Territorio

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Andrea:

-¡Quieres dejarme? ¡Hazlo! ¡Quieres salir corriendo como siempre? ¡Hazlo! ¡No iré detrás de ti! ¡No voy a ceder otra vez! ¡Otra vez empezaste a no escucharme como antes! ¡Otra vez ocultas cosas! ¡No pienso volver a eso, Andrea! ¡Si estás dispuesta a dejar de ser una niña caprichosa, hablar y llegar a un acuerdo, aquí estoy! ¡Sino, de verdad, haz lo que quieras, eres libre de hacer lo que quieras! - exclamó Finn alzando su voz como jamás lo hizo.

Estaba furioso, era otro hombre. Por más discusiones que hubiéramos tenido en el pasado, nunca había reaccionado de esta manera. Se marchó hacia la habitación sin decir una palabra más, dejándome perpleja con esa explosión de emociones.

Me quedé parada donde estaba, sintiendo cómo el eco de sus palabras resonaba en el aire tenso que nos separaba. Su voz, llena de frustración y determinación, aún resonaba en mis oídos mientras intentaba procesar lo que acababa de pasar.

¿Yo había desencadenado esta reacción en él? ¿Había llegado finalmente a su límite? ¿ Cómo no entendía mi miedo? Esa mujer era parte de su pasado y seguía queriendo más de el. Me sentía confundida y herida por sus palabras, pero también sabía que había verdad en lo que decía. Las tensiones acumuladas entre nosotros parecían haber explotado en ese momento de confrontación.

En ese momento mi teléfono sonó y contesté de manera automática, sin ni siquiera mirar quién era.

-Pequeña bruja, ¿todo bien? ¿Cuándo regresas a Roma? -La voz de mi hermano me hizo sentir sensible y comencé a llorar.

-Andy? Que sucede? Dónde estas? - Preguntó nervioso al escucharme.

-Tranquilo, estoy bien, en el departamento, solo que discutí con Finn -confesé en voz baja, tomando asiento en el sofá.

-¿Qué te hizo? ¿Es por lo que me dijiste? -Marco cambió a un tono de voz enojado.

Más temprano había hablado con él y le conté lo de la clínica. Aunque nunca defendía a Finn, esta vez me dijo que no creía que él me engañara en nada. Así que le comencé a contar toda la discusión mientras él escuchaba en silencio.

-Dios... No quiero ser el abogado del diablo -murmuró cuando terminé de hablar.

-¿De qué hablas? ¿Ahora me dirás que estoy loca? ¡Cómo quieres que acepte a esa mujer cerca de él! -lo regañé, molesta.

-No estás loca, tienes razón. Pero las maneras, ¿qué te dije? Cuida las maneras, sé firme en tus peticiones, ese hombre que tienes al lado es demasiado lógico, plantea tus argumentos con lógica, no con celos -me aconsejaba mi hermano.

-¡Pero si los planteé con lógica! ¡Solo que no me escucha! -me defendí y lo escuché reír.

-Andy... Enfoca tu enojo en el lugar correcto. Él no es el problema, es ella. Estás liberando tu huracán en el lugar incorrecto... -Marco me hablaba con paciencia y yo escuchaba en silencio.

-Finn está buscando una solución, está bien. ¿Debería haberlo hecho antes? Seguro. Se confió y se le fue de las manos. Ahora, tú eres su pareja, ayúdalo. Mientras él lo soluciona, controla el problema a tu manera, con ella, no con él. Lo único que logras es alejarte de él y dejar el camino libre a esa mujer -mi hermano terminó de hablar y guardó silencio. Ambos lo hicimos por unos segundos.

-Quizás tengas razón, solo que de solo pensarlo me quema la sangre. ¡Ella estará ahí con él toda la semana! -exclamé frustrada.

-¿Y? ¿No confías en tu novio? ¿No sabe decir que no? ¿Qué tan débil es? Porque no me dio esa sensación -me preguntó de manera monótona.

Sencilla dignidad- La liberación de los secretos - Libro IIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora