Casa

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Andrea:

Hablan pasado tres días desde la última vez que vi a Finn, y lo extrañaba más que nunca. Aunque anoche me había llamado y se quedó hablando conmigo hasta que me dormí. Amaba cuando hacía eso, me daba paz, me sentía segura.

Últimamente, sin embargo, sentía más miedo que antes. Siempre algo me ponía nerviosa: el mínimo ruido o algo que creía ver, pero que no era real. La terapeuta que Joel me consiguió era una mujer muy dulce, me sentía en confianza con ella. Lo que de alguna manera me estaba ayudando, pero tenía que admitir que nadie me hacía sentir tan segura y fuerte como Finn.

Aunque ahora no hablaba de sentimientos, él desviaba habilidosamente ese tema. Me dijo que ya no vería más a Alice, aunque no entró en detalles sobre su conversación. Admiraba su respeto hacia las personas, amaba esa lealtad que tenía.

Odiaba la idea de que estuviera con alguien más, pero era muy cínico de mi parte reprochárselo. Más que nada porque él fue claro: tenía citas de sexo. Sonaba espantoso, ¿cierto? Sí, y él lo sabía y admitía que no era algo que le diera orgullo, pero ante todo, decía la verdad.

Por mi parte, me preguntó por Marcelo. Le expliqué que le había dicho que no podíamos seguir juntos, no una vez, sino todos los días durante estos tres días, pero que estaba pasando por una mala situación y no era humano dejarlo solo.

Le había dejado claro que podíamos ser amigos, como era con Mattia ahora. Marcelo se enojaba, quería más, yo me negaba, él insistía. Finn me escuchó sin emitir una palabra. Al finalizar, me dijo clara y firmemente: "Si está solo en la vida, debería revisar el porqué. Tú sabes lo que debes hacer". Fue todo lo que me dijo. No se enojaba, o al menos no lo demostraba, no exigía, aunque jamás lo hizo. Finn nunca buscó imponerse.

Pero era más frío que nunca cuando tocábamos ese tema. Era como si de alguna manera me estuviera diciendo, sin decirlo, que él ya estaba libre de compromisos, pero yo no, y no era algo que estuviera dispuesto a aceptar. No lo decía literalmente, pero algunas de sus palabras dejaban de verlo.

- Jum... Estoy tratando de buscar las palabras correctas, de decirte lo que pienso - Me decía Mattia tranquilo.

Era la hora del almuerzo, así que decidimos tomar una pausa del trabajo y fuimos a un parque cercano para comer algo rápido. Era una ironía de la vida: estaba contándole mis problemas con mi actual novio a mi ex novio, o más bien, mi primer novio.

Mattia odiaba a mi actual novio, pero a la vez le hablaba de Finn, quien también, en términos correctos, hoy era mi ex novio, pero el amor de mi vida. Y lo curioso era que a Mattia le caía mejor el amor de mi vida, quien en su momento había sido su acérrimo enemigo. Ambos querían matarse entre sí, lo cual no sucedió gracias a la cordura de Finn.

Básicamente, la situación era de locos. Mattia defendía a Finn, criticaba a Marcelo, me aconsejaba a mí y se convirtió en mi mejor amigo. Además, era un buen amigo o casi amigo de Finn. Mi vanidoso era muy selectivo con la gente que lo rodeaba.

- Dilo! No eres Finn, jamás fuiste políticamente correcto - Le dije totalmente seria.Estábamos en una banca, yo recostada, apoyando mi cabeza en sus piernas, mirando la nada, y Mattia, al escucharme, solo acotaba algún monosílabo.

Estábamos en una banca, yo recostada, apoyando mi cabeza en sus piernas, mirando la nada, y Mattia, al escucharme, solo acotaba algún monosílabo

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Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora