo, seguramente fue un animal, tranquila, ve a dormir.
—Solo espero que él esté bien.
—¡Ve a descansar! Nadie quiere una novia ojerosa.
—Tienes razón. Descansa papá.
—Descansa hija.
Ginebra va a su habitación y después de pensar en todo lo que había pasado con su
hermana, al fin logra conciliar el sueño.

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