Decisión mortal

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Nuestros vampiros favoritos han saciado su sed, están llenos de energía y ahora vuelven a la mansión, el general Bardana no está con ellos porque Alejandro le dio un encargo personal, lo mandó a conseguir algunas de las joyas más valiosas que
encontrará, regalos exorbitantes para esta noche, ya que oficialmente le pedirá al padre de Ginebra la mano de su hija en matrimonio.

—¿Qué es esto? ¿Por qué diablos tengo que hacer este estúpido encargo? ¿Ese maldito de Alejandro acaso me vio cara de mandadero? —replica Johan molesto

mientras se dirige a a toda prisa a cumplir con su objetivo.

—¿Cuánto más tengo que fingir? Se supone que yo seré el nuevo rey, no tendría por que estar haciendo este trabajo tan humillante, conseguir los regalos para el padre de esa maldita.... Que deshonroso. —expresa Bardana mientras aprieta los puños.

Después de un largo recorrido, El general llega a una gran mansión, ha puesto la mirada en la casa de un gobernador adinerado, observa detenidamente los acabados de aquella propiedad y en eso el dueño se percata de que Johan está parado en su jardín, algo en él se estremece, la piel del intruso es demasiado pálida, sus ojos brillan de un rojo sangre, como si tuviera dos bolas de fuego metidas en esas cuencas, sabe que algo está mal y su piel se eriza hasta su nuca y antes de que pudiera darse la vuelta, Bardana aparece justo detrás de él y lo toma por el cuello con sus manos y lo avienta contra el piano de la casa haciendo que este quede gravemente herido y sin
poder hablar debido a que le ha dañado la garganta.

—Mudo te vez mejor basura, ahora daré un recorrido por tu casa si no te molesta. Dice Johan con una sonrisa diabólica y mientras habla, una joven grita al ver a su padre agonizando.

—¡Padre!

—¿Eh? ¿Pero qué tenemos aquí? —Bardana mira a la joven de pies a cabeza y ella intenta correr, pero la agarra con rapidez del cabello y la arrastra hasta donde está su padre el cual abre los ojos con desesperación sin poder hacer ni decir nada.

—Qué humana tan bonita, Quién diría que una escoria como tu podría engendrar algo tan bello, creo que no puedo resistirme, antes de comérmela la disfrutare un rato jaja.

Unos gritos desgarradores llaman la atención de los criados y una vez que llegan al lugar de los hechos, encuentran a su señor muerto entre el piano de la casa y a la joven desnuda con la garganta cortada, todo parecía una escena de terror y de pronto
de la nada sale Johan y los destripa a todos sin compasión, dejando ríos de sangre en todo el lugar.

—Muy bien, ahora que me he quitado el estrés, será mejor que me lleve sus mas preciadas pertenencias, al fin y al cabo, todo lo que posee Alejandro tarde o temprano terminará siendo mío jajaja.

La masacre ha terminado y antes de partir, Gabriel le sale al encuentro.

—Veo que se divirtió mucho. —dice Gabriel mientras lo saluda con respeto.

—¿Qué te trae por aquí? —pregunta Johan extasiado.

—Le traigo buenas noticias, el humano quiere reunirse con usted esta noche. —dice Gabriel con una leve sonrisa.

—Ya veo, sí que es una buena noticia, hazle saber que hoy a las doce en punto lo veré en las afueras del pueblo.

—Como ordene mi señor.

—Por fin todo se está acomodando, a partir de hoy mi plan por fin podrá llevarse a cabo y Alejandro caerá junto a su fiel mayordomo, a no ser que Leonardo decida unirse a mí en una mayordomía y servirme con lealtad como lo hizo con él.

Bardana lleva consigo aquellas cosas que Alejandro le encargó, su animo ha mejorado ahora que sabe que Fernando está dispuesto a escuchar lo que tiene que decir.

Por otro lado, Gabriel ha regresado a su escondite y se llena de cólera al ver que de nuevo su hermano no está ahí, últimamente Aaron se ha ausentado mucho y lo ha notado feliz y emocionado a lo que Gabriel comienza a sospechar que su querido hermano le esconde algo.

Y a lo lejos Aaron llega con una camisa nueva, un regalo que Beatriz le había dejado en modo de disculpa por aquel atrevimiento que piensa que tuvo con él y al verlo tan feliz, Gabriel lo intercepta con agresividad.

—¿Desde cuándo los vampiros sonreímos de esa forma tan patética Aaron?—pregunta Gabriel enfurecido. ¿Acaso me escondes algo hermano?

Aaron se encoje de hombros al ver a su hermano tan molesto, sabe que está en problemas.

—¿De dónde sacaste esa camisa tan elegante? ¿Quién te la regaló?

Gabriel intercepta a su hermano y le arranca la prenda para después olfatearla.

—Huele a mujer... apesta a la bruja miserable que sirve a Alejandro ¿ella te la dio? No creo que la hayas matado, no hay rastros de sangre en ti ¿Por qué aceptas regalos de un enemigo?

Aaron comienza a temblar y se estremece al pensar en el dolor que le espera.

—¡Contéstame inútil! ¿Qué diablos has estado haciendo con esa perra? —grita Gabriel histérico y añade —Arrodíllate, me obligas hacerte daño.

Gabriel amarra a Aaron a un poste para azotarlo.

—¿Hasta cuándo me vas hacer esto? ¿Acaso crees que me gusta torturarte?

Gabriel usa su poder para castigar a Aaron y usa su espeluznante humo verde para hacerlo alucinar, llevándolo a un infierno mental para después bañarlo con un liquido parecido al agua bendita, pero este fue creado específicamente para torturar a los vampiros desertores y simula el ardor de estar expuesto al sol y quema la piel de los inmortales casi tan agresivamente como si estuvieran al sol, no bastándole con eso, azota a su hermano hasta destrozarle y arrancarle la piel con aquel látigo.

—¡El dolor te purifica hermano! ¡la sangre y la privación te redimirán! ¡purifícate! ¡purifícate! —grita Gabriel mientras su rostro se salpica con la sangre de su hermano.

Los gemidos desgarradores de Aaron asustan a los animales del bosque, parecen los gritos de un alma en pena, sollozos agonizantes de alguien desasiéndose en vida.

—Una vez que termine contigo iré por esa miserable bruja y la asesinare delante de tus ojos para que aprendas la lección y entonces yo... —Gabriel es interrumpido por su hermano el cual detiene el látigo con una mano.

—¡Noooo! —Grita Aaron a voz en cuello mientras se pone de pie.

—¿Qué dijiste? —Gabriel se queda pasmado al escuchar la voz de su hermano.

—¡No!

—Te juro que esa maldita ardera en la hoguera ante los ojos del mundo. —exclama Gabriel mirando fijamente a su hermano.

De pronto Aaron lleno de ira perfora el estómago de su hermano y lo azota contra el suelo sofocándolo.

—No le pondrás una mano encima... porque si lo haces te voy asesinar. —expresa Aaron lleno de dolor y casi a punto de desmayarse, usa sus últimas fuerzas para salir corriendo de ahí dejando atrás a Gabriel.

A toda prisa Aaron huye de aquel lugar muy mal herido.

En eso, los gritos desesperados de Lía acompañados de un fuerte ruido alertan a Beatriz la cual está en el techo arreglando su tejado.

—¡Mamá! ¡ayuda! —grita Lía con desesperación.

—¡Lía! ¿Qué sucede? —Beatriz baja con rapidez del techo y se congela al ver a Aaron tan mal herido y sacando humo de su cuerpo.

—Dios mío....

El amante del pantano de Nil Donde viven las historias. Descúbrelo ahora